De Norte a Sur

Gatell vs el “veneno embotellado”: batalla que debería ser colectiva


2 agosto, 2020 @ 6:20 pm

Gatell vs el “veneno embotellado”: batalla que debería ser colectiva

Raúl González / @raulraulgonzal1

Germán Bernardo / @unogermango

Octavio Solís / @octaviosolis

Eduardo del Río García, Rius, fue claro en su libro de 1972: La panza es primero. Bajo este título, el caricaturista más emblemático de México documentó la triste realidad de la comida mexicana. El impacto fue inmediato: más de 500 mil libros vendidos. La alimentación de los mexicanos es una problemática fundamental en la actualidad.

Al momento de escribir estas líneas, el Gobierno Federal estima 47,910 defunciones por Covid-19. Entre las principales enfermedades adicionales (comorbilidades) que presentaron los fallecidos se encuentra la hipertensión, con 19.79% de todos los casos confirmados, obesidad (18.85%), diabetes (16.00%) y tabaquismo (7.26%). Esto quiere decir que al menos la cuarta parte de todos los fallecidos padecían otras enfermedades. Esta población es la más débil frente al coronavirus.

¿Por qué México tiene una sociedad enferma?

Porque está mal alimentada, nos respondió Rius. Y es que, a pesar de la riqueza alimenticia del país, la mayoría de nuestra dieta se basa en el consumo de comida rápida, alimentos procesados artificialmente, bebidas gasificadas y, como el menor de los males, guisados más naturales basados en los platillos de la gastronomía tradicional, como son los tacos, las quesadillas, los pambazos, las enchiladas –por mencionar algunos ejemplos–, elaborados con altas concentraciones de aceite y sal.

Imagen: La panza es primero, de Rius.

Los responsables de la salud alimentaria

¿La gente es responsable de su alimentación deficiente? Una respuesta simplista nos diría que sí, pero la realidad es mucho más compleja. En este caso, se acepta parcialmente la respuesta simplista, aunque se deben señalar más responsables respecto a este problema de salud pública.

Por ejemplo, a The Coca Cola Company, la empresa que ha monopolizado la industria refresquera en varias partes del mundo y que romantiza su producto para poder venderlo. Cómo olvidar esos comerciales de familias sentadas a la hora de la comida en torno a un envase de su gaseosa o esos paisajes donde un tierno oso polar, en medio de un bosque, contempla a Santa Claus sobrevolar el cielo navideño en su trineo. El objetivo de la empresa es claro: ganarse el corazón de niños y jóvenes, futuros y potenciales consumidores de Coca Cola.

México es el principal consumidor de ese refresco. Su publicidad funciona. Gracias a esto, en 2017, del total de ventas de la compañía, nuestro país aportó el 47% de compras, lo que le trajo ventas de entre 35 y 40 billones de dólares. Según el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), cada habitante de Chiapas, consume 821.5 litros de Coca Cola al año. A nivel mundial, es el lugar donde más se consume ese refresco.

Desentrañar todo lo que hay detrás de The Coca Cola Company da para hacer un libro. Baste decir que un 1 litro de esa bebida contiene 21 cucharadas cafeteras de azúcar. Precisamente, la ingesta desmedida de azúcar es una de las principales causas por las que los mexicanos padecen obesidad y diabetes. Rius también nos habló sobre esto: escribió La droga que refresca.

Imagen: La droga que refresca, de Rius.

La desigualdad: un factor de muerte

Volviendo al tema de la responsabilidad, el confinamiento obligatorio evidenció una profunda desigualdad. Para un profesionista que trabaja desde casa, le es muy fácil establecer un horario que le permita hacer ejercicio, aunque sea reducido; ese es el mercado de muchos infomerciales que ofrecen equipo para entrenamiento desde el hogar. Por el contrario, para un obrero o comerciante, que se levanta cuando todavía es de madrugada y emprende un viaje hasta la Ciudad de México, que trabaja más de 12 horas al día, no le resulta nada fácil ejercitarse.

Pasa lo mismo con la alimentación. No es lo mismo tener los ingresos suficientes para completar la canasta básica, que sobrevivir con unos cuantos pesos para poder comer. Esto se complica si le añadimos que muchas familias tienen que proveer de más servicios a sus hijos.

Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), la medición de pobreza ocupa dos líneas de ingreso: valor de la canasta básica mensual por persona y canasta no alimentaria al mes. El precio de la primera, al corte de junio pasado, está en 1,170.92 pesos al mes; el costo diario es de $39.03. El salario mínimo, a excepción de la zona fronteriza, es de $123.22. Esto significa que cubre dos canastas “básicas” más.

Lo que se encuentra fuera de estas cifras son los gastos de cada familia en el pago de servicios básicos, vestido, calzado, educación y transporte, lo que implica más ingresos para poder cumplir, en la medida de lo posible, todos esos gastos.

Imagen: Reporte índigo.

Veneno: ¿en paquete o en botella?

Las grandes compañías de alimentos procesados se enfrentan, en México, a la pérdida de enormes ganancias con la llegada de los etiquetados claros. Las advertencias sobre lo que verdaderamente se consume al beber una Pepsi o comerse un Gansito conseguirán, en el futuro, la disminución en la venta de comida chatarra. Por supuesto, las grandes compañías pelearán, con todo su dinero, contra una ley que disminuya sus inmensas ganancias.

Durante décadas, estas empresas han logrado evitar legislaciones a favor de la alimentación saludable en México. Hace tiempo, con muchos esfuerzos se logró aumentar impuestos a los cigarros, un etiquetado sobre las causas de muerte asociadas a su consumo y una ley sobre su publicidad en medios de comunicación masivos. Pero con los alimentos no ha sido igual. Cada ley alrededor de la regulación de comida nociva ha quedado en las cámaras legislativas u olvidada adrede por los gobiernos. La ley del 2014, la cual restringe la venta de comida chatarra en las escuelas, ha sido ignorada, sistemáticamente, por autoridades sanitarias federales, estatales, municipales y hasta por las autoridades educativas.

Imagen: stbdeacero.com

México ha sido, durante muchos años, una fábrica de obesos y diabéticos. La penetración de la comida chatarra en la cotidianidad ha sido sencilla. Si sumamos la ignorancia, la pobreza, la fácil adicción al azúcar y las grasas, y el bombardeo publicitario constante sobre el consumo de veneno embotellado o basura empaquetada, tenemos casi 10 millones de enfermos de diabetes, uno de cada cuatro adultos con hipertensión y tres de cada cuatro adultos con sobrepeso u obesidad. Un cóctel de enfermedades mortales.

La llegada de la covid-19 a México fue devastadora. Los enfermos de diabetes, obesidad e hipertensión no están resistiendo al virus. La mitad de los muertos tienen al menos una de esas enfermedades. El veneno producido por Cola Cola, Marinela, Bimbo o Pepsi, finalmente se hizo visible. Las grandes empresas se vieron desnudas ante la opinión pública. Sus productos, nocivos siempre, fueron objeto de debate y se comenzó a hablar de una regulación de sus mercancías. Una lucha largamente sostenida por apenas un puñado de activistas ahora fue retomada por el Estado, por el gobierno y por sus funcionarios.

#GatellSeQueda

Ningún gobierno había querido enfrentar al poder económico de las grandes productoras de comida chatarra. Todos los presidentes pasados, las Cámaras y las instituciones del Estado fueron omisos o cómplices en este tema. ¿Qué recibieron a cambio? Es fácil especular que fue dinero, porque es la forma como estos empresarios acallan las voces incómodas: o las compran, o despilfarran en los medios de comunicación para destruir la imagen de quien les molesta.

En una conferencia de prensa, Hugo López-Gatell, Subsecretario de Promoción a la Salud dijo: “¿para qué necesitamos el veneno embotellado, el de los refrescos?”, y la ola gigante de críticas cayó sobre él, por supuesto, con el apoyo de decenas de periodistas y medios acostumbrados a bailar con el tintineo de los pesos. Durante días han exigido la destitución del Subsecretario, lo han demandado, ha sido acusado de ineficaz y hasta de asesino. Sin embargo, en esta ocasión hay una diferencia: López-Gatell tiene el respaldo del presidente Andrés Manuel López Obrador y el apoyo de miles de mexicanos, un apoyo representado, por ejemplo, con los hashtags #GatellSeQueda y #GatellOrgulloDeMéxico, en las redes sociales.

