De Norte a Sur Internacional

Nueva crisis, viejo guion: se reaviva el conflicto entre las dos Coreas

Colaboradores


17 junio, 2020 @ 5:45 pm

Nueva crisis, viejo guion: se reaviva el conflicto entre las dos Coreas

Jorge Raúl Suárez Campero

@jorasuarez

Se perfilaba una era de cambio. A finales de año, ambas Coreas se aproximaron para consensuar cómo se adaptarían a las nuevas circunstancias mundiales. Tras tres reuniones donde las posiciones diplomáticas no mostraron convergencia, el diálogo se enfrió. A principios del siguiente año, se realizaron los habituales ejercicios militares conjuntos entre Estados Unidos y Corea del Sur, suceso que sirvió a Corea del Norte para romper el diálogo. Era 1990-91.

Este guion bien pudiera servir para narrar los acontecimientos intercoreanos actuales. Con base en la historia se puede sustentar que el ciclo intercoreano consiste en un acercamiento, posiciones encontradas, el enfriamiento de los diálogos, el suceso que los rompe y una crisis que los llevará a dialogar de nuevo. Por supuesto, los tiempos, factores y coyunturas nunca son las mismas. En 1990-1991, Pyongyang buscaba urgentemente asegurar que el colapso del mundo socialista no terminara por derrumbar su régimen debilitado. Hoy por hoy, buscan aliviar las sanciones económicas que le han impedido potenciar una era de aparente estabilidad. Ahora tenemos una nueva crisis intercoreana. Estas son las razones y sus posibles secuelas.

Imagen: es.euronews.com

Las dos Coreas: del acercamiento al enfriamiento

2018 fue el momento de diálogo y acercamiento entre la República de Corea (RDC) y la República Popular Democrática de Corea (RPDC), hecho que se cristalizó en dos cumbres intercoreanas entre Moon Jae-in y Kim Jong Un y tres documentos firmados, conocidos como la Declaración de Panmunjom, la Declaración de Pyongyang y el Acuerdo militar (Acuerdo sobre la implementación de la declaración sobre Panmunjom en el dominio militar, es su nombre completo). A grandes rasgos, estos instrumentos se negociaron con la intención de fortalecer la cooperación (humanitaria y económica), concluir la guerra de Corea, reducir tensiones y enfrentamientos armados (especialmente en las zonas adyacentes a la zona desmilitarizada) y avanzar en la agenda de desnuclearización.

En la Declaración de Panmunjom se concertó el establecimiento de una oficina de enlace intercoreana y ambos gobiernos se comprometieron a terminar la contrapropaganda divulgada por medio de transmisiones de bocinas y difusiones de panfletos en las inmediaciones de la zona desmilitarizada. También, en el Acuerdo Militar convinieron una zona de exclusión aérea para todo tipo de dispositivo, globos de aire caliente incluidos, en áreas próximas a la línea de demarcación militar.

Si bien ambas Coreas pudieron cooperar en aspectos simbólicos posteriores a las cumbres intercoreanas, los proyectos de cooperación económica que verdaderamente interesaban al régimen norcoreano no se podían llevar a cabo. La razón: las sanciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas impuestas por la actividad nuclear de Pyongyang, principalmente desde 2006 hasta 2017. Por tanto, la llave para cruzar la puerta de ese callejón la tenía Estados Unidos,[1] que no ha estado dispuesto a reducir las sanciones a menos de comprobar avances en el proceso de desnuclearización norcoreana.

La inercia de los acercamientos intercoreanos, así como la mediación surcoreana facilitó la reunión del líder norcoreano con el ejecutivo estadounidense, Donald Trump. Se debe resaltar que el enfoque pragmático de Trump en la península coreana –que se diferencia de las posiciones tradicionales de los gobiernos demócratas o republicanos–, facilitó de cierta medida su encuentro, el cual fue el primero en su especie, pues nunca antes había habido una reunión bilateral de tan alto nivel.[2] La cumbre de Singapur, en junio de 2018, fue el primer acercamiento que permitió a las partes reconocer sus posiciones; la cumbre de Hanoi, en febrero de 2019, era la indicada para concretar un avance en el dilema sanciones-desnuclearización. Desafortunadamente para el proceso de paz en Corea, la cumbre terminó abruptamente sin acuerdo o declaración alguna.

