Viernes de furia y rebelión de ciclistas en la CDMX
Claudio Gosan. Cicloactivista y cicloviajero
La noche del viernes 22 de enero, el #ViernesDeFuria, importantes arterias viales de la capital mexicana fueron intervenidas por centenares de ciclistas que reclamaron espacios seguros para transitar y exigieron justicia por el asesinato vial del ciclista Carlos Rivera, paramédico de 36 años de edad. Carlos encontró un destino lamentable en Calzada de Tlalpan a manos de dos automovilistas, uno de la Red de Transporte de Pasajeros, quien ya fue puesto a investigación por la Fiscalía General de Justicia (FGJ) y otro conductor particular que se dio a la fuga y de quien no se ha sabido hasta el momento su identidad.
#ViernesDeFuria. El compañero Carlos Rivera
La Ciudad de México es el escenario idóneo para las protestas ciudadanas; alberga las sedes de los grandes poderes políticos y económicos que representan la explotación y exterminio de la autodeterminación de los pueblos y el medio ambiente. La reacción social hace frente y se expresa con la toma de las calles para exigir el respeto de sus derechos; las calles se abarrotan de indignación y rabia contra esa violencia estructural. Por ello, vemos la consolidación de diversas expresiones ciudadanas, como lo ha sido últimamente el movimiento ciclista urbano, que utiliza la bicicleta como herramienta de acción política para la movilización de un nuevo sector organizado en el país: la Masa Crítica, que retoma la exigencia de espacios libres de violencia vial y se une a muchas de las viejas luchas populares de México.
Este caso de Carlos en la CDMX (#JusticiaParaCarlos), como el de Jacinto L. Guzmán en Mérida (#JusticiaParaJacinto), o el de nuestra amiga Carolina Espinoza (#JusticiParaCariño), y Mario Trejo (#JusticiaParaMario), miles de atropelladxs más (#JusticiaParaTodxs), han desatado multitudinarias manifestaciones con rodadas locales y nacionales al grito de “¡Ni una más, ni una más, ni una biciblanca más!”. Muchas de éstas van fortalecidas por la instalación de Bicicletas Blancas en memoria de lxs caídxs y como recordatorio para los gobiernos de su ineficiencia para resolver las problemáticas planteadas por este sector bicicletero (#NiUnaBiciBlancaMas, #NiUnCiclistaMenos).
La justicia institucional encargada de atender estos incidentes de tránsito se ha caracterizado por su inacción, corrupción y violación de los derechos civiles cuando se trata de una adecuada atención a víctimas viales y a sus familiares; prevalece la impunidad legal cuando se trata de castigo a los cochistas responsables de graves incidentes de tránsito, la mayoría son liberados con tan solo pagar su multa económica y una ligera temporada en prisión y, lo peor, no se les revoca definitivamente la licencia de manejo o la concesión de operación en el caso del transporte público.
Para darnos una idea de la dimensión del problema, las cifras oficiales muestran que tan sólo en 2019 ocurrieron 691,046 accidentes de tránsito terrestre en zonas urbanas y suburbanas del país, de los cuales 4,125 fueron fatales (INEGI); en 2020 hubo al menos 1,799 accidentes viales de ciclistas en la capital (datos abiertos CDMX); y las cifras no oficiales nos dicen que, de todos esos siniestros, al menos 450 fueron atropellamientos fatales para ciclistas en ese mismo año, conforme a los datos del Informe Ni una muerte vial.
Es inimaginable cuántas personas fueron víctimas de conductores automotores y del sistema judicial mexicano. En la CDMX, la sociedad organizada ha contabilizado entre 6 y 10 casos fatales de ciclistas atropellados, lo que ha provocado una gran indignación en este sector pedalero de la población y vemos bicicletas acuerpando contingentes que bloquean las calles con gritos de verdadera rabia cada vez que se sabe de un atropellamiento vial de ciclistas (#NoMasMuertesViales). La Ciudad de México estaría completamente paralizada si cada vez que ocurre una muerte vial nos manifestáramos como sociedad civil en solidaridad con las víctimas. Suena difícil de creer, pero puede suceder si se toman manos en el asunto. La ciudad debe dejar de ser gobernada por el poder automovilista (#BicisVsCars).
