#FuerzaPresidente. Consideraciones no puede callar ante tanto odio

El Presidente Andrés Manuel López Obrador anunció, por redes sociales, que se contagió de Covid-19, la enfermedad que azota al mundo. Era cuestión de tiempo, porque el presidente no había dejado de trabajar, salvo en algunos momentos críticos de la pandemia. Las conferencias mañaneras continuaron; las giras por el país para supervisar el avance de obras estratégicas para la nación, se mantuvieron; incluso, las reuniones diarias con el gabinete de seguridad y las responsables de la pandemia ocurrieron casi sin interrupción. El presidente López Obrador se contagió trabajando de forma intensa.

De forma inmediata, miles de bots fueron activados en las redes para expandir el sistema de odio preferido por la oposición. No es algo sorprendente, pero es una muestra ridícula de mezquindad y miseria de quienes pretenden regresar al poder. Las redes se llenaron de abiertos deseos de muerte contra Andrés Manuel, así como de frases “graciosas” e “inteligentes” que, en el fondo, no podían ocultar una felicidad homicida, a pesar de estar disfrazadas de análisis político.

Periodistas, empresarios, analistas, comediantes, conductores de radio y tv, youtubers y políticos, lamentaron, con hipocresía, la enfermedad del presidente. No es para menos. Muchos de ellos dejaron de percibir enormes cantidades de dinero a la llegada de Andrés Manuel a la presidencia; otros, tuvieron que pagar impuestos adeudados hace casi diez años; otros más, perdieron la credibilidad por apoyar, en el pasado, a quienes destruyeron el país. No hay uno sólo con la dignidad incólume.

Con el presidente enfermo, tenemos un problema; si su salud se agrava, el país estará en un problema inmenso. La salud de Andrés Manuel López Obrador nos mantiene entre la continuidad y una convulsión política y social sin precedentes. Los lazos con la nueva administración de Estados Unidos aún son frágiles; la oposición política y empresarial en México ha demostrado, desde hace años, que son capaces de cualquier cosa por conservar el poder; la delincuencia organizada tiene las manos adentro, muy adentro, de las instituciones del Estado; y del otro lado, más de 30 millones de mexicanos tienen una confianza indiscutible en el presidente y, muchos de ellos, tomarían las calles ante un posible regreso al poder de quienes destruyeron a este país. En la salud del presidente se encuentra la posibilidad de una crisis social de dimensiones históricas.

El contagio del presidente es un asunto de seguridad nacional. A pesar de no compartir la agenda social de diversas organizaciones de izquierda, la administración de Andrés Manuel representa una oportunidad única de reformar, hasta donde se pueda, las instituciones del Estado.

No podemos, como organización periodística, observar el odio generado contra Andrés Manuel López Obrador y quedarnos callados. No podemos porque quienes vienen detrás suyo, para reapropiarse del país, ya tuvieron sus respectivas oportunidades y no hicieron sino saquear al erario y violentar a la sociedad, especialmente a los grupos más pobres. No podemos porque de ellos viene toda la violencia, la actual y la del pasado, en las calles y en las redes. No podemos callar ante su festín con una persona enferma por uno de los virus más peligrosos de los últimos cien años. No podríamos quedarnos callados ante tanto odio.

La Revista Consideraciones mantiene, en esta ocasión, un puño en alto, en señal de resistencia y se une, como organización, a los buenos deseos de millones de mexicanos: #FuerzaPresidente.