Gato con Lentes

Músicos frente a la pandemia, entre la sobrevivencia y la organización

Myrna Armenta Ruiz


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19 junio, 2020 @ 6:44 pm

Músicos frente a la pandemia, entre la sobrevivencia y la organización

La afectación económica de personas que trabajan de manera informal o independiente en México, derivada de la pandemia por Covid-19, se agudiza conforme pasa el tiempo y las actividades económicas, sociales y culturales permanecen en pausa, tanto en espacios públicos como cerrados.

En los sectores cultural y artístico, donde se arrastran problemas históricos de precariedad, la paralización de actividades en recintos, foros, bares, teatros, plazas y calles, evidencian aún más las condiciones laborales de muchos artistas, creadores y trabajadores del ramo.

¿Qué sucede con los músicos independientes que viven o trabajan en una metrópoli como la Ciudad de México? Nos referimos a los que no están dentro del espectáculo comercial, donde la fama mediática puede sostener carreras, independientemente de la calidad musical o las trayectorias.

Qué pasa con tantos músicos, compositoras, instrumentistas, cantantes, que tocan música de otros o propia, que no cuentan con una disquera, el apoyo de una televisora o patrocinadores, que trabajan eventualmente o son autogestivos, y que frente al cierre temporal de los espacios donde sonaban o llevaban a cabo actividades relacionadas, han dejado de percibir ingresos o estos han disminuido.

Presentamos el testimonio de cuatro músicos. Sus condiciones y redes de ayuda varían como los géneros musicales y el proyecto de cada uno. Casi todos coinciden en que enfrentan a nuevas rutinas de trabajo y creación; para algunos, la situación les ha reforzado la necesidad de organizarse colectivamente para exigir apoyos, o pensar nuevas formas para promover su obra mediante el uso de plataformas digitales para realizar conciertos y ofrecer lo que saben hacer buscando que sea rentable.

Mónica Silva

Multiinstrumentista, maestra, compositora, etnohistoriadora.

Creo que lo que es urgente es una protección para los artistas. Muchos estamos vivos gracias al arte, a la música, y esto no es reconocido ni valorado desde siempre, no sólo ahora: nos tratan terriblemente, no tenemos derechos.

Mónica Silva.

Mónica Silva perdió un empleo más o menos fijo en diciembre de 2019, cuando la alcaldía Iztapalapa no le renovó su contrato para seguir impartiendo clases en el programa de Orquestas Comunitarias, sin embargo, algunos de sus estudiantes continuaron con lecciones particulares de piano, bajo, ukulele y violín, pero ante la contingencia por el coranavirus un par de ellos dejó de asistir.

Lleva 18 años enseñando música en casas de cultura e instituciones. Se define como alguien que hace canciones con perspectiva de género donde explora diversos estilos; relata que también vivía de tocar música tradicional e instrumental en restaurantes. “En un buen día, por tres horas, sacaba 1,200 o 700 pesos. Ahora todo está cerrado”.

Ella forma parte de la lista de más 4 mil 500 trabajadores de la cultura en situación vulnerable. Los colectivos No Vivimos del Aplauso, Asamblea por las Culturas y el Movimiento Colectivo por el Arte y la Cultura de México (MOCCAM), le entregaron esta lista a la Secretaría de Cultura federal en mayo pasado, con la intención de recibir apoyos de 15 mil pesos para cada uno, a cambio de realizar el trabajo cuando pasara la emergencia sanitaria.

El 15 de junio, Alejandra Frausto, titular de la institución, respondió en un comunicado que los apoyos no podrán ser otorgados así, y que próximamente se publicará una nueva convocatoria que considerará los perfiles que refleja la base de datos entregada, pero bajo la modalidad de un concurso público nacional “que permita dar oportunidad a todos, no sólo a los que formen parte de un padrón”.

¿Cómo ha cambiado esta pandemia tu vida y situación económica?

