¡Bendito coraje! Respuesta a los “intelectuales” defensores de gobiernos corruptos

Álvaro Sánchez Ortiz

“Contra la deriva autoritaria y en defensa de la democracia”, ha titulado un grupo de treinta intelectuales un desplegado difundido el martes. En cinco párrafos plantean que el innegable triunfo de López Obrador, en 2018, se ha tornado en la construcción de un régimen autoritario que nos hará perder los “avances democráticos” que gozamos. Para evitarlo, proponen una alianza “ciudadana” con los partidos de oposición, cuyo objetivo es obtener la mayoría en los comicios de 2021.

El desplegado es una obra maestra, no por su valor histórico –del que carece por estar construido a partir de una narrativa elitista: la historia de un México globalizado y progresista que sólo existe en los libros de Krauze y en los sueños húmedos del enorme segmento aspiracional (wannabe) de nuestro país–, sino porque retrata de cuerpo entero a los intelectuales que se oponen al nuevo gobierno; es como un ejercicio de escritura automática en el que revelan sus fantasías, obsesiones y preconcepciones.

Intelectuales a la deriva

Yo, simple mortal sin créditos de intelectual ni iluminado, me permito retomar algunos fragmentos y comentarlos:

“Violando la constitución, Morena y sus aliados lograron que una minoría de votos se convirtiera en una mayoría de escaños en el Congreso”. Es interesante cómo ganar por 0.3% –como dicen que hizo Calderón– es un ejercicio democrático válido, pero lograr en las urnas la mayoría en el Congreso es un atentado contra la democracia. Las alianzas son válidas si se trata, por ejemplo, del “Pacto por México”, suscrito en el sexenio neoalemanista (por la corrupción) de EPN, pero son sospechosas en el caso del nuevo gobierno.

“La consecuencia ha sido la asfixia del pluralismo de la representación en aras de someter al Poder Legislativo a los dictados del Ejecutivo”. Interesante que estos treinta intelectuales no hayan considerado ahogado al pluralismo cuando el PAN nos recetó el mismo neoliberalismo que el PRI y que, en cambio, no vean el beneficio de contar ahora con un gobierno que va en otra dirección. Si AMLO y su proyecto han recibido un apoyo amplio, no hay que verlo como una “deriva autoritaria” sino como un voto de confianza. Después de todo, si tuvimos 36 años de neoliberalismo, ¿por qué tanta comezón cuando van sólo dos del nuevo gobierno?

“El ejecutivo… ha destruido o deteriorado la administración pública y las instituciones constitucionales”. Creo que me perdí de algo. ¿AMLO disolvió el Congreso? El Ejecutivo se ha manejado dentro de sus atribuciones legales, así que hablar de “destrucción de instituciones” resulta hiperbólico. Por otro lado, muchas de esas instituciones no han mostrado su valor, más allá de cumplir con requisitos exigidos por los organismos internacionales que han prestado ayuda económica.

“Polariza a la sociedad en bandos artificiales”. No hay nada artificial en la salvaje desigualdad socioeconómica mexicana, que ya existía antes de que AMLO la calificara. El actual gobierno, eso sí, ha sacado a flote los terribles contrastes de nuestra sociedad y, en ese sentido, la queja de los treinta notables debe entenderse como el disgusto de quien ya no puede dormir tranquilo porque los pobres ya no son como en las películas de Pedro Infante.

Lo anterior basta para evidenciar el prisma a través del cual los treinta intelectuales viven e interpretan la realidad mexicana. Otros puntos del desplegado se derivan de lo ya expuesto. Así, por ejemplo, decir que el presidente “ataca toda forma de expresión que no se identifica con su visión política”, muestra que no han entendido que los periodistas son libres, pero no intocables; o que AMLO desdeña “el movimiento de las mujeres que luchan por la igualdad”, cuando lo primero que habría que cuestionar es si los grupos feministas realmente representan los legítimos intereses de las mujeres mexicanas; no son más que el resultado de una visión que se había acomodado a los antiguos privilegios y que pide pluralismo al tiempo que se muestra incapaz de aceptar la divergencia.

La apocalíptica conclusión de la treintena de iluminados es que, “de continuar por este camino, el presidente y la coalición que lo apoya hará retroceder los avances democráticos” y que, para evitarlo, es necesaria “una amplia alianza ciudadana” con los partidos de oposición. Habría que aclarar que el único “avance” en 36 años de neoliberalismo fue el derecho a morirse de hambre. Ahora, si se refieren a elecciones legítimas, libertad de expresión, derecho de asociación, acceso a la salud y a la educación, etc., pues todo eso sigue allí y, en algunos casos, va mejorando después de años de descuido. En cuanto a la carta de los movimientos ciudadanos, ya la han jugado: iniciativas pretendidamente inocentes y desligadas de los partidos, las cuales, de hecho, están bien patrocinadas a trasmano.