A pesar de la imposibilidad de un acuerdo estadounidense-norcoreano, las pruebas nucleares, balísticas (intercontinentales) y retórica belicista no regresaron, tal como lo fue en 2017. Esta aparente estabilidad le otorgó al gobierno de Donald Trump su único acierto en política internacional. Sin embargo, de febrero de 2019 a la fecha, la relación intercoreana se ha enfriado paulatinamente: ha pasado de participación moderada o poco entusiasta en eventos simbólicos, prosiguiendo al desaire de invitaciones, avanzando a la indiferencia total. De principios de junio a la fecha vemos ya la siguiente etapa del ciclo, la ruptura del diálogo y la construcción de la crisis.

La ¿crisis?

En Corea del Sur existen distintas ONG de refugiados norcoreanos. Muchas los apoyan en su proceso de adaptación a la sociedad surcoreana, otras son de tinte político que buscan minar la imagen del régimen norcoreano, tanto fuera de la península como en la misma RPDC. Una de las estrategias para ello es la transmisión de radio (en onda o por bocinas) y la otra es el envío de panfletos, dinero y memorias USB en globos de aire caliente, ambas en la frontera intercoreana.

Desde 2018 el gobierno había obstaculizado esta práctica, lo cual la minimizó, pero este año los activistas norcoreanos la retomaron. Se tienen noticias que desde finales de abril del 2020 comenzaron a enviar globos con información de la supuesta muerte de Kim Jong Un y con la noticia de que dos refugiados norcoreanos habían llegado a la Asamblea Nacional de la RDC. A pesar de este hecho, Corea del Norte no protestó por ningún medio.

A principios de junio Kim Yo Jong, hermana del líder Kim Jong Un, emitió una nota a través de la agencia estatal de noticias norcoreana, KCNA por sus siglas en inglés, donde insultó a los refugiados que enviaron más de 500,000 panfletos al Norte. Asimismo, amenazó que si el gobierno surcoreano no controlaba esta situación, se estarían violando los acuerdos de 2018 y ellos responderían cerrando las comunicaciones con el Sur y después retirándose de los proyectos de cooperación.

Corea del Sur respondió que tomarían las medidas legislativas necesarias para evitar actos de tensión en las fronteras. Esto inició el debate interno en Corea del Sur sobre la libertad de expresión, pues como bien señalaron los activistas y políticos conservadores, sería atentar contra los derechos de los ciudadanos surcoreanos en aras de la voluntad de otro país. Los activistas no detuvieron su actividad, el gobierno no encontró manera legal de detenerlos, por lo que los norcoreanos elevaron las tensiones. Kim Yo Jong ordenó la clausura de la oficina de enlace intercoreana y amenazó que la siguiente vez los militares tendrían participación. Ante esta situación, Corea del Sur mantuvo en alerta a las fuerzas armadas por un posible ataque fronterizo. La espiral de tensión desembocó el 16 de junio con la explosión del edificio de la oficina de enlace intercoreana, en la ciudad norcoreana de Kaesong.

Corea del Norte sabe que en una situación de normalidad tiene una desventaja en la negociación, por tanto, crea las crisis para negociar desde la fuerza: genera un sentido de urgencia y ofrece la solución, si el precio (económico o político) es adecuado. Así lo ha hecho, principalmente desde la década de los noventa, cuando necesita ayuda humanitaria o económica, o cuando requiere un viraje de la política surcoreana o estadounidense. Corea del Norte sólo esperaba una afrenta, y que se diera en el momento indicado –tal como pasó en 1990-91 y ha pasado en múltiples ocasiones–. Mejor aún si se daba en fechas simbólicas y con cierto sustento legal para legitimar sus acciones.

Imagen: elpais.com

Las fechas simbólicas de la explosión

Cuando se trata de Corea del Norte, el timing es esencial.[3] En este caso, la fecha permite que el mensaje sea más contundente y la presión para Moon más asfixiante. El 15 de julio fue el vigésimo aniversario de la Declaración Conjunta 6.15, documento base para una era de cooperación intercoreana en la primera parte de la década del 2000, la cual representa un gran símbolo de la política opositora-progresista, de la cual Moon es heredero. Explotar la oficina de enlace intercoreana un día después de esa conmemoración fue un recordatorio de que los norcoreanos no tienen un apego o nostalgia por el pasado intercoreano y que están dispuestos a destruir, literalmente, sin dar marcha atrás los avances logrados en aras de un objetivo que ellos consideran superior o más útil a su causa.

