Gato con Lentes

Este maldito virus nos está arrebatando todo


octaviosolis

22 enero, 2021 @ 8:20 am

Este maldito virus nos está arrebatando todo

En esta vida sólo dejamos dos cosas: afectos y obra

A mi abuela*, o mamachi (como prefiere ser nombrada)

Desde marzo no existe la certeza. Ninguna vida, empleo, están seguros. Ni siquiera el DOLOR por nuestros muertos tiene una morada, pues no hay rituales, ni liturgia, ni ceremonia o posible despedida que anuncie su sublimación.

Este maldito virus nos ha quitado tanto, casi todo; poder decir adiós, colmar el último aliento a quienes amamos, por eso me aglutino entre palabras, me arremolino en mi deseo de guardar -para sanar-, mi memoria. No, no has vencido muerte, porque aún crece en mi la esperanza, esa raíz eterna de la vida por preservar a nuestros viejos, por sostener su legado.

Mi abuela no es una figura tierna, pero todas ellas, las abuelas, burlan hasta la ternura y nos dejan siempre su marca, en un guiño, un consejo, hasta en un guiso, que confieso, preservaré hasta la tumba. La pérdida de un abuelo o abuela es mutilar una parte de nuestro ser.

Imagen: Las tres hermanas con su hermano. Herederas de la tradición del pan y chocolate de Oaxaca. De izquierda a derecha: Avelina, Emilia, Tina (mamachi) y Juan. Cuando me hablan del pan de muerto, para mi es el de yema, con sabor a mantequilla y con su carita de adorno. Mi abuela ha mantenido viva la tradición del chocolate; pareciese que más por mantener viva la memoria de su familia, su identidad, su legado, que por otra cosa. Mujer de trabajo, práctica, religiosa, siempre alegre, tímida, discreta, prodigada anfitriona, siempre atenta, observadora, conversadora.

Los sitios, las calles, las casas, las ciudades son incoloras y sin sabor cuando las abandona esa alma que les da sentido. Por eso me pregunto ¿Qué sabor tendría el terruño, a qué sabrán mis visitas a Oaxaca sin ella? Espero que mis hijas prueben esas maneras suyas de legarnos sus afectos en la mesa.

Aunque en el fondo de todos estos dolores, lo único que no podemos permitir que nos arrebate el enemigo invisible, es la ESPERANZA. Con ella retomaremos la vida, construiremos de nuevo nuestras certezas, tejeremos el aliento de cada día, porque en tanto haya esperanza, habrá siempre un camino.

Hoy podría irse de este mundo terrenal mi raíz mística. Aquella a la que recurro para encontrar sentido cuando la razón queda ciega.

Y con el estribillo de Silvio Rodríguez, entonado con fervor en el pecho y con la fe requerida: “Nadie se va a morir menos ahora…” te saludo. En contra sentido, porque nuestros muertos mueren sólo cuando se les abandona en el frío sepulcro, lejos del calor de la memoria…

 

*Quien en este momento está luchando como una guerrera contra la Covid-19, en un hospital de Oaxaca. Aislada, intubada, pero no sola, pues estoy seguro que su enorme fe en Dios le ha ayudado hasta ahora.

Sociólogo y Comunicólogo por la FCPyS de la UNAM. Autor del libro Epifanía política y El fin de una era en la UNAM. Twitter @octaviosolis

Un comentario
  1. Ana María Canseco Dávila

    Así es mi querido Octavio se nos fué (nanachi) como ustedes la llamaban con tanto cariño pero tienes que ser fuerte y déjala ir para que tenga un camino libre y logré la gloria amén te mando un fuerte abrazo

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