Por qué un hombre no puede ser feminista
Enrique Román
Quien escribe estas líneas es un hombre de 29 años que de ninguna manera podría declararse feminista, ya que el feminismo es un movimiento político y social que tiene como objetivo emancipar a las mujeres de la dominación y violencias masculinas. Por tanto, que un hombre se declare feminista es tan absurdo como decir que los medios de comunicación quieren informar la verdad de la realidad, o como decir que hay neonazis que luchan a favor de los derechos humanos. Eso no ocurre así, es imposible.
Uno de los tantos problemas del machismo en México es que incluso, ante la desgracia de las violencias de género, muchos hombres quieren inmiscuirse y apoderarse de los espacios feministas e impregnar de la ideología patriarcal cualquier tipo de disidencia que las mujeres ocupan, como las redes socio-digitales.
Ante los hechos recientes, en el que las violencias de género han ocupado la discusión pública en la sociedad mexicana, como el feminicidio de Ingrid y Fátima, cabe señalar que los movimientos feministas son los que han tenido la acción de hacer visibles estas violencias, es por eso que la ideología patriarcal reacciona ante estos hechos, ya que dicha ideología se basa en la violencia para su sobrevivencia.
¿Los feminicidios son por causa del neoliberalismo?
Otro hecho preocupante es que el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, ha comentado recientemente que el problema de los feminicidios es por causa del régimen neoliberal que dominó nuestro país durante más de 30 años. Hay una cosa que bien podría resultar cierta ante esta declaración. Por ejemplo, para Rita Segato, las nuevas lógicas económicas y políticas del neoliberalismo global funcionan para que grupos criminales configuren un tipo de lenguaje entre hombres en donde estos intercambian mensajes a través de los cuerpos de las mujeres.
Esto confirmaría la total deshumanización con respecto a los feminicidios porque ya ni siquiera las mujeres son vistas como personas, sino como meros objetos, como mercancías del hiperconsumo y símbolos de reconocimiento o autoafirmación de una subjetividad masculina violenta.
López Obrador es el hombre más votado de la historia, el hombre más poderoso y el hombre más popular de la nación, pero, a fin de cuentas, hombre. Es por esto por lo que no entiende el problema porque para él toda la violencia en el país está asociada a un sistema económico/ideológico que es el neoliberalismo. Así lo señaló el día que tomo protesta en San Lázaro en 2018, el neoliberalismo es también un fenómeno inmoral (al menos para él), por lo tanto, todos los problemas del país se derivan de esta lucha económica/ideológica.
Si bien está en lo correcto en muchos de sus diagnósticos con respecto a los males del país, como por ejemplo, señalar la desigualdad, el incremento de la violencia cuando Felipe Calderón sacó al ejército para legitimarse y no para combatir al crimen, la corrupción de las élites y cómo el neoliberalismo adelgazó el Estado de bienestar hasta tener los niveles de pobreza y desigualdad más elevados de los países de la OCDE, se equivoca en señalar que las violencias de género son exclusivas del neoliberalismo.
Las violencias son muchas y el problema de la violencia de género tiene mucho que ver con las desigualdades de poder en las interacciones, la cosificación de las mujeres, la falta de atención en cuanto a políticas públicas (aspecto muy importante porque el problema no se va a terminar moralizando a la sociedad) y por supuesto la misoginia, entre otras.
El problema siempre ha estado ahí, con o sin neoliberalismo. En general se trata de un Estado ausente en cuanto a la perspectiva de género y la protección hacia las mujeres. Yo esperaría que en los próximos días el presidente tenga la sensibilidad y humildad como para aceptar que la violencia de género debe tener una lectura diferente con respecto a otros tipos de violencia que ocurren en el país y que se reúna en las conferencias matutinas con colectivos feministas.
¿Todos deberíamos ser feministas?
La autora nigeriana, Chimamanda Ngozi Adichie, escribió un texto llamado “Todos deberíamos ser feministas”, es una presentación del feminismo desde una postura humanista y ética sobre cómo deberíamos tratarnos entre hombres y mujeres. Ella hace un recorrido autobiográfico sobre cómo los roles de género son una construcción social que se interiorizaron con la finalidad de establecer y reproducir las desigualdades de poder entre hombres y mujeres.