La realidad que acarreamos los músicos es que la situación ya era precaria, lo estamos viendo dentro de las peticiones de No vivimos del Aplauso, en realidad el movimiento surgió antes de la pandemia, pero ahora con todo esto se agudizó. Mis ingresos se han afectado mucho. Recibo apoyo familiar, pero tal cual, voy y limpio casas, también saco dinero de ahí. Mis clases, mis alumnos me han permitido pagar la renta.

¿Cómo has sobrellevado tus rutinas creativas en el confinamiento?

He estado grabando algunas cosas para subirlas a la red, tengo varias canciones, también estoy haciendo musicalizaciones para cortometrajes e impulsando una página de poesía erótica escrita por mujeres. De repente llega a ser difícil, me distraigo.

¿Qué crees que será lo más complicado para los músicos en la “nueva normalidad”?

Posiblemente va para largo, la preocupación estará vigente. El mayor reto con que nos vamos a encontrar es la cercanía, si antes era difícil captar gente para un concierto, ahora será más… o podría ser al revés, que después de estar encerrados, todos queramos salir. Es complejo responder eso. Tocaré cuando se pueda en los movimientos contraculturales, en los movimientos de mujeres contra el patriarcado.

Pero creo que lo que es urgente es una protección para los artistas. Muchos estamos vivos gracias al arte, a la música y esto no es reconocido ni valorado desde siempre, no sólo ahora. Nos tratan terriblemente, no tenemos derechos.

Los músicos, como gremio, ¿qué podrían hacer frente a esta situación?

Yo escucho a Enrique Dussel con Aristegui; creo que para transformar al Estado tenemos que conformar comunidades, dentro de los movimientos tenemos que trabajar las representaciones de cada tipo de creadores: teatreros, músicos, etc., pero tenemos que hacerlo comunal, preguntarnos cómo le hicieron los zapatistas, ellos saben muy bien esta cuestión de los núcleos, las células, para lograr un gobierno más equilibrado. El problema es que no volteamos a ver a los demás, también esperamos que el Estado nos dé las respuestas, pero se supone que el Estado es la voz del pueblo. Creo que tenemos que conformar una célula de músicos que levantemos la voz, que luchemos por nuestros derechos laborales, que dejen de tratarnos con la punta del pie.

Clases particulares con Mónica Silva  

 

Alfonso Lirikowsky

Cantautor, activista cultural, árbitro de futbol.

Yo siempre estoy generando movilidad, ya sea en la colonia o de manera digital, por eso he dado talleres comunitarios. Me gusta la interacción, estar en constante comunicación con la gente, los amigos. Tengo alma rumbera, eso me permite estar ideando cómo estar conectados en este confinamiento.

Alfonso Lirikowsky

Alfonso Lirikowsky compone canciones que exploran la trova, el rock y la música tradicional. Desde hace años imparte talleres comunitarios sobre composición lírica y enseña a escribir a jóvenes que viven en barrios empobrecidos donde faltan espacios culturales y formación artística.

Su labor como promotor cultural incluye la organización de un espacio de difusión musical, el Foro Lirikowsky, donde invita a cantautores y compositoras independientes a mostrar su obra. A veces es en un local ubicado al oriente de la Ciudad de México o de manera virtual, en un grupo de Facebook. La idea es dar a conocer el trabajo de mucha gente.

“Ahora que se vino la cuarentena pensé que era momento de reactivar el foro y está funcionando mejor. Estoy pensando cómo generar recursos para quienes tocan, hacerlo rentable, sobre todo por esta situación. No sabemos cuánto tiempo estaremos así, habrá que ver alternativas”, explica.

En su caso, narra, la pandemia más bien lo ha motivado a retomar sus canciones, pero es consciente que esto es posible, en parte, porque cuenta con un ingreso al ser parte del programa de Talleres de Artes y Oficios (TAO, hoy en pausa) de la Secretaría de Cultura local, que implica dar clases en los centros comunitarios Pilares.

¿Cómo ha cambiado esta pandemia tu vida y situación económica?

Pues como te comento: como pertenezco al programa TAO y no nos detuvieron el pago aunque no estemos dando clases, por lo mismo, no me quedé sin ingresos, pero sí, como todos, se redujeron, porque también soy árbitro y todo está cerrado. La padezco como todos, pero siempre he tenido la una cultura de ahorrar. He vivido con lo suficiente, al día, austeramente. Más bien lo hacemos rendir, así mantengo a mi familia, porque tengo hijos.

