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El crack y la calle: efectos secundarios de la desigualdad social

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29 enero, 2020 @ 10:03 pm

El crack y la calle: efectos secundarios de la desigualdad social

Texto: Jordi Cruz

Fotografía: Erick Hernández

Fotorreportaje. Erick Hernández // José, el crack y la calle. Efectos secundarios de la desigualdad social.
Foto: Erick Hernández // José, el crack y la calle. Efectos secundarios de la desigualdad social

José, el crack y la calle: “sobrevivir mientras los segundos pasan”

Una casa de campaña, un diablito, cobijas y crack: Son las palabras que describen la forma de vida de José. Su vida puede ser la de cualquiera. Su historia comenzó cuando era un niño. Con pocos años fue abandonado por su padre y quedó bajo la protección de su madre –un fenómeno social cotidiano en México–. Su infancia fue muy difícil y estudiar era un privilegio que su madre apenas podía sostener. El tiempo pasó, ella se casó y pronto José empezó a crecer en un ambiente con más precariedades económicas; además, comenzaron los abusos por parte de su padrastro, quien lo golpeaba por algo tan insignificante como dejar su mochila en un lugar que no debía.

“Las dificultades y el maltrato me superaron cuando yo vivía con mi familia y alejarme de ellos se convirtió en prioridad. La calle me ofreció una salida; personas y vicios me recibieron. Hasta la fecha, llevo más de 20 años viviendo como indigente y ganándome unos pesos recolectando basura de casas que me rodean y pepenando en los basureros. El dinero que gano es suficiente para conseguirme droga. Mientras pueda consumir piedra, la comida es lo de menos… cuando estás en la calle lo que importa es sobrevivir con lo que sea y sentirte bien mientras los segundos pasan”.

Foto: Erick Hernández // José, el crack y la calle. Efectos secundarios de la desigualdad social.
Foto: Erick Hernández // José, el crack y la calle. Efectos secundarios de la desigualdad social.

Según la última Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco de la Secretaria de Salud Federal, en México, el consumo de drogas ilegales en personas entre los 12 y 65 años ha ido en aumento en los últimos cuatro años.

Las dificultades a lo largo de la vida es algo que nos sucede a todos. A diario se pasa por situaciones desesperantes y no poder evitarlas obliga a tomar decisiones para afrontarlas. Muchas veces, estas decisiones son incorregibles.

A los 15 años, José comenzó una relación con amigos de su colonia, con quienes tuvo su primer acercamiento a las drogas. La distancia entre él y su madre iba creciendo. Los malos tratos de su padrastro y la nula atención que sus familiares le brindaban lo orillaron a alejarse de una vida que ya no podía soportar. Tomó la decisión de irse de casa. Pasó por muchos lugares, conoció a muchas personas igual o más desafortunadas que él y probó diferentes drogas como la marihuana, clonazepam, heroína, cocaína, thinner, pintura y su adicción más grande: la “piedra” (crack).

Aun en la calle, hay que tener dinero para poder vivir un día más. José sabía esto y se involucró en robos a tiendas de autoservicio hasta que un día lo atraparon. Por ello pasó poco más de un año en el Reclusorio Norte. Ahí se convenció de que vivir en la calle, de alguna manera, era muy cómodo.

Fotorreportaje: Erick Hernández // José, el crack y la calle. Efectos secundarios de la desigualdad social.
Foto: Erick Hernández // José, el crack y la calle. Efectos secundarios de la desigualdad social.

Después de su estancia en prisión decidió tener un trabajo honesto. Se dedicó a lavar autos, pintar casas y limpiar los parabrisas en alguna avenida cercana. Hoy en día, sus principales labores son recolectar la basura de las casas cercanas a la glorieta donde él habita y ser pepenador.

Vivir su infancia en la pobreza no fue responsabilidad de José; igual que miles de niños, no tuvo la oportunidad de desarrollar su potencial porque creció dentro de una estructura familiar fracturada. Sin duda, el contexto puede llevar hacia la toma de decisiones que llevan por un camino recto y sin retorno hacia una vida en la calle, un camino acompañado de desesperanza e infortunios.

Fotorreportaje. Foto: Erick Hernández // José, el crack y la calle. Efectos secundarios de la desigualdad social.
Foto: Erick Hernández // José, el crack y la calle. Efectos secundarios de la desigualdad social.

José y “Ciudad Slim”. La paradoja social

Se estima que hay alrededor de 4 mil, 500 personas en situación de calle en este momento, sólo en la Ciudad de México. Y aunque han existido programas para atender a personas que viven en esta condición –mediante los cuales se brinda servicio médico básico, baño, alimentación y algo de ropa para su posterior canalización a procesos de integración social–, José ha decidido no ser parte de eso.

Cuando el daño ha sido hecho y se ha perdido toda esperanza de vivir dentro de una estructura social, para gente como José llega el estigma: frases como “hueles mal”, “eres un drogadicto”, “debe ser un ladrón”, y las expresiones de repudio que hace la gente al verlo, no existe razón para ser parte de una sociedad en donde se le juzga de forma inclemente. El camino más viable, entonces, pareciera ser permanecer fuera del radar, sufrir depresión y tratar de evitarla consumiendo crack o cualquier otra sustancia que haga olvidar el gran enigma que es la vida.

José es una persona de 42 años que se refugia en el consumo de crack. La piedra le brinda una sensación pasiva y transforma su sufrimiento en momentos de amarga tranquilidad durante la cual esconde una causa aparentemente perdida. Ahora, tiene pareja y vive en una glorieta cercana a la llamada “Ciudad Slim”, lo cual es curioso, ya que nos muestra el verdadero rostro de la desigualdad social.

Fotorreportaje. Erick Hernández // José, el crack y la calle. Efectos secundarios de la desigualdad social.
Foto: Erick Hernández // José, el crack y la calle. Efectos secundarios de la desigualdad social.

La historia de José es una de tantas que existen en nuestro país debido al modelo económico y político el cual nos hemos visto forzados a aceptar. Las víctimas son demasiadas y los privilegiados muy pocos. Los mexicanos crecemos en un país en el cual nos enseñaron que “el que le echa ganas va a salir adelante” y que “el pobre es pobre porque quiere”. Una ideología tan simple suele convertir a los ciudadanos, poco a poco, en personas más egoístas, más inhumanas y menos comprensivas, aunque no se quiera serlo.

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2 comentarios
  1. […] El crack y la calle: efectos secundarios de la desigualdad social […]

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    Juana Hernández Flores

    Excelente historia, felicidades al autor y principalmente al fotógrafo, EXCELENTE FOTOGRAFÍA, orgullosa de ser la tía del fotógrafo.

Comentarios cerrados.

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