“Esto tiene que parar”, el nuevo berrinche de la “intelectualidad” mexicana
Ha circulado una carta titulada “En defensa de la libertad de expresión”, cuya rúbrica es “Esto tiene que parar”. Quienes firman reclaman que el presidente Andrés Manuel López Obrador tiene “bajo asedio” la libertad de expresión, y con ello la democracia; ambas, sugieren, se encuentra en un total y absoluto peligro. Este comunicado lo firman más de 600 personas y, además, la reproducción masiva del comunicado en distintos medios de comunicación y en redes sociales es algo que no debería sorprender. Curiosamente es esta misma libertad de expresión la que les ha permitido publicar columnas de opinión, cartones políticos, organizar foros, hablar en espacios televisivos, criticar en redes sociales y, por si no fuera suficiente, hasta utilizar los mecanismos más bajos de la crítica en contra del hijo menor del presidente.
Libertad de expresión… ¿limitada?
Contabilizar cuántos comunicados, desplegados o manifiestos se han publicado en contra del presidente Andrés Manuel López Obrador en lo que va de su sexenio, nos podría dar algunos indicios de dónde se encuentran parados actualmente estos abajofirmantes y de cómo entienden el proyecto de la 4T. Es clara la postura que han asumido algunos periodistas, “intelectuales”, académicos y otros personajes –la mayoría de la vida pública– respecto al ejercicio del poder emanado desde la tribuna de la presidencia.
Quienes firman han invertido la fórmula: creen que sólo son ellos los que tienen ese derecho a la libertad de expresión. Son ellos, sus espacios y su conjunto de amigos, quienes creen dictar hacia dónde debemos dirigir esa libertad de expresión, de modo que, si desde “La mañanera” se intenta ejercer el derecho de réplica –y además se utiliza como una trinchera en donde se aclaran y desmienten algunas noticias publicadas por los grandes medios y columnistas–, entonces ya es visto como una figura de presión en donde se propaga el odio y la división.
Asegurar que la democracia está en peligro desde que llegó López Obrador a la presidencia es exactamente la misma propaganda utilizada en 2005, cuando se le atacó y descalificó en campaña, dejando así el camino libre para que Felipe Calderón pudiera realizar un fraude electoral. Escuchar que la democracia está en peligro ya no debería parecer un fenómeno nuevo, ya que lo mismo se ha dicho en distintos países de América Latina cuando llegan gobiernos con un enorme respaldo popular y, además, cuando se tocan intereses económicos. Lo mismo se dijo de Hugo Chávez, de Evo Morales, de Lula da Silva, de Rafael Correa y de otros presidentes que decidieron romper en mayor o menor medida con las dinámicas del neoliberalismo.
Por otro lado, es alarmante que quienes firman tengan que sostener sus peticiones en banderas políticas e ideológicas en las que más de uno ni siquiera tiene presencia. Utilizar la lucha de las mujeres y del feminismo como una táctica de ataque es una estrategia política deplorable, porque es más que obvio que estas movilizaciones no tienen relación alguna con buena parte de estos firmantes. Esto demuestra que quienes firman hicieron uso de todo aquello en lo que el presidente ha tenido complicaciones para resolver o generar acuerdos, con el único fin de utilizarlo como golpeteo político.
¿Qué nos país nos hubieran heredado quienes firman, si con el mismo ahínco con el que le exigen día tras día a López Obrador le hubieran exigido a los gobiernos anteriores? Es en este sexenio en donde, curiosamente, emergen todas las preocupaciones y todos los peligros posibles. Si con la misma avidez con la cual critican al actual gobierno se le hubiera criticado a los exgobernantes –quienes, por cierto, cada vez están más cerca de ser enjuiciados– no cabe duda que estaríamos, ahora sí, en ese país de perfección que imaginan los opositores. La fórmula está invertida: sus mentiras, sus ataques, sus noticias falsas y sus encabezados tendenciosos, son un claro ejemplo de que existe la libertad de expresión. Pero desmentir esos ataques, las noticias falsas y los encabezados tendenciosos, dicen ellos que es una señal de que “vamos directo hacia una dictadura”.
No debe perderse de vista que se avecinan las elecciones intermedias del 2021 y que estos desplegados, más los que se sumen en el camino, en realidad son parte del juego político que busca crear un bloque amplio opositor en contra del presidente y de Morena. Quienes firman han tomado una postura clara y, en “pro de la democracia”, nos les importará volver a votar por el PRI, el PAN o el PRD. Todo sea por nuestra bendita democracia, claro que sí.