Cárceles en México, focos de infección de Covid-19

Alberto Espejel Espinoza*

México atraviesa por una coyuntura crucial, pues el COVID llegó para transformar actores, instituciones y estructuras sociales. En este contexto de crisis y cambios abruptos, existen sectores sociales que, dada su vulnerabilidad, tienen menor oportunidad de salir librados de la pandemia. Es claro que el COVID puede atacar a cualquier persona, pues nadie es inmune al virus, sin embargo, las formas de adquirirlo y sus consecuencias son distintas dependiendo el estrato social al que se pertenezca.

En México, la población penitenciaria es un sector estigmatizado, que vive en condiciones indignas, pues, ante el olvido de los gobiernos estatales y federal durante varios sexenios, arrastra infinidad de deficiencias y problemas (Documenta, 2016).

Hacinamiento y sobrepoblación penitenciaria

Dentro de las problemáticas, llama la atención la sobrepoblación y el hacinamiento. El 34% de los penales estatales tienen problemas de sobrepoblación, mientras que el 44% padece hacinamiento. Ambos fenómenos se vinculan al endurecimiento punitivo que ha vivido México en los últimos sexenios.[1] En segundo lugar, se encuentra el pésimo estado de la infraestructura penitenciaria.

Condiciones indignas y deficientes para sus poblaciones vulnerables y de riesgo

En el 70% de los penales estatales existen deficiencias en las condiciones materiales, equipamiento e higiene de las áreas de dormitorios, mientras que en el 50% es posible identificar distintos problemas en las condiciones materiales y de higiene en el área médica. En tercer lugar, y no por ello menos importante, se encuentran las deficiencias en lo que refiere a la atención a internos con requerimientos específicos: mujeres, personas adultas mayores, indígenas, personas con discapacidad, personas con VIH o con adicciones, entre otros.

La CNDH aceptó que hay 27 internos con COVID en varios penales del país

Derivado de la contingencia en la que nos encontramos, se suman y/o agravan problemáticas en el sector penitenciario como lo es el control de brotes dentro de cárceles. Todo un desafío, ya que las capacidades institucionales de los penales estatales y federales no son similares. El pasado 15 de abril, las autoridades sanitarias reconocieron la detección de dos brotes en penales de Yucatán y del Estado de México.[2] El 28 de abril, se dio a conocer el fallecimiento del primer reo a causa del COVID 19, en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México.[3] Mientras que el 29 de abril, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) reconoció la existencia de 27 internos con COVID en penales de Ciudad de México, Estado de México, Jalisco, Sinaloa y Yucatán.[4]

Una rápida revisión al Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciario de la CNDH[5] permite apreciar que existen penales estatales con mayor capacidad para hacer frente al COVID que otros.

Evaluación a los penales por atención y prevención

El informe mide diversos rubros, entre los que destacan las deficiencias mencionadas líneas arriba. Como se observa en la Tabla 1, los únicos penales que actualmente registran casos de COVID, y que obtienen calificación aprobatoria alta (de 8 a 10) en el rubro de atención a internos con requerimientos específicos (adultos mayores, mujeres, indígenas, personas con discapacidad) son los de Sinaloa y Yucatán.

Penales del Estado de México, los peor evaluados

Sin embargo, Sinaloa reprueba en los aspectos que garantizan estancia digna (que incluye condiciones materiales y de higiene en dormitorios y área médica). En ese orden de ideas, los penales del Estado de México presentan calificaciones reprobatorias en aspectos que garantizan la estancia digna y la integridad del interno (incluye sobrepoblación y hacinamiento).

Así pues, las (in)capacidades en torno a sobrepoblación y hacinamiento, las malas condiciones de la infraestructura e higiene en áreas médicas y dormitorios y la falta de atención a internos con requerimientos específicos, como personas adultas mayores, sin duda, representan un grave riesgo que debe con seriedad en la actual coyuntura. De no atenderse, podríamos estar ante una bomba de tiempo en términos de salud pública, cuyo agravamiento dependerá, en definitiva, de las capacidades institucionales en cada entidad penitenciaria.

¿Cómo solidarizarnos con los sectores más vulnerables frente al COVID?

¿Cómo solidarizarnos con los sectores más vulnerables frente al COVID? Es una pregunta pertinente ante la cual un grupo de profesores y estudiantes de diversas Instituciones de Educación Superior en México hemos emprendido la realización y difusión de videos orientados a concientizar sobre la necesidad de reconocer, visibilizar y reducir riesgos, discriminación y violencia hacia distintos sectores sociales (trabajadores domésticas, madres solteras, niñas y niños, personas en situación de calle, familias en condiciones de marginación y pobreza extrema; niñas y niños que viven al interior de penales, menores en situación de orfandad, tráfico de la vida silvestre, trabajadoras sexuales, migrantes, trabajadores de limpieza en transporte público, adultos mayores que trabajan, entre otros).

El primer video de la serie corresponde a la población penitenciaria en México. En la parte final se incluyen algunas ideas sobre cómo solidarizarnos en tiempos del COVID-19. Lo encuentran aquí:

En la misma cuenta de Youtube, en próximos días, se compartirán videos en torno a alguna de las problemáticas señaladas previamente en el marco de la actual pandemia. Se agradece la difusión. Si forman parte de una Institución de Educación Superior o de alguna Organización de la Sociedad Civil en México, y desean unirse a la iniciativa, pueden ponerse en contacto por medio de un mensaje dirigido a accionhumanitariaymultimedia@gmail.com

*Politólogo. Profesor investigador de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la UNAM.