De Norte a Sur

El Seguro Popular: un mal chiste para enfrentar la pandemia

Pamela Janin López Gloria


PameJanin

25 abril, 2020 @ 1:45 pm

El Seguro Popular: un mal chiste para enfrentar la pandemia

Abril se fue. Y con él se esfumaron también la salud de millones en el mundo, la vida de otros tantos y, sobre todo, el sueño americano. Transformado en burla, el american dream que en tantas historias taquilleras ha sido protagonista, parece desvanecerse en la espesa voz de un presidente que “sarcásticamente” sugiere acabar, “en un minuto”, con la mayor epidemia que ha enfrentado el mundo en cien años: mediante “una inyección” de desinfectante o exponiendo al cuerpo de las personas contagiadas de Covid-19 a una “tremenda cantidad de luz, ultravioleta o sólo una luz muy potente”. Como en todo guion de Hollywood, ya era hora del chiste malo de película.

40 días de combate a la Covid-19

Mientras tanto, en México, el panorama nos coloca en la realidad: más de cuarenta días después de registrar el primer caso del nuevo coronavirus en nuestro país, la pandemia se retrata como una curva en ascenso. Suman 12 mil 872 casos confirmados, de los cuales 4 mil 502 están activos; 7 mil 889 son sospechosos; y hay mil 221 defunciones. Aunado a ello, todos los días el equipo encargado de diseñar e instrumentar la estrategia para combatir los efectos del coronavirus detalla en cifras el esfuerzo gubernamental: vivimos la fase 3 de la contingencia; la movilidad en el país se ha reducido alrededor de 70 por ciento; numerosos hospitales públicos, paraestatales y privados, han sido convertidos en centros de atención Covid; miles de profesionales de la salud han sido capacitados —aunque con reservas— para atender la epidemia; cinco aviones con insumos médicos provenientes de China han aterrizado para surtir hospitales y centros Covid; el CONACYT enfrenta el reto de producir 700 ventiladores de respiración asistida para pacientes críticos antes del 15 de mayo entrante; la prospectiva económica ofrecida igual por especialistas serios que por empresarios y falsos poetas de oposición, coinciden en que pasada la hecatombe enfrentaremos una crisis casi insostenible… y todavía faltan días, semanas, para ver llegar el acme de la epidemia.

Reprochan al unísono las empresas de la comunicación y las voces de la derecha –que ya fue gobierno– todas y cada una de las acciones emprendidas por Andrés Manuel López Obrador y su gabinete desde el primer día que ocuparon el Palacio Nacional (vale la pena aclarar que en este costal no entran las voces de la crítica auténtica ni las plumas del periodismo veraz e independiente que lo son por convicción y no por mandato o adulación presidencial). Dicen con teatral temor que, como están las cosas, no podremos hacer frente a las circunstancias, pero olvidan su importante participación e indudable responsabilidad en ello.

El esfuerzo del gobierno, aunque titánico y loable, es insuficiente. En efecto: no estamos preparados para enfrentar airosamente este reto de la naturaleza. Pero no lo hemos estado desde hace muchos años, por lo menos desde que la instauración del neoliberalismo nos regaló políticas económicas de libre comercio, globalización, explotación rampante y privatización, así como la acelerada destrucción de los derechos sociales. Menos preparados aún quedamos después de los veinte años de “alternancia política” que dejaron al país sumido en una guerra civil imparable y al sistema nacional de salud desmantelado, sin pies ni cabeza… ni dinero —en las arcas públicas, claro—.

Imagen: heraldo.mx

Seguro Popular, un chiste malo y corrompido

El Seguro Popular de Salud, que durante los últimos dieciocho años ha sido descrito por sus artífices como la solución a falta de cobertura de servicios médicos de calidad de la población, no resultó sino una pifia cuyo evidente propósito fue el de mercantilizar la atención médica y generar mercado para los servicios privados, primero mediante la descalificación constante de los servicios públicos existentes, y luego a través del financiamiento al sector privado y la promoción de su participación en la administración de fondos y pensiones.

No pasó mucho tiempo después de iniciada su instrumentación para que los objetivos reales del Seguro Popular y su viabilidad fueran seriamente cuestionados. En el artículo científico realizado por Silvia Tamez González y Catalina Eibenschutz para la Revista de Salud Pública en diciembre del 2008, las investigadoras concluyen lo siguiente:

“Frente a una grave problemática de la situación sanitaria en México, que se debate entre la fuerte reducción presupuestal, el monopolio de hospitales privados y el encarecimiento desmedido de los medicamentos, el gobierno neoliberal implementa el Seguro Popular de Salud (SPS), programa que adolece de una propuesta médico-clínica de bienestar social cuyo propósito real es implantar el modelo llamado de participación público-privada.

El SPS, pieza clave en la reestructuración del Sistema Nacional de Salud, muestra dos problemas fundamentales: 1) no es viable, pues hasta ahora se trata primordialmente de una propuesta que no cuenta con la infraestructura necesaria para brindar servicios de calidad a la población “asegurada”; y 2) la cobertura de los riesgos es muy limitada y condicionada. Debido a que no hay una perspectiva médica en las reformas estructurales, el SPS representa un programa discrecional, presidencial y focalizado que resta fondos a las instituciones grandes de la seguridad social.

Foto: Gabriela Pérez / cuartoscuro.com
Diario Basta

El SPS profundiza la descentralización de los servicios de salud con el ingrediente de que ahora las entidades federativas van a tener que aportar una cantidad igual o superior a la que aporte la federación, obligándolas, en muchos casos, a realizar adecuaciones presupuestarias en detrimento de la calidad de la atención. Esta situación constituye para el futuro inmediato una segmentación del SNS que determinará nuevas condiciones diferenciales del acceso de la población a los servicios médicos. Estas condiciones aumentarán la inequidad en salud y contribuirán a incrementar la gran desigualdad social prevaleciente en México”. Fin de la cita.

Los años pasaron y con ellos llegó de nuevo el PRI a la silla presidencial. Y el ya de por sí deteriorado Sistema Nacional de Salud acabó por ser lo que tenemos hoy: un cúmulo de problemas y deficiencias estructurales, desde el abasto de medicamentos hasta la falta de personal médico para garantizar la cobertura de servicios en todo el territorio nacional.

Una investigación periodística publicada por la revista Emeequis en octubre del año pasado registra que durante el sexenio de Enrique Peña Nieto el presupuesto federal destinado al Seguro Popular incrementó de 66 mil 791 millones que recibía en el 2013 a casi 67 mil millones presupuestados para ello en el 2018. Sin embargo, el padrón de afiliados decreció más de dos millones.

Y en este océano de robos —o desvíos, pues— y corrupción quedamos atrapados millones de mexicanos.

Está claro que el gobierno de la Cuarta Transformación no es directamente responsable del estado actual de las cosas, no obstante, lo que pase de ahora en más determinará la nueva normalidad a la que tendremos que adaptarnos. Exigir al gobierno que haga su parte con honestidad y transparencia, así como introyectar la necesidad de reconstruirnos sobre la base de la comunidad y la solidaridad es de vital importancia, sobre todo cuando de frente se nos colocan sólo dos opciones: cambiamos o nos hundimos.

Pamela Janin López Gloria

Maestra en Periodismo Político y fotógrafa. Interesada en contar historias, analizar el multifacético mundo que habitamos y proveer una mirada crítica sobre el acontecer nacional.