¿Cómo has sobrellevado tus rutinas creativas en el confinamiento?

Yo siempre estoy generando movilidad, ya sea en la colonia o de manera digital, por eso he dado talleres comunitarios. Me gusta la interacción, estar en constante comunicación con la gente, los amigos. Tengo alma rumbera, eso me permite estar ideando cómo estar conectados en este confinamiento.

No estoy deprimido, estoy trabajando. Pero sé de amigos que no la están pasando bien, tanto emocional como económicamente. Te soy sincero, antes de la cuarentena no estaba componiendo mucho, estaba muy metido en mis clases, pero mi obra personal estaba arrumbada; la cuarentena me empujó, me dijo ponte a hacer todo lo que no estabas haciendo. El arte es el desahogo, la ventana donde puedes migrar, sobre todo ahora. El arte siempre nos está acompañando.

¿Qué crees que será lo más complicado para los músicos en la “nueva normalidad”?

Yo quisiera mantener mis proyectos, pero siendo honestos, no sabemos hasta cuándo podamos resistir, luego llegan las cuentas y tal vez ya no pueda continuar con todo. Pero no abandonaré mi forma de vida, me siento bien, seguiré haciendo lo mismo. Si la cuestión es económica buscaría la forma de tener dinero, pero no frustraría la música.

Sobre cuándo volveremos a tocar frente a públicos, no me gustaría pensar en eso, eso sí me deprime. Antes de la cuarentena tuve malas experiencias con los espacios, entonces tengo otra postura, yo quisiera que todos siguieran laborando como antes y que tengan luz verde, pero desde mi experiencia, considero que las alternativas uno las debe generar. Las ideas son las que generan interacción, el tener ese dinamismo, esa presencia. En ese sentido, buscaría otra forma de exponer mi obra, no la misma de siempre.

Los músicos, como gremio, ¿qué podrían hacer frente a esta situación?

Que nos demos chance de otras alternativas que tengan que ver con la música, pero que sigamos haciendo lo que nos gusta hacer. Si la cuestión es emocional, es muy complejo decirle a alguien: “no estés triste”, pero que se den cuenta que somos un montón de banda que padecemos lo mismo, y creo que es mejor unirnos, comunicarnos con otros; que hagamos actos donde nos podamos vincular con la sociedad, con el gremio, que nos podamos brindar al otro con una honestidad real, pero se requiere que todos conecten con ese activismo, porque hay quienes quieren estar en un festival, por ejemplo, pero no quieren hacer nada. Si hacemos comunidad, que sea real, porque si difundes la obra de otros, no se daña la tuya, no te quita seguidores, luego te encuentras con esas actitudes. Solidaridad real.

 

Rodolfo Cruz Villanueva

Armonicista, blusero, músico de las calles

Soy un músico de la tercera edad (risas), no soy jubilado, ni pensionado, todavía no puedo recibir la pensión de adultos mayores. Ahora me apoya la familia, los amigos. En mi caso, salir es arriesgarme mucho, además no hay mucha gente para tocar en la calle. 

Rodolfo Cruz Villanueva, “El Señor Blues”.

Rodolfo Cruz Villanueva es un bluesman desde siempre. Tiene 66 años. En el medio y en las calles lo conocen como “Rod Cross” o “El Señor Blues”. Ha fundado bandas del género desde los años noventa. Toca la armónica y ama y defiende el blues tradicional bien hecho.

Siempre ha tocado, pero también manejaba un taxi, hasta que en el año 2011 se lo robaron a mano armada. “Ahí decidí dedicarme de lleno a tocar blues. Me compré mi bocina, micrófono, mis pistas, tomé mi armónica y a la calle. Así he conocido muchos músicos y en el 2014 armamos The Street Blues. Llevo 10 años viviendo de tocar en las calles”.