Cuenta cómo a lo largo de su vida se ha visto envuelta en penosas situaciones en donde no hacer caso a los estereotipos de género no es una opción, sin embargo, las mujeres que rompen con el imperativo del “deber ser” son estigmatizadas y hasta violentadas.
A las mujeres se les impuso la idea de que tener coraje y manifestar un desacuerdo está prohibido, que levantar la voz y decir “no” ante un hecho determinado está mal en sí mismo. Esto obligó a que muchas mujeres cayeran en un pozo sin fondo y adoptaran las normas de dominación masculinas como algo normal.
A las mujeres se les enseñó que deben agradar y cumplirle a “sus hombres”; a los hombres jamás se nos enseño eso, de hecho, se nos ha dicho hasta el cansancio que entre más mujeres pasen por nuestras vidas, es más valorado socialmente y hasta felicitaciones recibimos. Pero no sólo eso, las violencias hacia las mujeres están tan normalizadas que incluso cometer un feminicidio también es una forma de reivindicar el honor masculino: aniquilar para existir simbólicamente.
La forma en que una sociedad patriarcal educa a los niños es erradicando su humanidad, es por eso que mediante acciones materiales se demuestra la masculinidad, se es más hombre si siempre se paga la cuenta, es más hombre el que regale joyas o autos de lujo, es más hombre el que dé el “primer paso”, se es más hombre quien tiene más novias o quien más sexo tiene, es más hombre el que violente, es más hombre el que tenga mejor sueldo.
El frágil ego masculino
Al contrario de esto, “el frágil ego masculino”, como dice Chimamanda, se ve expuesto en cuanto más se nos educa para ser duros y agresivos. A pesar de esto, a las mujeres, desde niñas, se les educa para que estén al cuidado del frágil ego masculino, cumplir con caprichos para que no nos enojemos, de lo contrario sería una manera de intimidarnos, de vulnerar nuestra propia identidad ya que quien manda no puede permitirse ser la burla de una mujer ¿Por qué? Porque para el sistema ideológico patriarcal una mujer no vale nada.
El feminismo, durante los últimos años, ha sido el movimiento social y político más fuerte. El problema de esto para la mayoría de los hombres, es que existe una amenaza que va incluso sobre la propia identidad, por eso es muy factible afirmar que para el sujeto machista es necesaria la aniquilación de la otredad para la autoafirmación, en este caso las mujeres. Es el problema de la erradicación de la humanidad desde que se educa a los niños y de cómo se nos prohíbe ser empáticos o ser cariñosos con otros hombres. Es por esto que la violencia machista es estructural, de ninguna manera se debe culpar a las mujeres de la formación de hombres violentos.
¿Todos deberíamos ser feministas? Si el feminismo es buscar una nueva manera de convivir pacíficamente entonces la respuesta es sí, todos y todas deberíamos ser feministas. Sin embargo, si nos enfocamos en la causa misma, en el fenómeno histórico y social, en sus objetivos y sus efectos a corto y largo plazo el feminismo solo debe de estar del lado de las mujeres.
Como dije antes, no existen los “feministos”, quien diga que sí, habrá que dudar y cuestionar inmediatamente para evitar oportunismos y la captura de los espacios públicos o digitales. Lo que nos toca a nosotros es apartarnos del feminismo porque la lucha es de ellas, los hombres misóginos las están matando y es por esto por lo que nos toca romper el pacto patriarcal que hay entre nosotros: denunciar a otros hombres violentos y dejarlas en paz.
Estimado lector, si estas palabras te han incomodado y enfadado significa que hay algo de razón. Nuestra masculinidad violenta ni siquiera nos deja a nosotros en paz. Hay que cuestionarse a uno mismo con base en privilegios y abuso de poder.
Ellas están en guerra y no contra nosotros en sí mismo, sino contra un sistema ideológico. El “feminazismo” no existe, es un concepto misógino que intenta ridiculizar y minimizar el movimiento, el feminismo no busca exterminar hombres. En este sentido, la feminista nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie tiene razón: el feminismo es para la paz.