Gato con Lentes

Padecer la enfermedad en soledad; el peor de los castigos

Colaboradores


20 marzo, 2021 @ 8:11 am

Padecer la enfermedad en soledad; el peor de los castigos

Marco Antonio García Serrano y Miguel Rocha

Hemos cumplido un año de que la situación sanitaría se desencadenó en nuestro país. Si bien ya estaba la emergencia en occidente y en Oriente (país donde surgió dicho virus), Latinoamérica no tenía idea de la catástrofe a nivel: económico, social, político y cultural que estaba por enfrentar.

Una de las pérdidas que tienen mayor impacto a nivel micro social, son las vidas de familiares, amigos, conocidos cercanos y no tan cercanos. Sin dejar de lado el costo económico.

El otro padecimiento por Covid

Otro de los costos micro-sociológicos de dicho virus, son las personas que lo padecen. Se tiene una saturación de información. Son manifestaciones de un cambio social profundo, que fundamentalmente nos sumerge cada vez más en el mundo social y nos expone a las opiniones, valoraciones y estilos de vida de otras personas, es por ello, que las personas que la padecen tienden a tener ansiedad, tristeza, debido a la paranoia que se vive en redes sociales por el tema.

Tener el diagnostico de positivo es un golpe fuerte, debido a que este padecimiento es una enfermedad que vives en soledad y que tienes que estar pendiente de tu medicación, oxigenación signos vitales y alimentación.

Esto no es, como un simple resfriado o intervención quirúrgica, debido a que es contagioso y no debes tener interacción social con el exterior. Dicho fenómeno es cuando se comienza a visibilizarse y no se detendría ahí, puesto que el aislamiento que recomiendan los médicos para pacientes con Covid-19, se fusiona con el que los miembros de la sociedad implementan sobre el contagiado, ya que, ante la noticia de dar positivo a la prueba, algunos miembros de mi familia, amigos y otros conocidos actuaron de manera similar, alejándose incluso del exterior de mi casa, ante el temor de poder enfermar.

Uno de los elementos que se reciente es la falta de socialización y el estado de ánimo debido a que ello baja tus defensas, eso en el mejor de los casos, cuando no afecta a tu sistema inmune y estás en la posibilidad de estar aislado en casa, pero ¿Qué pasa cuando ni siquiera puedes aislarte en tu propia casa?, es una situación desesperante dado que es un virus contagioso, y del cual se ha formado un estigma social, es un golpe muy duro pues la socialización es un elemento importante para sobrellevar el padecimiento; desde una llamada de un amigo hasta el mensaje son importantes, sin contar la sensación de ser tratado bajo parámetros específicos y diferentes a los del resto de la población.

En mi caso, experimenté: frustración, enojo, incertidumbre, tristeza y depresión, desencadenados a partir de saber que era positivo a Covid-19. Después de un momento comencé a pensar en que mi familia seguramente estaba contagiada al igual que yo, y esa se convirtió en mi principal preocupación.

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Imagen: cenie.ue

Los datos oficiales al respecto de la pandemia no son alentadores y aunados a la teatralización de los lamentables decesos que son presentados en los medios de comunicación, generó en mí un profundo pánico al imaginar lo que podría ocurrir en caso de necesitar una oxigenación artificial, ya que la disponibilidad casi inexistente y los elevados costos, del ahora tan valioso producto no era tranquilizante.

Por fortuna nuestros casos no lo requirieron y a pesar de que los síntomas fueran sumamente duros de resistir, lo hemos logrado: los dolores de cabeza, los músculos, las depresiones, las fiebres, el aislamiento y las transformaciones que sufrieron nuestros cuerpos y nuestras mentes al librar una batalla tan cruenta (contra un virus tan poco conocido), parece que van quedando atrás.

El sofocamiento, la fatiga, y las recaídas pueden surgir si no se lleva la recuperación y rehabilitación adecuada.

Lo que es cierto es que hay un margen contrastante muy marcado entre los enfermos y las personas “sanas”, dado que la enfermedad aparece cuando el organismo es modificado de manera tal que llega a reacciones catastróficas dentro del medio ambiente que le es propio. Si bien entendemos que es un virus letal que daña los pulmones (principalmente), otro factor que daña es el psicológico debido a que el encierro provoca ansiedad, debido a la no interacción social aparte de las secuelas ya conocidas como las mencionadas el miedo al salir por seguridad personal es constante.

El clasismo; el otro virus que ha proliferado con la pandemia

Por otro lado, la pandemia es un fenómeno que ha sacado el clasismo y racismo que vive la sociedad mexicana. En el momento de excluir a sujetos de piel oscura en conglomerados como:  mercados, fiestas locales, fiestas religiosas (el 12 de diciembre), con discursos en redes sociales de manera peyorativa “simios, no entienden” “ignorantes, porque no se quedan en casa”.

Cuando hay personas con una clase alta o media viajando a playas, centros comerciales, restaurantes, compartiéndolos en las historias de sus redes sociales, cuando también son personas irresponsables que no tienen consciencia del peligro para ellos mismos y los que los rodean.

Ahora bien, hay personas que por necesidad salimos a la calle, como tener familiares enfermos (no precisamente COVID), pero hay empatía y sentimiento de solidaridad de ayudarles en situación tan compleja. El virus es un enemigo diminuto, letal, pero no lo vemos, y eso lo hace aún más contingente. Aun llevando todo un protocolo de seguridad, hay quienes tienen la posibilidad de no salir, pero la realidad es que las brechas de desigualdad que remarcan esta situación son violentas, es como vivir en una barbarie civilizatoria, como diría Bolívar Echeverría.

Conclusiones

Esto es un análisis desde la posición en que se vivió el padecimiento. Aunado a esto se encuentra una latente hipervigilancia y está presente el castigo social que ejecutan aquellos que pretenden una superioridad moral o bien que aún no han enfermado y adoctrinan en cuanto a la ejecución, al pie de la letra, de las instrucciones dictaminadas por las autoridades sanitarias, por lo tanto en el momento que observan a algún sujeto que no lo hace, pareciera que esto detona un proceso mental que les brinda elementos para ejercer un constreñimiento hacia aquellos que, por diversas razones, han bajado la guardia de alguna forma frente al virus.

Esos vigilantes, si bien apelan a un razonamiento lógico, en el entendido de la coyuntura en que vivimos y cuyas acciones están supeditadas a la reproducción de un sistema desarrollado bajo parámetros de control social, no están exentos de trasladarse al sitio del vigilado. Dichos sujetos se han transformado a lo largo de esta pandemia en un nuevo vigilante que castiga o premia según sea el caso, y que se asienta en cada miembro de nuestra sociedad.

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Espacio para nuestros colaboradores ocasionales, quienes amablemente nos comparten sus reflexiones. En la Revista Consideraciones caben todas las opiniones.

Un comentario
  1. Avatar

    Anthon Ramiro

    Me parece un punto de vista muy válido y que pocos consideramos dentro de la cascada de infortunios que genera esta pandemia, los resagos psicológicos pueden ser tan letales como los fisico

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