Este movimiento también pone contra la pared al presidente surcoreano. Anterior a este hecho, de acuerdo con encuestas, alrededor del 50-60 por ciento de la opinión pública rechazaba el activismo de los refugiados norcoreanos. Es muy probable que ahora los ciudadanos surcoreanos se opongan a mejorar las relaciones con el Norte. En consecuencia, si Moon congela las relaciones con Kim, este último buscará retroceder todos los logros de 2018 y, en últimas instancias, regresar a las pruebas nucleares, balísticas y retórica belicista de 2017. Por ello, sólo habrá dos opciones para Moon, romper el diálogo como represalia y escalar las tensiones a consciencia de que se perderán los progresos de su política; o comprometerse de lleno con el Norte y obtener un triunfo diplomático lo suficientemente grande que eclipse el incidente de la oficina de enlace intercoreana.

Elecciones en Corea del Sur

Otro aspecto es el tema electoral. En el caso surcoreano, a mediados de abril se realizaron las elecciones parlamentarias. El partido del presidente, el Minju, resultó ganador. Obtuvo 180 de 300 escaños, aspecto que le facilitará la aprobación de políticas, en contraste con el periodo legislativo anterior donde sólo contaba con un escaño más que la oposición. Corea del Norte definitivamente esperó a ver los resultados para ver qué tan fortalecido resultaba el partido Minju. En pocas palabras, Moon tendrá más flexibilidad para aprobar internamente proyectos con el Norte.

Otro proceso electoral importante es el estadounidense. Donald Trump sólo cuenta con un aparente triunfo diplomático en política internacional: la estabilidad en Corea. En la antesala de las campañas presidenciales, Pyongyang quiere recordarle a Washington que esta estabilidad es demasiado frágil y que la permanencia del estado de las cosas depende exclusivamente de los norcoreanos. Si Trump desea tener elecciones sin pruebas nucleares o balísticas para poder presumir su política en campaña, deberá atender las peticiones de Kim.

¿Y por qué contra los surcoreanos?

Los norcoreanos buscan un cambio de política en Washington que les permita salir del dilema sanciones-desnuclearización. La única manera en que Kim puede llegar efectivamente a Trump es por medio de Moon, en un contexto de crisis que afecte los intereses de ambos. Anteriormente, el rol de Moon como intermediario fue clave para concretar las cumbres de Singapur y Hanoi. Esto no ha sido exclusivo con Moon, Corea del Norte ha hecho de la relación intercoreana uno de sus rehenes más habituales cuando las relaciones con Washington no son las mejores. Así sucedió durante la administración de George Bush, donde los presidentes surcoreanos Kim Dae-jung y Roo Moo-hyun se convirtieron en mediadores.

Las secuelas del conflicto

Con base en las crisis intercoreanas anteriores, es posible afirmar que los norcoreanos seguirán elevando la tensión. Han anunciado que su siguiente paso es ocupar militarmente las franjas que se desmilitarizaron a raíz del Acuerdo Militar de 2018. Probablemente esperen a la conmemoración del inicio de la guerra de Corea (otro aniversario simbólico), 25 de junio, para realizar su siguiente movimiento. Este escalamiento de tensiones será de acuerdo con las respuestas que obtengan de la RDC y de Estados Unidos.

Es altamente probable que Moon continúe su política de acercamiento al Norte, en consecuencia, buscará detener la espiral de tensión. Es muy factible que busque, por canales informales, a Donald Trump, para conciliar una respuesta conjunta. Por lo tanto, el freno o acelerador de la crisis dependerá, en gran medida de la reacción del mandatario estadounidense. Se evidenciará en la respuesta de Trump qué tan estratégica o importante es para él la estabilidad de la península Coreana. Conociendo el perfil del ejecutivo estadounidense, no va a pronunciarse en el corto plazo y tratará de desenmascarar el bluff norcoreano.

