El oscuro origen de la tragedia en Beirut

Diego P. Alba  @diegop_alba

En Líbano se vive un duelo, el país está de luto por la pérdida de vidas. El sufrimiento de la población civil ha sido patente, una vez más, por las armas de destrucción masiva.

De acuerdo con información oficial, autoridades libanesas atribuyen la explosión de la bodega en el puerto de Beirut al manejo y almacenamiento negligente de nitrato de amonio, un compuesto que, en grandes cantidades, es también utilizado para la fabricación de armamento.

¿A quién pertenecía el nitrato?

Que haya sido considerado como un “accidente” no debiese restar importancia al suceso. En todo caso, ¿por qué se contaba con tal cantidad de nitrato de amonio en una zona tan concurrida? (más de 2,700 toneladas, cantidad que supera lo permitido), ¿a quién pertenecía tal material químico?, ¿es posible que no se haya inspeccionado la instalación en algún momento?, ¿acaso existen otras bodegas en algún otro sitio del país con compuestos químicos semejantes?

Las respuestas a estas interrogantes aún parecen distantes y podemos encontrar en muchos artículos, notas periodísticas y entrevistas de televisión diversas hipótesis sobre posibles responsables, desde los entramados más complejos como el de una infiltración israelí, la actuación de “falsa bandera” por parte de Hezbolá o las autoridades libanesas hasta la actuación negligente y corrupta de autoridades portuarias libanesas. Lo cierto es que la mayoría de los que compartimos un análisis sobre esta catástrofe, expresamos nuestra opinión desde una posición resguardada y alejada geográficamente de la zona de emergencia. Y es que, si bien tal situación es una ventaja para el análisis objetivo de la contingencia en Líbano, también nos priva (consciente o inconscientemente) de la observancia de los hechos desde la perspectiva humana, desde aquellos seres humanos que viven en carne propia los embates de la devastación, aquellos que día a día sufren las consecuencias “abajo” de lo que otros deciden “arriba”.

Severa crisis económica y sanitaria en Líbano

Desde hace meses que los libaneses sufren una crisis severa en lo económico, social, político y sanitario; el gobierno no ha podido controlar el desplome de su economía provocando altas tasas de desempleo y miles de personas en la pobreza –alrededor del 45% de su población vive por debajo del umbral de la pobreza–. Rostros mezclados entre la decepción, hartazgo y enojo son la constante en las movilizaciones generando innumerables protestas públicas a lo largo y ancho del país. Los ciudadanos libaneses han hecho claro su descontento con la política nacional en razón de los constantes actos de corrupción de sus gobernantes (Líbano ocupa el lugar 137 de 1800 en el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional de 2019).

La migración siria es otro tema coyuntural vivido a pie de campo. En este aspecto, actualmente se calcula que aproximadamente un cuarto de la población radicada en este país tiene un estatus de refugiado, lo cual provoca una desestabilización social generalizada. El difícil acceso a la educación además de un saturado sistema de salud y seguridad social han sido los sectores con más dificultades en los últimos años; además, su vecino Israel, no encuentra simpatía en esta política de apertura migratoria por lo que, desde la frontera sur y a través de las constantes amenazas hostiles entre este país y Hezbolá –grupo político y paramilitar de oposición–, se ha vivido una terrible incertidumbre por un ataque armado.

Europa y Medio Oriente

Se avecina una gran crisis en el epicentro de las conexiones entre Europa y Medio Oriente; al borde de un colapso político de corrupción, una crisis migratoria sin solución próxima, la constante relación hostil con Israel y ahora, la destrucción de su infraestructura portuaria –uno de los pilares que mantenía a flote su economía– podríamos estar en la antesala de un desafortunado éxodo libanés en los próximos años. La crisis humanitaria será una realidad si no se llega a un consenso político al interior del país en conjunto con el trabajo por el mantenimiento de la paz y seguridad internacionales de la región al exterior.

Antes estos eventos, los procesos flexibles para la paz desde la alta política y la reactivación económica de forma paulatina en favor de la calidad de vida y dignidad de las personas se vislumbra como la salida pacífica inmediata aunque, desafortunadamente, la solución no agrada a los interés económicos ni hegemónicos de la región. Habrá que izar fuertemente una perspectiva humanitaria como base para la resolución de los conflictos regionales pues la historia ha constatado que las disputas bélicos para la obtención de un poder absoluto solo terminarán perjudicando a las clases más bajas… así, las decisiones de “arriba” solo seguirán siendo pagadas por los de “abajo”