De Norte a Sur

Mitos, cuidados y esperanza: así se vive la pandemia en un pueblo de Guerrero

Myrna Armenta Ruiz


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19 julio, 2020 @ 4:04 pm

Mitos, cuidados y esperanza: así se vive la pandemia en un pueblo de Guerrero

Sobre la carretera, dos kilómetros antes de la entrada al pueblo de Pilcaya, un municipio con alrededor de 12 mil 900 habitantes y ubicado al norte del estado de Guerrero, el retén sanitario, que ha sustituido al militar, marca el alto a todos los automóviles para que una mujer joven con cubrebocas se acerque y amablemente pida a sus ocupantes extender las manos para colocar gel antibacterial.

Los filtros sanitarios para tomar temperatura, facilitar gel y hasta impedir el paso a fuereños, es una medida que, de acuerdo con pobladores y personal médico, ha contribuido a que no haya tantos casos de Covid-19 en algunos pueblos de Guerrero y del país.

Pilcaya, Guerrero.

Covid-19 en Guerrero y Pilcaya

La situación no es igual en las ciudades más grandes de esta entidad. Desde el 15 de marzo pasado, cuando se confirmó el primer caso en el estado —reportado en el puerto de Acapulco—, hasta el sábado 18 de julio, han fallecido 1,183 personas a causa de esta enfermedad, según datos oficiales.

Hasta esta fecha, la Secretaría de Salud de Guerrero reporta 8 mil 806 casos confirmados y 887 activos, que se contabilizan principalmente en Acapulco y Chilpancingo, la capital (86% del total activos). De los 81 municipios que existen, sólo cuatro no tienen casos registrados: San Miguel Totolapan, Iliatenco, Cualác y Juchitán.

No es el caso de esta cabecera municipal, que colinda al norte con municipios del Estado de México como Ixtapan de la Sal, Tonatico, Coatepec Harinas y al sur con Tetipac y Taxco. De acuerdo con los reportes diarios del gobierno estatal, en Pilcaya y las comunidades que lo conforman como Cacahuamilpa, El Platanar, Piedras Negras, La Concepción, Amatitlán, entre otros, se ha estudiado a cinco personas, de las cuales tres resultaron positivas al virus y dos negativas. De los tres casos confirmados, dos requirieron hospitalización y una persona falleció.

La calle principal luce casi igual que siempre cuando el sol está a punto de esconderse. Las tiendas de abarrotes están abiertas y afuera hay personas platicando cara a cara. Un anciano con cubrebocas está sentado en la puerta de su casa, está solo, contempla la tarde y saluda a quien pasa. Circulan camionetas, peatones, bicicletas y muchas motos manejadas por jóvenes, algunos no llevan cubrebocas, otros sí. Callejones más adentro, se escucha música de banda y reguetón; los niños juegan, corren, gritan.

Guerrero se encuentra en semáforo naranja, así que durante esta semana se ha comunicado a la población que pronto se reanudarán actividades como el tianguis de los martes, las misas católicas y el ejercicio en canchas deportivas, guardando distancia y bajo medidas sanitarias.

“Los restaurantes, parques, espacios deportivos, gimnasios, hoteles y lugares religiosos podrán funcionar al 30% de su capacidad; las medidas sanitarias deberán ser intensificadas sobre todo en el transporte público. Ayúdanos a tener una reapertura ordenada, responsable y sin nuevos contagios. No habrá reapertura para bares, discotecas, centros nocturnos, cantinas, cervecerías, billares, salones de fiesta y eventos. Sigamos trabajando. Pilcaya, un gobierno de soluciones”, se escucha en una grabación que proviene de una bocina, colocada en un auto que recorre todo el pueblo cada mañana.

Los mitos sobre la pandemia

Algunos habitantes cuentan que, al principio de la emergencia, la gente no salía mucho, pero ahora está cansada y comienza a realizar su vida de manera normal. Muchos no creen que exista el virus, otros siguen las medidas indicadas. Algunos jóvenes y adultos no portan cubrebocas en el espacio público, en contraste con la población de mayor edad, pero la mayoría de los testimonios recabados mencionan frases como: “Aquí no hay mucho de eso, aquí está tranquilo. No se sabe de muchos casos. No hay”.

Una de las creencias que prevalece es justo lo contrario a lo que muchos afirman sobre el registro de casos. Las críticas en redes sociales, medios de comunicación y grupos políticos, insisten en que el gobierno federal está ocultando casos, que hay un sub registro, que se están maquillando las cifras. En Pilcaya, una pareja dedicada a sembrar y cuidar caballos relata lo que algunos creen: que en los hospitales muere gente de otra cosa y los médicos dictaminan que fue por Covid-19, porque el gobierno quiere que haya más casos.

—¿Pero por qué el gobierno querría reportar más casos? — pregunto—.