Por las calles vemos a conductores con o sin licencia que no conocen las reglas de tránsito que deben seguir para circular; los tenemos conduciendo en estado de ebriedad, a exceso de velocidad, con celulares en la mano y, finalmente, arrebatando impunemente la vida de personas y animales en esta ciudad. Mientras, las autoridades hacen caso omiso, se compartan de forma corrupta y violan los derechos ciudadanos cuando dejan en total impunidad cada incidente vial y en total indefensión a las víctimas. Aunque también veamos ciclistas kamikazes por las calles, con una bicicleta no matamos a nadie: los cochistas sí.
Como se ha mostrado en la última década en lo que concierne al reclamo de infraestructura segura y sustentable, los gobiernos y empresas inauguran extensas pero ineficientes redes de ciclovías que, en el fondo, responden a sus intereses económicos y desatienden las necesidades reales de movilidad, lo que representa un desperdicio de recursos públicos para este rubro. Si revisamos la infraestructura ciclista (ciclopistas, ciclovías, carriles compartidos, Ecobici, bici estacionamientos masivos, etc.), ha sido dispuesta entre las colonias burguesas y, sobretodo, conectan al sector consumidor con las regiones de consumo, privilegiando la vista “bonita” por encima de la integridad física de los usuarios en las calles de esta ciudad monstruo (#CriticalMassMx).
El gobierno capitalino tiene una cuenta pendiente por tanta inseguridad vial y debe responder seriamente por cada víctima. ¡Frente a la violencia cochista, Autodefensa ciclista!
La rebeldía y la rabia viajan en bicicleta
Desde sus inicios en los años noventa, el movimiento ciclista y la incipiente Masa Crítica pedalera, han engrosado sus filas con nuevas simpatías y métodos para la protesta social, pues cada persona que usa la bicicleta como medio de transporte se identifica en cada caso de atropellamiento y decide salir a las calles para su denuncia. Desde ciclistas domingueras, cicloviajeros y deportistas, hasta quienes dependen económicamente de la bicicleta como mecánicos, repartidores, mensajeros, comerciantes, bicitaxistas o tan sólo entre quienes usamos la bici para ir al trabajo o la escuela. Tanta es la empatía y solidaridad que se despierta entre la comunidad bicicletera, que se han formado múltiples colectividades de cicloactivistas independientes dedicadas a la organización ciclista en pro de ciudades más humanas. A ello le suman la defensa del medio ambiente y del territorio, el movimiento de víctimas o del movimiento feminista independiente, entre otras.
Actualmente, cada movilización pedalera surge casi de manera espontánea y creativa. Se convoca desde las redes sociales y se obtiene respuesta inmediata por la facilidad de movilidad y su asombrosa posibilidad de incidir sobre más territorio, así, centenares de ciclistas acudimos al llamado solidario donde se consolida una verdadera e incontenible comunidad bicicletera crítica, capaz de accionar cuando se requiere ante alguna contingencia vial o fortalecer las luchas de los pueblos. Las bicicletas se arraigan como una vanguardia más en los movimientos sociales urbanos: politizadas, organizadas y cada vez más utilizadas para la toma civil del espacio público, se plantan como otro sector incómodo para los representantes del poder político-empresarial; son la libertad de acción y la movilidad del pueblo; la bici es autonomía, en su más amplio significado de la palabra.
En bici nos apropiamos de la ciudad con todo y sus peligros. Socializamos en bicicleta, con ella y por ella también; recreamos y resignificamos las calles y carreteras a nuestra manera; renunciamos a los privilegios automotores contaminantes que también someten a las clases populares de México. La bicicleta representa ecología, rebeldía y emancipación entre los sectores populares del mundo; con ella se ha conquistado un verdadero derecho al espacio público y a la protesta con pedales en los pies y pancartas en las manos. La bici, en todas sus modalidades, atenta contra el poder y teje comunidad crítica organizada (#BicisVsElCapital).
Con esto, ejemplificamos un poco cómo se activa el movimiento ciclista que se vale de la bicicleta no sólo como una alternativa efectiva y afectiva de movilidad, sino que también ha fortalecido la protesta social para la defensa del territorio: territorio bici y territorio cuerpo.
Predeciblemente, vienen más días y noches con ruedas de rabia. “NO ESPERES A QUE SEAS TÚ”.