“Periodismo de investigación” o burda estrategia electoral
Al mismo tiempo que los periodistas tratan temas políticos, están haciendo política. Priorizar la información, es decir, darles mayor peso a determinados temas, presentar la realidad desde diferentes enfoques, así como el lenguaje que se emplea en la redacción o narración, son elementos que permiten desmenuzar la visión que nos ofrecen los medios de comunicación, y lo que se oculta detrás.
AMLO vs. Medios
En este mismo orden de ideas, desde el arribo de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia, es claro el cambio que se dio entre los periodistas y el ejecutivo federal. Por primera vez, el jefe del estado emite su opinión respecto a lo que se dice, publica y critica sobre su administración. Pero no le basta con declararlo, puesto que también dedica un espacio dentro de su agenda, para informar y opinar sobre el acontecer nacional. Así, sus conferencias matutinas se han convertido en un referente político, marca la agenda misma.
Tanto los detractores de la 4T, como todos aquellos que se precian de ser críticos “imparciales”, desde el primer día de gobierno de AMLO han centrado todas sus energías en señalar hasta el más mínimo error cometido. Y aunque son válidos los cuestionamientos al poder, de hecho, siempre lo serán si se hacen desde la razón, muchas de las plumas y rostros que las realizan, están del otro lado de la moneda: ahora son la oposición.
Los intereses ocultos
De todos colores y banderas, alzan la voz para mostrar lo mal que le va al país con López Obrador, sin embargo, casi nadie, si no es que ninguno, puede demostrar los beneficios de los mandatarios anteriores. Sería defender lo indefendible, por eso casi no lo hacen. Es mejor combatir férreamente los errores del régimen morenista, sin siquiera intentar discernir entre los retos que se presentan y los avances que poco a poco consolidan.
Su intención es golpear, una y otra vez, todo lo que se pueda, entre más ataques mejor. De este modo, desde la diatriba y la víscera, muchos periodistas o comunicadores, vomitan sus filias y fobias, expresan su odio a cada momento, no reparan en ningún intento por emitir valoraciones más propositivas. Es cierto, el periodismo no es un espacio donde quepa la “objetividad”, simplemente es algo que en la práctica no existe. Quien se presuma como tal miente para quedar bien, ¿con quién? Tal vez consigo mismo, pero ampararse en el “periodismo de investigación” para descalificar al equipo cercano de López Obrador, es una estrategia burda para restarle popularidad a su gobierno.
El caso específico de las declaraciones de Carlos Loret de Mola contra la Secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandival y su esposo, el investigador John Akerman, han causado enorme escándalo en las redes sociales, sobre la adquisición y compra de distintas propiedades, muestra su desesperación por conseguir un posicionamiento en las elecciones del próximo año.
Objetivo 2021: elecciones intermedias
Estos periodistas no se encuentran solos. También los acompañan académicos, deportistas, integrantes de la farándula y en general, personas con una amplia capacidad de influencia en la opinión pública. Lo más grave no radica en qué odien la 4T, sino que lo esconden. Ocultos detrás de la máscara de la pluralidad, y la libertad de expresión, utilizan esa bandera para hacerse de un soporte con validez universal para seguir operando.
Sería más sano si expresaran sus verdaderas intenciones: recuperar el poder. Primero, en las elecciones intermedias del año que viene, y después, en las elecciones presidenciales del 2024. Obstinados en sacar del poder a López Obrador, exponen lo más bajo en donde pueden caer. No hay que confundirnos, detrás de todo periodista prevalece una ideología, una forma de entender la realidad. Y, es natural que esta permee en todo lo que habla, escribe o defiende.
Corrupción: un cáncer del Estado
La corrupción no se va desterrar en esta administración, por más cambios que se implementen. Es un problema estructural, un cáncer que devora al Estado. De las buenas intenciones de Andrés Manuel, no podemos esperar mucho. Por esta razón, no es de extrañarse que sobrevivan muchos fantasmas del viejo priismo, o cuadros con saltos más rápidos que un chapulín, existen, siguen haciendo de las suyas.
Pero no podemos esgrimir hasta el cansancio ese problema, para denostar sin un análisis de fondo, todo un proyecto de nación. En medio de una contingencia sanitaria que no cede, en un país cada vez más polarizado, es momento de preguntarnos: ¿Hasta cuando seguirán ocultos los intereses por recuperar el poder?