—Pues porque les dan dinero a los familiares. Los médicos le ponen que fue por Covid, cuando fue por otra enfermedad, por eso mucha gente no quiere ir a los hospitales—explica ella, quien también comparte que su casa, anclada en una loma, en las afueras del pueblo, es visitada por mucha gente cansada del encierro—.

Las ideas en torno a que en hospitales y centros de salud matan a la gente o la contagian a propósito, también existen, de acuerdo con lo que ha escuchado mi padre, el doctor Enrique Armenta, quien lleva 40 años dando consultas en su domicilio particular. “Muchos creen que no saldrán vivos del hospital y por eso vienen conmigo, les da miedo, dicen que el gobierno pide una cuota de muertos. Alguien inventó eso y se extendió en toda la zona”.

Menciona también que ha dado consulta a nueve personas con síntomas relacionados con la enfermedad que podrían ser casos sospechosos y que, al resistirse a una prueba o ser canalizadas, les dio tratamiento e indicó el aislamiento. Todas se recuperaron.

La atención médica institucional en Pilcaya

Algo parecido narra el doctor Rafael Arévalo, especialista en urgencias, quien tiene a cargo el triage respiratorio construido recientemente en las viejas instalaciones de lo que era el centro de salud del lugar. La sala de espera está vacía y al escuchar pasos, el médico sale y accede a platicar sobre el trabajo que realizan frente a la pandemia.

Módulo de primer contacto para pacientes con síntomas de covid-19.

Mientras camina para mostrar el espacio, describe las actividades que se llevan a cabo en cada área: hay un consultorio donde se valora el nivel del caso, una pequeña habitación para estabilizar la oxigenación de quien lo necesite y un cuarto más amplio donde está una cápsula para pacientes que requieran traslados a hospitales de segundo nivel.

Explica que ellos no realizan pruebas y que cuando existen elementos, se informa a la jurisdicción sanitaria de Iguala para que allá se tomen las muestras, aunque para llegar a esta ciudad el tiempo sea de 2 horas con 30 minutos. “Los casos que requieren ventilación mecánica o una tomografía se canalizan a tres hospitales ubicados en Taxco, Iguala y en Ixtapan de la Sal. Aquí lo que hacemos es diagnosticar, estabilizar y también rehabilitar, porque hay secuelas en pacientes que tuvieron la enfermedad, como tos. Les mandamos sus ejercicios”.

Dr. Rafael Arévalo, encargado del triage respiratorio.

El doctor afirma que no han solicitado muchas pruebas o diagnosticado demasiados casos, que en general varía mucho la cantidad de gente que llega; también cree que una parte de la población que tiene dudas o síntomas, no se acerca por el miedo y las creencias erróneas generadas por la información falsa que circula en redes sociales.

“Desgraciadamente es una población con mucha cautela. No es tan sencillo que alguien diga que tiene covid. No quieren acudir, porque tienen la mala información de que se les saca líquido hasta de las rodillas. Meme o no meme, es algo que muchos creen. Es una situación que existe en nuestro país, no sólo aquí. He tenido pacientes que vienen y de repente desaparecen, se van”, lamenta.

Sin embargo, piensa que la población en general acató las medidas establecidas por el Ayuntamiento municipal que encabeza la presidenta Sandra Velázquez Lara. “Si se hicieran este tipo de cosas, módulos de primer contacto (triage) y cercos sanitarios en otras comunidades del tipo, podríamos tener más control de los casos”, concluye el médico, quien proviene de la ciudad de Toluca, Estado de México.

La doctora María Isabel Zacarías Cabrera es la Coordinadora del Centro de Salud del municipio. Su lugar de trabajo se encuentra en el mismo sitio, al fondo, detrás del área triage. Las instalaciones nuevas me siguen pareciendo pequeñas, pero son más grandes en comparación con el centro que conocí hace muchos años.

En una oficina modesta que convive con una cocina al fondo, la doctora confirma los tres casos positivos y un fallecimiento, las mismas cifras que reporta la Secretaría de Salud de Guerrero. Explica que en los otros tres centros de salud que están en las localidades que pertenecen al municipio, en general, no han tenido casos, salvo uno en Cacahuamilpa, el pueblo turístico que es famoso por sus grutas.

El nuevo centro de salud.

Sobre sospechosos y pruebas realizadas, refiere que han diagnosticado cinco probables casos y que sólo a una persona le han tomado muestra. “Realizamos una hoja de estudio epidemiológico a cada caso sospechoso, y se envía a un grupo de epidemiología en Iguala.  No sé qué parámetros tomen ellos para decidir a quién se la deben hacer. Nosotros reportamos y ellos nos informan para que la persona acuda”.

“Eso (las cifras) sólo es de los que han venido aquí”, enfatiza. “Porque hay personas que no acuden por miedo, por desconocimiento. Vienen a consulta y pido que los acompañen hasta acá, porque si no se van. A los pacientes les digo que no tengan miedo y que no se sientan discriminados”.

Dra. María Isabel Zacarías, Coordinadora del Centro de Salud de Pilcaya, Guerrero.

