De Norte a Sur

Los labios rojos de Francisco I. Madero: ¿resignificación del arte o vandalismo?

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9 septiembre, 2020 @ 10:25 pm

Los labios rojos de Francisco I. Madero: ¿resignificación del arte o vandalismo?

Diego P. Alba / @diegop_alba

“La vida es primero, pero la destrucción de la historia no es la solución”, escribió Jomanu Art –autor de la pintura de Francisco I. Madero intervenida por el grupo feminista que ocupa la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH)–.

La frase fue publicada en redes sociales por el mismo artista, acompañada de una fotografía donde se muestra la obra de arte después de ser intervenida. En ella se puede observar la imagen del personaje revolucionario con los labios pintados de rojo, cabello morado, decoraciones de flores y estrellas moradas sobre su traje y la leyenda “ACAB” sobre su frente, refiriéndose al acrónimo en inglés All Cops Are Bastards, en español: Todos los policías son bastardos.

Foto de internet.

El ultraje a un héroe nacional

En palabras del presidente Andrés Manuel López Obrador, la acción constituye un acto de vandalismo y violencia al ultrajar la imagen de un héroe nacional, máxime, un ícono para la vida política de México, pues Madero es considerado el “Padre de la democracia”. Además, el cuadro forma parte de los bienes resguardados por la nación y como tal constituye el patrimonio histórico de la misma.

Resulta ideal optar por la conservación y protección de los referentes artísticos patrios, remembrando los pasajes históricos por medio de obras que vanaglorien la conducción política del país a lo largo de los años. Desafortunadamente, la misma historia y nuestra experiencia dan cuenta que la práctica en la administración pública no siempre ha plasmado todas las perspectivas sociales en los cuadros, pinturas, canciones u otras expresiones artísticas.

La resignificación de una obra de arte

Como mexicanos y mexicanas duele presenciar nuestro arte e historia dañadas, pero parece doler más ver nuestra realidad ultrajada, pues es entonces cuando logramos percibirnos a todos nosotros ultrajados o peor: a nosotros mismos como ultrajadores por nuestra indiferencia e inacción.

Ya sea por un comportamiento de negación, no toleramos confrontar la avasalladora realidad cuando nos encontramos incómodos ante ella. Enfrentar nuestros errores como nación, en este tiempo, requiere hacerlo sobre el lienzo de nuestra responsabilidad y de nuestras decisiones, es decir, en el campo de los hechos y no de los simbolismos ni de las culpas de épocas anteriores.

De ninguna manera pretendo ser esquivo de la importancia en la protección de nuestra historia, nuestro arte y nuestra cultura, pero sí resaltar la necesidad –aunque dolorosa– de una inevitable confrontación entre el ideal fantasioso de una actual política óptima y la realidad en la conducción de la administración pública, el fomento y protección de los derechos humanos y la impartición de justicia.

Foto de internet.

Lo anterior puede ser la idea base plasmada sobre la pintura recientemente intervenida: una incómoda confrontación con la realidad mexicana entre la solemnidad política –representada por una pintura institucional encarnada en el personaje de Madero– y la desmoronada estrategia social y de protección de derechos humanos representada por las coloridas adiciones de los símbolos feministas. Un “rayón” al ideal de una política mexicana aparentemente impecable.

Francisco I. Madero, el “apóstol de la democracia”

Francisco I. Madero fue un incansable luchador por la democracia, considerado como uno de los políticos más liberales en la historia de México. Archivos periodísticos y hemerográficos dan viva cuenta de ello en razón de la gran cantidad de sátiras y caricaturas sobre él mismo, por las cuales Madero no se pronunció en contra ni hizo intentos por censurarlas. Hecho que evidencia las libertades que buscaba brindar a periodistas, críticos y a la población en general respecto de su gobierno.

Muchos podemos suponer, de acuerdo con perfiles biográficos de Madero en diversas fuentes históricas, que de encontrarse vivo y conociendo la realidad de los problemas que enfrenta el país, es posible que él mismo apoyaría la causa feminista, fomentaría el dialogo y preponderaría el ultraje de los mexicanos antes que el de su propio retrato.

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