The Street Blues es la banda que sonaba en la calle 16 de Septiembre, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, hasta antes del repliegue por el coronavirus. Rodolfo cuenta que se retiraron desde finales de marzo y que, desde entonces, los ocho integrantes y él la han padecido, pues todos vivían y mantenían a sus familias de eso.

¿Cómo ha cambiado esta pandemia tu vida y situación económica?

Económicamente bastante. Yo vivía de tocar únicamente en la calle. En un buen día ganábamos 500 o 700 pesos cada uno, tocando de 2 a 8 de la noche. Algunos de los chavos de la banda recibieron 1,500 pesos, un apoyo (de trabajadores no asalariados) del gobierno de la Ciudad de México, pero como yo vivo en Ciudad Azteca en Ecatepec, no lo recibí.

Soy un músico de la tercera edad (risas), no soy jubilado, ni pensionado, todavía no puedo recibir la pensión de adultos mayores. Ahora me apoya la familia, los amigos. En mi caso, salir es arriesgarme mucho, además no hay mucha gente para tocar en la calle.

¿Cómo has sobrellevado tus rutinas creativas en el confinamiento?

Casi la mayoría, estamos estudiando. Como músico nunca dejas de estudiar. Mis compañeros están preparándose para cuando termine esto. Yo también. Toco música mexicana, instrumental, jazz, entonces estoy preparando un repertorio sobre eso. Cuando regresemos a la normalidad seguiré con el blues, pero voy a tocar más puertas, buscar en restaurantes. Estoy leyendo mucho.

¿Qué crees que será lo más complicado para los músicos en la “nueva normalidad”?

Será difícil, es algo incierto, no sabemos cómo nos irá. Por eso me estoy preparando para tocar otras cosas. La gente me escribe que ya quiere que regresemos, pero no sabemos cuándo será. Extraño mucho la calle, es el escenario más maravilloso que puede haber, conoces tanta gente, tantas anécdotas… no dudo que la calle también nos extrañe a nosotros (risas).

Los músicos, como gremio, ¿qué podrían hacer frente a esta situación?

Tenemos que organizarnos. De hecho, yo y mi banda pertenecemos al Colectivo de Músicos Urbanos de la Ciudad de México que busca regularizar nuestro trabajo en el Centro Histórico para que ya no nos retiren. El colectivo está luchando para tener otros apoyos. Antes de la pandemia ya estábamos muy bien organizados. Entregamos una iniciativa a los diputados para mejorar nuestras condiciones de trabajo. Nuestra representante es Valentina Montelongo, ella trajo un modelo a seguir de París, Francia. Vamos a seguir organizados para salir adelante.

  

Geo Equihua

Cantautora, maestra, etnóloga.

Son dos cosas que he aprendido: una es la diversificación de actividades y la otra es generar comunidad, es lo que me ha sostenido a lo largo de este confinamiento.

Geo Equihua.

Geo Equihua es cantante y compositora. Describe su obra como folk latino explosivo donde fusiona música tradicional, pop, rock y electrónica. Ha tocado en bandas de blues y rock, pero desde hace un par de años gestiona su proyecto de manera independiente, también imparte clases sobre gestión de proyectos musicales en la Escuela del Rock a la Palabra, de la cual egresó.

En este confinamiento decidió hacer cosas que no había podido realizar por falta de tiempo: comenzó a dar clases particulares y a transmitir junto con unos amigos el podcast “Juntos pero No”, para hablar de la vida cotidiana en este encierro.

A partir del podcast surgió la idea de organizar el Festival Juntos pero No, un evento en línea para apoyar a músicos en esta larga pausa y futuro incierto y a dos asociaciones que trabajan con poblaciones vulnerables.

El festival será el próximo domingo 21 de junio a partir de las 11 horas, donde 19 artistas de varios estados y países, tocarán a lo largo del día y transmitirán, desde sus redes sociales los conciertos, al igual que algunos medios de comunicación y foros independientes.

Con la idea de no excluir a quien no puede pagar una tarifa, pero también remunerar a los músicos, se facilitarán cuentas para realizar “donaciones voluntarias conscientes”, donde cada quién pagará lo que pueda a partir de valorar el trabajo que hay detrás de la música, apelando a lo mejor de la gente y en un acto de reciprocidad.