Por todo lo que ha visto, considera que la epidemia está controlada en este lugar en comparación con otros pueblos donde hay más casos. “No ha sido fácil, falta esa educación de aceptar usar un cubrebocas, el gel. Hay gente que no quiere. No entendemos que es por nuestro bien. Cada quien tiene que hacerse responsable de su salud. Depende de nosotros mismos”, señala la doctora Zacarías, quien opina que esta situación es nueva para todos y demanda muchos retos.

En este lugar, quien se enferma de cualquier padecimiento, puede curarse en los cinco consultorios existentes de médicos particulares, en el centro de salud o en el DIF municipal. Si las complicaciones son graves son atendidos en el Hospital de Ixtapan de la Sal (El Salitre, a 30 minutos) o en los de Taxco e Iguala.

La nueva normalidad: vuelven las misas y el tianguis

Es martes, día de tianguis. Luego de tres meses de permanecer cerrado, el 14 de julio regresaron los puestos de verduras, frutas, quesos, comida y utensilios a la plaza ubicada al lado del mercado municipal.

A esta área sólo se permite entrar con cubrebocas, una persona por familia y no pueden ingresar niños y niñas. En las calles que rodean al mercado hay filtros donde se ofrece gel, además de vigilar que se cumplan las reglas. Alrededor y adentro, casi todos resguardan la mitad de su cara.

En la nueva normalidad, los comerciantes y sus puestos deben estar separados por dos metros de distancia, portar cubrebocas, colocar plásticos transparentes y ofrecer gel a sus clientes. La mayoría cumple con las medidas.

El tianguis parece más pequeño, con menos mercancías y gente de lo habitual, pero un vendedor explica que más bien los distribuyeron de distinta forma. Para quienes ofrecen todo tipo de productos y alimentos, tanto en el mercado fijo como en el tianguis, desde que inició la emergencia, las ventas han bajado. Los tianguistas, que regularmente vienen de otros pueblos, perdieron los ingresos de los martes y sobreviven en parte, relatan, porque en otros lados no suspendieron los días de venta.

El tianguis en la “nueva normalidad”.

“Aunque es comida, la gente no compra tanto”, dice una vendedora de carne de cerdo que lleva décadas al interior del mercado; comenta que, aunque ahí todo esté tranquilo, han seguido las medidas indicadas porque hay que cuidarse.

La señora que vende plata y oro también perdió ingresos. Aunque no le pidieron que se retirara. Ha visto que la gente tiene menos dinero o no gasta igual que antes. “Pero qué le vamos a hacer, así estamos, viviendo al día, cuidándonos también”, dice un poco resignada.

La protección de los vendedores del tianguis de Pilcaya.

Además del comercio, las principales actividades económicas en el poblado son la agricultura y la ganadería. Se siembra frijol, calabaza, jitomate. Aunque se trata de actividades esenciales que no pararon, la mayoría de los entrevistados menciona que sus ingresos han bajado, pero que no están tan afectados como quienes dependen del turismo –por ejemplo, Ixtapan de la Sal y Tonatico– o del transporte.

Frente a esta situación, el gobierno municipal ha informado, en su página oficial, que ante la pandemia de Covid-19, se otorgaron apoyos económicos a productores, artesanos y taxistas, además de entregar despensas a las familias que más lo requieren y comida a 80 adultos mayores.

Días antes, el domingo 12 de julio, se reanudó el culto público en la iglesia de la Purísima Concepción, un templo católico de estilo barroco edificado desde 1529 por los franciscanos y concluido en 1610. Ahora, los fieles y creyentes deben acudir previamente por sus pases a la oficina parroquial, pues el cupo es limitado, además, deben llevar cubrebocas y sentarse en los lugares que marcan la distancia entre una persona y otra. Antes de la reapertura, las misas se transmitían exitosamente por Facebook.

 

Al fondo, el templo construido a partir de 1529 y terminado en 1610.

Las canchas deportivas, una de las pocas actividades recreativas que hay en el lugar, también abrirán, pero anunciaron que no se permitirán partidos o deportes de contacto ni juegos infantiles. La gente puede ir a caminar y correr.

En medio de rebrotes que reporta el gobierno federal en Acapulco y Chilpancingo, en las semanas 26 y 27, entre los guerrerenses que habitan las zonas más rurales del estado también conviven la incredulidad, relajación, mitos y desinformación, con el temor, la cautela y la incertidumbre, aunque parezca que ahí no pasa nada.

—¿Y usted cuándo cree que todo volverá a la normalidad? —me regresan la pregunta—.

—Pues… ya ve que no hay fechas, no sabemos muy bien, depende de todos, ojalá pronto —digo sin saber bien a bien qué responder y tratando de no sonar desesperanzada—.

Plaza del centro de Pilcaya, Guerrero.

*Todas las fotos son de Myrna Armenta.

 

Myrna Armenta Ruiz

Periodista, música y promotora cultural. Siempre profundizando en las historias con pocos reflectores. Cultura, música y arte desde una visión social.