La pandemia pre covid-19

Medio país sabe que la pandemia es más destructiva en México porque las personas con enfermedades crónicas son muy débiles ante el SarsCov-2. Los mexicanos han sido envenenados durante décadas, los han vuelto vulnerables. Ahora, eso es más notorio que antes, pues la cantidad de muertos pudo ser menor de haber tenido enfermos sin comorbilidades. Y de eso no sólo es responsable el ciudadano común, sino los gobiernos y, por supuesto, las empresas productoras de comida chatarra y veneno embotellado.

Desde antes de la pandemia covid-19, ya se hablaba de la epidemia de obesidad y diabetes en el país. El sistema de salud mexicano era una bomba de tiempo, porque no iba a poder atender a los millones de mexicanos que pronto pedirían atención por complicaciones diabéticas. Los enfermos estaban por llegar en oleadas desde antes de la covid-19. A la par, las empresas productoras de veneno conseguían ganancias extraordinarias. Pero ningún peso, ni un centavo suyo, ni un ofrecimiento de ayuda, iría a parar al sector salud. Ganancias millonarias para esas empresas; amputaciones, dolor, pobreza y muerte para sus consumidores.

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Imagen: elceo.com

Valentía de Gatell, sin precedentes

Todo está en las manos del presidente. Si AMLO le retira el apoyo a Hugo López-Gatell, las empresas envenenadoras ganarán otra vez. La valentía con la cual se está enfrentando el subsecretario a las poderosas empresas de comida basura, no tiene precedentes. La confrontación dejó de tener sutilezas políticas y se volvió frontal, directa. Mientras en el gobierno se gestan regulaciones a la comida chatarra y el subsecretario dice, en cadena nacional, “veneno embotellado”, las empresas contratacan con desplegados, infografías y videos a favor de sus productos; hay personalidades famosas en la defensa de sus mercancías, existen amenazas de represalias económicas al gobierno y, por supuesto, una gigantesca y costosa campaña de desprestigio contra Hugo López-Gatell, cuya finalidad, es el golpe al gobierno de López Obrador.

El método de las grandes empresas es derrochar dinero para comprar conciencias, para comprar gobiernos. También es muy útil para destruir detractores. No obstante, en esta ocasión la resistencia es magnífica: un respaldo multitudinario al presidente y, por consiguiente, a sus funcionarios. Esta lucha es enorme y perderla significa la muerte de personas, de amigos, de padres, madres, hermanos.

Imagen: polemon.mx

La salud colectiva: una causa común

La deficiencia en la alimentación de los mexicanos es multifactorial. Responde a causas políticas, económicas, sociales y culturales en diferentes estratos de la población. No basta con tener intenciones de mejorar nuestros hábitos alimenticios, se requiere de las posibilidades monetarias para poder hacerlo. Finalmente, la información clara y precisa de los productos que ingerimos debe ser un requisito indispensable para cualquier alimento empaquetado. El nuevo etiquetado es un logro dentro de esta tarea.

Señalar los riesgos alimenticios no debería ser un problema, pero lo es. En medio de la pandemia, las grandes empresas productoras de comida chatarra abrieron un frente nuevo contra el gobierno, pero en esa lucha va, de por medio, la salud de los mexicanos. Aunque políticos y medios de comunicación se pongan del lado de dichas empresas, hay una responsabilidad colectiva primordial: la salud de la comunidad. Ceder ante los caprichos de las empresas será, sin exagerar, una sentencia de muerte para millones de mexicanos.

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Imagen: proyectopuente.com.mx

Espacio para nuestros colaboradores ocasionales, quienes amablemente nos comparten sus reflexiones. En la Revista Consideraciones caben todas las opiniones.

2 comentarios
  1. […] la población mexicana, debida y claramente identificadas como consecuencia de décadas de una cultura alimentaria basada en comida chatarra, esto aumentará la letalidad del SARS-CoV2.  Nos lo ha explicado reiteradamente: el sector salud […]

  2. Jose

    Sin duda llegó la hora de ponerles un estate quieto a estas empresas como coca cola, Pepsi y Bimbo. NO MAS VENENO EMBOTELLADO NI GANSITOS, NI KELLOGS. Esta comprobado que los cereales KELLOGS son solo azúcar y nada de vitaminas y minerales. ESTOY CON HUGO LOPEZ-GATELL Y AMLO. YA ES HORA DE REGULAR A ESTOS ASESINOS DE LA CHATARRA

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