¿Cómo ha cambiado esta pandemia tu vida y situación económica?

Pues sigo dando clases en la Escuela del Rock (por ahora en línea) y sobre todo doy clases particulares de composición. Algo que comprobé, es que es muy importante la diversificación de actividades, porque si no funciona algo puedes hacer otra cosa. Toda esta cuestión de la especialización es una exigencia muy capitalista y nos está atando de manos, porque la vida no funciona así. Ese, para mí, es el aprendizaje y es lo que les enseño a mis alumnos, lo que pueden hacer en este momento, cómo planear conciertos en internet, talleres, y en general, cómo ofrecer todo lo que saben hacer.

¿Cómo has sobrellevado tus rutinas creativas en el confinamiento?

Estoy haciendo cosas para las que no tenía tiempo, como un taller con mujeres sobre bloqueo creativo, porque siempre nos sentimos insuficientes frente a los compañeros varones. Para mí fue muy importante porque lo hice por primera vez; está lo del podcast, del cual surgió el festival y un gran equipo para llevarlo a cabo. Son dos cosas que he aprendido: una es la diversificación de actividades y la otra es generar comunidad, es lo que me ha sostenido a lo largo de este confinamiento. En general mis planes cambiaron, pero algo muy importante es ser flexible, saberte adaptar y no quise caer en depresiones y ansiedades que ya conozco en mí.

¿Qué crees que será lo más complicado para los músicos en la nueva normalidad?

Pues lo que pasará es que los foros van a malbaratar el trabajo de los músicos; los restaurantes van a querer recuperar dinero, van a bajar las tarifas que están manejando con los músicos, eso es lo más duro. Ya desde ahorita tenemos que implementar un modelo autogestivo, eso es lo que tendría que funcionar. Yo ya ni siquiera pienso cuándo volveré a tocar (frente a la gente). Estoy pensando cómo puedo generar desde donde estoy.

¿Qué consideras que los músicos, como gremio, podrían hacer frente a esta situación?

Creo que nos tienen completamente sometidos, a pesar de que nosotros somos la base de la industria musical, porque no nos organizamos, porque dependemos completamente de otra gente para la distribución de nuestra música. Tendríamos que aprender la labor de difusión, que los toquines se muden a casas, a foros alternativos, eso requiere mucho compromiso, mucha organización por parte de los músicos, conciertos de calidad, que la gente tenga donde llegar y disfrutar de la música. Tampoco estoy diciendo que no hay que ir a los foros, pero es un gran momento para organizarnos.

Lo más complicado es aprender a trabajar con otras maneras de pensar. ¿Cómo colaborar? Ahí reventamos la mayoría; aprender algo tan sencillo como comunicar lo que nos molesta. Se habla mucho de colectivos y solidaridad, pero se trata de pensar qué es lo que generalmente no estamos dispuestos a hacer, pensar por qué nos cuesta tanto trabajo colaborar y comenzar a confiar. Es un buen momento para confiar.

 

Solidaridad entre artistas

Artistas se organizan para ayudar a otros integrantes de la comunidad artística y cultural que se encuentran sin ingresos por la pandemia. Arte en Resistencia es un proyecto a cargo del fotógrafo Jorge Panameño, quien se ha encargado de recibir víveres y donaciones monetarias, principalmente de otros creadores, para entregar despensas y bonos de ayuda económica.

Cualquier persona puede donar víveres o realizar donaciones monetarias. Pide que tanto donadores como artistas que necesiten el apoyo, llamen al celular 55 7536 7645 en un horario de 12:00 a 17:00 horas y facilita una cuenta bancaria para donaciones monetarias: 5204 1602 2107 6396 de Banamex.

Cientos de artistas y promotores independientes han recibido ayuda, como lo demuestran los testimonios.

Myrna Armenta Ruiz

Periodista, música y promotora cultural. Siempre profundizando en las historias con pocos reflectores. Cultura, música y arte desde una visión social.