El problema con esa estrategia es que Corea del Norte, aún en el peor escenario (regreso a las pruebas nucleares, balísticas y retórica belicista), se siente relativamente cómoda. Corea del Norte ha vivido tiempos que verdaderamente han amenazado la misma existencia del régimen. Ahora, de acuerdo con estimaciones económicas, se encuentra en relativa estabilidad en comparación con las dos décadas anteriores. En gran medida se debe a que las sanciones afectan la economía oficial norcoreana, pero no el mercado negro y capitalismo informal, que es lo que ha permitido a la población y gobierno sobrevivir los largos años de crisis y estancamiento. La relación intercoreana no tiene un valor económico o político para el Norte, por eso no tiene reservas en derrumbar los procesos logrados.

Por otro lado, es muy probable que el rol activo de Kim Yo Jong continúe. Ha resaltado su retórica agresiva y posición fuerte, lo cual la coloca no sólo como la funcionaria negociadora del régimen (hay que recordar su papel diplomático importante previo y durante las cumbres intercoreanas de 2018), sino también como el brazo fuerte de su hermano. Este rol rememora el espacio que Kim Jong Il tenía en el gobierno de Kim Il Sung. Como encargado del Ministerio de Cultura éste último, Jong Il, promovió la cinematografía norcoreana y el desarrollo de las artes a través del estudio Mansudae, posiciones desde donde forjó una personalidad popular, al tiempo que también se le conoció como organizador de atentados terroristas en contra de surcoreanos, como los atentados de Rangún en 1983 y el vuelo de Korean Airlines de 1987. Sin duda esta construcción de imagen de un líder carismático, pero contundente, también la está replicando Kim Yo Jong. Este hecho lleva a pensar que posiblemente se esté perfilando como probable sucesora en caso de que la salud de Kim Jong Un se vea vulnerada.

Con las ideas plasmadas en este texto no se afirma que la historia sea cíclica y determinista. Sin embargo, se pueden identificar tendencias. En el caso intercoreano las crisis han tenido un patrón similar. No sólo se requiere reconocerlo, se espera que también la política actúe en consonancia para romper la propensión que distancia las posiciones y conduce a las crisis. Hay todavía muchas ideas más en el tintero, que seguro se irán discutiendo en el desarrollo de esta crisis de las relaciones intercoreanas que, como se revisó en este texto, no es la primera, ni será la última. Deben seguirse de cerca las acciones de las dos Coreas, pero también de los actores externos involucrados, fundamentalmente Estados Unidos. Se invita a reflexionar sobre la coyuntura que se avecina siempre desde la perspectiva histórica.

 

[1] Rusia y China han declarado disposición para relajar algunas sanciones. En temas de la península, Gran Bretaña y Francia usualmente se alinean con la posición estadounidense, pues también su prioridad es la desnuclearización.

[2] Demócratas y republicanos habían condicionado la cooperación o interlocución a progresos en la desnuclearización, sobre todo después de 2006 (primera prueba nuclear norcoreana). Además, la reunión de más alto nivel que se había dado entre norcoreanos y estadounidenses fue en Pyongyang en octubre de 2000, cuando Madeleine Albright, entonces Secretaria de Estado, visitó a Kim Jong Il. Se acordó una probable futura reunión con Bill Clinton, pero nunca llegó pues se acabó su periodo presidencial. George Bush no le dio continuidad a estos acercamientos.

[3]  Por ejemplo, cuando realizan pruebas nucleares o balísticas eligen fechas importantes internas, como natalicios de líderes, o conmemoraciones externas, como la independencia de Estados Unidos.

Colaboradores

Espacio para nuestros colaboradores ocasionales, quienes amablemente nos comparten sus reflexiones. En la Revista Consideraciones caben todas las opiniones.

3 comentarios
  1. […] Nueva crisis, viejo guion: se reaviva el conflicto entre las dos Coreas […]

  2. Avatar

    El moro

    Que buen articulo para comprender las nuevas tensiones entre las dos Coreas

  3. Avatar

    Juan F. Lopez Aymes

    Interesante reflexión de Jorge Suárez. Parece que se le está acabando el tiempo a Moon para finalmente construir un patrón diferente de relaciones intercoreanas. Creo que puede ser un buen caso de análisis para utilizar teorías de juegos de dos niveles.

Comentarios cerrados.

Deja un comentario