Gato con Lentes

La otra pandemia: el racismo como herencia de la Modernidad

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10 junio, 2020 @ 9:26 am

La otra pandemia: el racismo como herencia de la Modernidad

Roberto Viesca

El sueño ambicioso de la Razón

La Modernidad nace para diferenciarse de otras épocas. Parte de un imaginario histórico de pretensiones universalistas bajo la lógica de la razón y de la sociedad del progreso. Lo “moderno” significa lo que se vive en el momento. Es una forma de “objetivizar el mundo” mediante saberes filosóficos y concretos que se producen inevitablemente en la atracción de su centro

Asume y determina su incondicionalidad como única, total y universalizadora, la historia y el proceso humano en ella se concibe como un camino lineal y, en consecuencia, es el continuum moderno lo que se impone y que además hay que alcanzar tomándolo como propio, abstraerlo, aceptarlo, aún cuando las comunidades e identidades humanas difieren unas de otras en su proceso social evolutivo ya sea individual o colectivo. Sus fundamentos y creaciones instrumentales se advierten, por tanto, separados de las realidades cognoscentes de las especificidades humanas distantes y opuestas entre sí.

Imagen: eldiario.es

Los demonios de la Razón

La determinación histórica de la Modernidad como principio universalizador hacia la otredad se encuentra impuesta en los rincones eurocentrados como condición necesaria para ejercer la función de dominio. Los pensamientos, filosofías o saberes no europeos u occidentales, han manifestado cierta resistencia al entramado “civilizatorio racial-moderno”, sobre todo en América Latina y África.

El punto establecido para resistir el dominio colonial-racial-moderno es la Colonialidad del Poder[1] que imprime valor inversamente proporcional a la imposición euromoderna de la categorización o jerarquización de “razas”, que permite establecer y ejercer la relación dialéctico-imaginativa de superioridad/inferioridad. Ningún otro colonialismo, imperio o dominación cultural, a lo largo de la historia, había observado tal reconocimiento para detentar poder y control sobre lo “otro”.

Este proceso constituye una nueva perspectiva intersubjetiva de considerar a lo no europeo a partir y desde su racialización conceptual, cultural y mental del mundo, para obtener de este modo, legitimidad, subjetividad y diferenciación del movimiento historicista en el cual va surgiendo la Europa de la Modernidad; así, la racionalidad cartesiana-newtoniana conlleva e impulsa a la Colonialidad del Poder a entrar en el contexto de la modernidad, ampliando horizontes de lo moderno y lo colonial.

El eurocentrismo

El proceso colonial moderno incide sobre la conciencia de lo “eurocéntrico”, como formación de la subjetividad racional del hombre con el encuentro de la Naturaleza y con el “otro”. Las relaciones intersubjetivas de dominio, reprimieron todas las culturas y el conocimiento de sus patrones de conducta, propiciando la universalidad abstracta del mundo en categorizaciones de hegemonía y centralidad, reforzadas por las dicotomías racional/irracional, superior/inferior, tradicional/moderno, desarrollo/subdesarrollo, occidental/no occidental, sujeto/objeto, etc.

En este sentido, el eurocentrismo parte de una categoría explícita que especifica una racionalidad concreta en un espacio/determinado y con una perspectiva de conocimiento que por medio de la hegemonía, se hace mundialmente válido y sobreponiéndose a los demás, tanto en Europa como en otras latitudes.[2]

Es de este modo, como la concepción colonial/moderno/europeo construye las “otredades” como objeto al servicio de las fundamentaciones modernas de la racionalidad, el capitalismo, la instrumentalización del hombre y su diferenciación racial de acuerdo a la necesidad y la composición del capital en cuestión, es decir, según el color de piel será la función en la escala de posición en la división  internacional del trabajo.

 

Referencias

[1] La Colonialidad del Poder “… trata de un nuevo patrón de poder históricamente específico, constituido sobre dos ejes fundacionales: 1) Un nuevo sistema de explotación social que consistía  y que consiste aún en una configuración conjunta de todas las formas históricas de explotación en torno, y bajo la hegemonía del capital; 2) un nuevo sistema de dominación social configurado sobre la base, y en torno a la idea-imagen de ´raza´, un constructo mental que no tiene precedente alguno en la historia.” Véase, Aníbal Quijano, “La crisis del horizonte de sentido colonial/moderno/eurocéntrico” [en línea] Casa de las Américas, Nos. 259-260, abril-septiembre 2010, Dirección URL: http://www.casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/260/bicentenario.pdf, [consulta: 29 de mayo de 2020]

[2] Aníbal Quijano, “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina” en Edgardo Lander, La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas, Facultad de Ciencias Económicas y Sociales (FACES-UCV) y el Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IELSAC) Venezuela, 2003, p. 308

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