El miedo ya no funciona contra la pandemia ¿Y ahora?
Los semáforos sanitarios y los datos de ocupación hospitalaria pierden relevancia. El dato del 87% o 91% solo nos aturde y generan ansiedad. Los dispositivos de contención gubernamental como semáforos y recomendaciones de quedarse en casa caducaron. Gatell demostró que ni él se queda en casa y que la gente puede llevar el virus del semáforo rojo al verde sin ningún problema. Es momento de reconocer que estamos en otra etapa donde el virus nos alcanzó y convivimos con él.
En los primeros meses de la pandemia el objetivo fue mantenernos lejos del virus, pero en la etapa actual es evidente que el virus está en todas las comunidades. La negación de esta realidad hace que miles de personas se desgasten buscando pruebas, buscando el resultado que les de tranquilidad. Pero dadas las circunstancias esto redunda en pérdida de tiempo y recursos. Exponerse a bajas temperaturas en la calle complica las neumonías y retarda la atención. Aceptémoslo, en estos momentos el tratamiento y cuidado de cualquier afección respiratoria debe atenerse a lo que temíamos pero debemos aceptar, el Covid ya nos alcanzó.
La comunicación en nuestras comunidades debe dar un giro. Es momento de pasar de la advertencia a la contención. Los efectos de la pandemia van a seguir afectando y transformándonos. La comunicación debe orientarse a asumir lo evidente. Vamos a convivir con el virus y sus efectos de forma permanente. La ciencia no tiene todas las respuestas, ni el sistema médico hospitalario puede contener el peso de la crisis. La respuesta debe ser una mezcla de razones e intuiciones.
La crisis y saturación del sistema hospitalario da pie a revalorar las muchas otras formas de contención y tratamiento de la enfermedad en nuestras sociedades. Los hogares y las comunidades son nuestras trincheras naturales y en ellas recae el soporte. Tenemos que aceptar que tarde o temprano nuestro sistema inmune tendrá que lidiar con el nuevo virus. La agenda gubernamental debiera orientarse a fortalecer el sistema inmune, se tendría que bajar aún más el volumen de actividad y fortalecer la labor de los sanadores comunitarios. Las medidas enunciadas no están en la lista porque contradicen el sistema capitalista.
La crisis nos obliga a escuchar a quienes vienen trabajando la salud desde otros enfoques. Las comunidades deben reforzar sus lazos y orientarse a la contención terapéutica, económica y de salud. El aislamiento a secas no es viable, ante la caída de los enfermos los asintomáticos y quienes se recuperan rápido salen en defensa, hay que pensar más allá del confinamiento en una respuesta gregaria estratégica. El 2021 es un año para reconocer las muchas otras herramientas con las que podemos afrontar la crisis.
Hoy la mejor inversión es fortalecer el sistema inmune, descansar, hidratarse, volver al cuerpo como principio y fin. El cambio de enfoque solo puede venir de la comunicación comunitaria, todos estamos llamados a aportar tranquilidad y herramientas para que el transito sea menos angustioso aunque ese tránsito sea hacia la muerte misma. La muerte vino a dotar de sentido nuestra vida, hay que aceptarlo y asumirlo ya.