En la recta final de las elecciones de MORENA

“No temas a los enemigos que te atacan,

teme a los amigos que te adulan”

Álvaro Obregón

Fernando Martínez  @fernandomtzf  y   Jorge Grana  @jorge_grn

La disputa por la dirigencia de Morena está a punto de culminar. Estamos a horas de que se defina quién estará al frente de la primera fuerza política del país.

Muñoz Ledo, el viejo lobo

Porfirio se refiere a la presidencia de MORENA como el último acto de su vida pública. El triunfo lo haría pasar a la historia como el único en presidir tres partidos diferentes: PRI, PRD y MORENA.

“La política nunca te deja, como el arte. Los pintores pintan hasta que se mueren”, respondió el diputado al ser cuestionado sobre su edad en una entrevista con Elena Poniatowska para La Jornada. El político de 87 años cuenta con la experiencia que sólo los años dan. Sabe cómo moverse en las entrañas del sistema.

Muñoz Ledo ha mencionado que de ganar la presidencia del partido se marcará una línea entre el partido y el presidente. Pretende un partido crítico, pero que a la vez respalde a López Obrador. Bajo la lógica de: “una cosa es el gobierno y otra el partido”, el experredista busca separar a Morena de AMLO para evitar las viejas prácticas que caracterizan a los gobiernos del PRI.

El politólogo Daniel Cosío Villegas en “El Sistema Político Mexicano” describió que nuestro sistema político giraba en torno a dos elementos: una presidencia fuerte y un partido oficial. Esa lógica es la que busca impedir Muñoz Ledo.

“Antes los partidos políticos eran satélites del gobierno; ahora hay pluralidad”  dice Porfirio. Sin embargo, con el fallo del TEPJF para otorgar registros a partidos afines al proyecto de Andrés Manuel, podrían truncarse las aspiraciones del diputado.

Por otra parte, cuando el expriísta intentó tomar protesta -a la mala- como presidente en las instalaciones de Morena proclamándose ganador de la encuesta, fue frenado por un grupo de feministas que lo acusaron de acosador sexual. Estas denuncias tienen que ser investigadas y en su caso sancionadas.

La situación que viven las mujeres en el país es alarmante. El cargo no es un cheque en blanco para la impunidad, Porfirio debe aclarar estas acusaciones. Hasta la fecha de la publicación de este artículo, sigue sin existir alguna declaración al respecto por parte de Muñoz Ledo.

Afirma: “voy a pasar a la historia porque logré influir en la vida pública de México desde los años 70”. Claro, también lo hará por haber respaldado las decisiones de Díaz Ordaz en el ‘68 y por cambiar de partido según sus intereses.

Mario Delgado, ¿nueva izquierda?

Mario Delgado es una figura completamente diferente a Muñoz Ledo. Es parte de la tecnocracia nacida en el neoliberalismo y acomodada en la izquierda. Gente que ya no vivió la represión de los gobiernos priístas sino la apertura del sistema.

Mario pretende reavivar los tiempos del “Sí, señor presidente. Lo que usted diga, señor presidente”. A esos lambiscones son a los que se refería Porfirio. Es gente incapaz de criticar a una figura, una postura, porque temen que desde Palacio Nacional les quiten sus pequeños cotos de poder. Esto solo refrenda lo que escribió Cosio Villegas hace casi 50 años.

Muchas personas que siguen a López Obrador en ocasiones no tienen la capacidad para reconocer que lo que está haciendo no es conveniente para el país. Cómo no vamos a criticar esas posturas si son idénticas a las de los años donde la gente en las filas del PRI no le decía que no al señor presidente.

Porfirio ha contribuido a la división al interior del partido. Desde las acusaciones a Mario Delgado por uso de recursos públicos con fines electorales hasta las declaraciones donde vaticinaba la expulsión de Delgado y Marcelo Ebrard para evitar que éste último consiga la candidatura presidencial.

De seguir apostándole a la división y no a la unidad, las elecciones de 2021 serán catastróficas para el partido, el proyecto nacional y el país. Aunque las elecciones en Coahuila e Hidalgo no reflejan el panorama nacional sí son un aviso de lo mal que está el partido.

Ya no estamos frente a la pregunta de quién es el mejor líder sino quien puede cohesionar a todo el partido-movimiento. ¿Qué será del partido cuando Andrés Manuel ya no esté? ¿Qué pasará con el movimiento, con la 4T? ¿Hacia dónde caminará el proyecto y sueño de generaciones enteras?

El fantasma del PRI recorre la esencia de ambos políticos. A Porfirio por querer romper con las viejas prácticas usando esas mismas prácticas, lo cual le resta legitimidad ante parte de la militancia joven. A Mario por su posición ante la figura presidencial, la cual engrandece al estilo tricolor de los años setenta.

El discurso de Muñoz Ledo es todo menos conciliador, el de Delgado es todo menos crítico. Si el primero gana la presidencia tendrá que cambiarlo para unir a las facciones del partido. Si gana el segundo tendrá que evitar que el presidente absorba su raciocinio.

¿Algún día se reconciliarán el “Batman” y “Robin” de la democracia mexicana?