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Radiografía de los candidatos para dirigir Morena (II)

Colaboradores


23 septiembre, 2020 @ 8:50 am

Radiografía de los candidatos para dirigir Morena (II)

Fernando Martínez @fernandomtzf   y   Jorge Grana @jorge_grn

Parte II de II

Hace un par de días publicamos en este medio la primera parte Radiografía de los candidatos Parte I de esta biografía política de los aspirantes a dirigir el partido político con mayor presencia en México: Morena.

Gibrán, el hijo del salinismo

Gibrán Ramirez Reyes es, según algunos, la nueva sangre del obradorismo. Es egresado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, y hasta hace unas semanas se desempeñaba como Secretario General de la Conferencia Interamericana de Seguridad Social (CISS).

Gibrán se describe como alguien humilde proveniente de una familia de maestros en Iztapalapa. Tal versión fue desmentida por Pedro Salmerón en un artículo titulado “¿Humilde hijo de maestros?”. En él menciona que el padre de Ramirez Reyes es Rodolfo Ramirez Raymundo quien fuera asesor del subsecretario de Educación Pública, Olac Fuentes Molinar, durante el sexenio de Salinas de Gortari.

Aunado a su verdadero origen, se ha cuestionado su falta de transparencia en el ejercicio de recursos al frente de la CISS. Salieron a la luz cuentas de viajes al extranjero donde el funcionario era acompañado por un grupo de personas cercanas a él, las cuales hacían uso indiscriminado del erario.

Con las credenciales que tiene, el papel de Gibrán debería estar más enfocado en la defensa del proyecto político con el que simpatiza desde el debate académico e intelectual, lugar donde Morena carece de personalidades serias. Ante la militancia tendrá la difícil tarea de desmarcarse de los medios en donde participa.

Citlalli Hernández, la popular

Es una de las aspirantes más reconocidas. No fue ella quien promovió su candidatura ni usó el Senado como plataforma de (pre)campaña, como sí lo han hecho otros aspirantes. Fueron los jóvenes -quienes la han visto caminar de la mano de la gente-, quienes pidieron se postulara a la dirigencia nacional.

Astutamente leyó los tiempos políticos y de ser aspirante a presidenta, se subió a la carrera por la olvidada Secretaría General para ir en fórmula informal con Muñoz Ledo. Es cierto que la juventud y la inexperiencia le juegan en contra, pero tampoco podemos negar que a la vieja clase política le hace falta un relevo generacional.

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Attolini, el vendido

Antonio Attolini es egresado del ITAM, institución que nace a la par del desarrollo del sistema neoliberal en nuestro país y una reconocida fábrica de tecnócratas. Attolini saltó a la fama por ser uno de los protagonistas del #YoSoy132, un movimiento que surge como respuesta a la campaña de Peña Nieto en 2012.

Attolini es un oportunista en busca de espacios más grandes que sus capacidades. Es un interesado que se colgó del fracaso de un movimiento para incursionar en programas donde se vertían impresiones de los que en algún momento gritaban a los cuatro vientos: “Televisa te idiotiza”. El caso de Attolini es similar al de Genaro Lozano.

En una prueba más de sacarle provecho a una situación, Antonio busca la Secretaría General de un partido que no comparte su visión. ¿Es necesario recordar cómo este personaje apoyó la Reforma Energética de Peña Nieto? ¿Con qué credenciales busca representar Morena?

Antonio Attolini está convencido de que puede lograr su cometido, no es para menos, algunas encuestas lo respaldan. Sin embargo, falta que convenza a los militantes y simpatizantes cansados de la tecnocracia que se ha ido sumando a la 4T.

Perspectivas

El proceso de renovación de la dirigencia de Morena ha sacado a la luz lo frágil que es como partido. La ambición de algunos de sus militantes es apoderarse del partido para encaminarlo hacia sus propios intereses, eso también es corrupción. A ésta la entendemos de una manera muy sencilla, es el abuso del poder para beneficio propio.

¿Con qué cara viene Mario Delgado a pedir la dirigencia de Morena cuando no ha logrado sacar temas importantes de la agenda de la Cuarta Transformación? ¿Por qué sigue haciendo campaña sin separarse del cargo usando a diputados federales como monigotes? ¿Es que acaso no puede hacerla sin los reflectores de la Cámara? ¿Quién está financiando todos sus eventos?

¿Cómo puede Porfirio Muñoz Ledo aspirar a dirigir Morena cuando aún conserva muchos rasgos de su vieja escuela priista? Sin entrar en un tema de discriminación, ¿su edad y condición de salud aún le permite asumir el encargo? ¿Por qué volver con los viejos lobos de mar?

¿Yeidckol todavía puede tomar las riendas de un partido que ya no la quiere? ¿Por qué quiere volver al puesto que gracias a sus constantes sabotajes dejó inerte al monstruo que arrasó en las elecciones de 2018? ¿Por qué Alejandro Rojas insiste en meterse a la contienda cuando su facción es, quizá, la más denostada de todo Morena? ¿Por qué sus constantes cabildeos con el Tribunal Electoral y con el Poder Judicial en general?

¿De qué manera se desmarcan Delgado, Gibrán y Atollini de la escuela neoliberal que traen detrás? ¿Qué legitimidad política pueden tener candidatos inflados por los medios tradicionales como Gibrán y Atollini? ¿Cómo el relevo generacional comienza con gente oportunista? ¿A qué grado llega el pragmatismo que hace un par de años Atollini apoyaba el saqueo a las arcas públicas con la reforma energética y hoy quiere la Secretaría General?

La convocatoria reúne a los dos extremos de la clase política, la vieja escuela y los nuevos actores que buscan posicionarse. El choque de generaciones se irá agudizando con el paso de los años si el relevo generacional no se empieza a ver.

La nueva dirigencia de Morena será ilegítima independientemente de quién gane. Los sectores inconformes amenazarán con -de nuevo- judicializar el proceso. No será sorpresa si hay escisiones rumbo a 2021 y 2024, desgraciadamente la conformación de nuevos partidos será hasta después de las siguientes elecciones presidenciales.

En la antesala de la encuesta oficial ya existen pugnas entre diferentes grupos al interior del partido. Las últimas semanas han sido de roces internos en donde los aspirantes se han tachado de telecandidatos, inexpertos, priístas o interesados.

La próxima presidencia tiene la complicada tarea de conciliar las facciones -existentes- del partido. Solo la unidad en torno al proyecto común del obradorismo podrá cohesionar a los distintos grupos políticos. Gane quien gane tiene la titánica labor de unir a un partido hecho pedazos.

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