¿Es machista el albur?
Dante Cruz
Hoy, primero de marzo, se celebra el día del albur, eso que definiera Lourdes Ruiz (qepd), la reina absoluta del buen decir, como un ajedrez mental. Aunque, en estos tiempos en los que uno necesita tomarse su tiempo para sentarse a meditar en las pequeñas y medianas cosas que incitan a la agresión sexual, me pregunté: ¿es ésta grande y bonita… tradición, un reflejo de que cualquiera con algo (por muy grande o pequeño que sea) entre las piernas, tiene las de ganar en este juego? (de no ser así, ¿Por dónde le entra uno?).
Su reina decía que las mujeres no tendrán aquello, pero sí 10 dedos (atáscate) y mayor destreza mental para metérsela a cualquier machín que por exceso de confianza terminara anonadado.
Mientras que, en la comunidad sexodiversa se dice que el albur es hasta una invitación a pecaaaaaars y probar a ver si así como prometen que ladran, cumplen lo que muerden…
Removiéndoles atrás sus recuerdos, los invito a revivir los tiempos de la adolescencia en que se hacían competencias de albures durante el recreo y cuyo perdedor era siempre el típico chico te-mido del barrio, pero con dos pesos de agilidad que terminaba enchilado respondiendo a cualquier cosa *acento chilango exagerado* “me prestas una hermana”, “tu mamááááá” o el infaltable, nada ingenioso, pero siempre triste “soplaaaaaaaaas” (menos palabras es igual a más desesperación).
En lo personal, mi talento para encontrar el punto sexual exacto en cualquier lado, me permitió sobrevivir el paso de la escuela de monjas a la pública y aprendí más de mis amigas “las fresas” que de mis amigos los “todas mías”, aunque lo admito: en la actualidad aún disfruto del ego herido de ciertos personajes, cuando han querido presumirme a su chica y yo les respondo que no hay necesidad de que confiesen tanto su lado íntimo.
Sin embargo, sabemos que hay mujeres que son misóginas, personas de color que son racistas y homosexuales que son homofóbicos, porque cualquiera crece queriendo ser dominante y no dominado.
Puede un moreno discriminar a otro más moreno porque encuentra a alguien sobre quien ejercer el rechazo que ha recibido en su vida y decir que “no come frijol”, aunque por respuesta obtenga que “con huevos, todo se bate y sabe mejor” y siendo francos ¿Quién le dice ‘no’ a una morenita?
Vamos a hablar al chile, ejercer el albur es re sabroso, basta que el jefe que te cae mal diga una palabra inocente para responderle y fingir que no pasa nada o esconder la risa detrás de un “no, no, no, sin albur, sin albur”.
Bueno, está claro que no se necesitan genitales, clases sociales ni orientaciones para ser alburero, pero a lo que te truje chencha… ¿contribuye el albur al machismo?
El idioma sí que lo hace, las expresiones sí que contribuyen (peleas como niña, te defiendes como niña), pero ¿y qué tal que “la niña” usa el mismo lenguaje que la intimida para poner en jaque a aquellos que se esmeran en cumplir apenas un canon?
Yo tomo (salud) aquello que decía la reina del albur (besototes desde aquí abajo), en un país donde el 64%* de las personas dicen que preferirían que sus parejas rindieran más en los hechos, esto es un ajedrez mental en el que no importa demostrar qué tienes o qué no tienes, sino cómo lo usas y cómo diviertes con ello.
Pero esto es solo mi opinión, ¿usted cómo ha visto ver ganado su punto de vista?