Un espía alemán trabajó para la Revolución Mexicana
Félix Abraham Sommerfeld es un nombre que no suele figurar dentro de la historia oficial mexicana. A pesar de ello, desempeñó un papel fundamental en las primeras fases de la revolución mexicana de 1910.
El origen
Hacia mayo de 1879, la aldea Borkendorf, perteneciente a Schneidemühl, una provincia prusiana de Posen, Alemania, certificó la llegada al mundo de Félix. Nacido en el seno de una familia judía de clase media, fue el cuarto hijo del matrimonio entre Paulina Rosenbaum e Isidor Sommerfeld. Sus primeros años formativos, fueron posibles gracias a la rígida y meticulosa instrucción escolar, proporcionada por la educación alemana de finales del siglo XIX.
Tras culminar sus estudios de enseñanza media superior, a punto de cumplir los 17 años, Félix resolvió embarcarse rumbó a Norteamérica, a bordo del Normannia, partió desde Hamburgo hasta llegar a Nueva York. La transición entre su adolescencia y juventud, estuvo marcada por claroscuros que lo acompañaron durante toda su vida. Algunos de ellos, implicaron el robo de 275 dólares al arrendador de su hermano Hermann, en Estados Unidos, así como su abrupta incorporación, y posterior deserción del ejército estadounidense.
En 1898, de vuelta en Alemania, decidió retomar sus estudios de ingeniería minera en Berlín. Los continuos viajes entre Europa y Norteamérica interrumpieron su formación universitaria. Para la primavera de 1900, Félix, con 21 años de edad, optó por la carrera militar, al enlistarse en la milicia prusiana.
Clemens Freiherr von Ketteler ocupó la representación diplomática alemana en China desde 1882 hasta su asesinato en 1900, cuando insurgentes nacionalistas lo ultimaron a tiros. Estos rebeldes, mejor conocidos como “bóxers” o “puños de justicia”, no solamente provocaron la condena del gobierno alemán, sino también la de muchas potencias que decidieron intervenir. Esto es, la alianza de Japón, Rusia, Gran Bretaña, Francia, EE.UU., Italia, y el imperio de Austria-Hungría para sofocar a los insurrectos. Bajo este contexto, Félix Sommerfeld adquirió su preparación castrense, con la consigna de luchar frente al enemigo asiático.
Al termino de la rebelión china, regresó condecorado a su hogar y se dedicó a terminar su formación universitaria, de la cual se graduó en julio de 1902. Para esa época, muchos ingenieros mineros como él, ejercieron su carrera en regiones ubicadas en el sur de Norteamérica y el norte de México. Esto lo llevó, una vez más, en septiembre de ese año, a viajar al continente americano para probar suerte, esta vez, con un título universitario bajo el brazo y un espíritu aventurero implacable.
Maestro de espías
Desde su retorno a Estados Unidos, ocupó la mayor parte de su tiempo en trabajar para compañías mineras estadounidenses, así como por explorar las zonas áridas del campo minero, a lo largo del corredor con la nación vecina. Todavía no queda muy claro el año exacto, ni las circunstancias precisas, pero una investigación especializada señala que, a partir de 1906, Félix comenzó a trabajar para el servicio de inteligencia de la marina alemana.
Alto, fornido, joven y siempre vestido de forma elegante, es una manera recurrente que manejan los testimonios cuando describen al minerólogo y agente de inteligencia alemana. Amplio conocedor de la situación política, económica y social de la franja entre México y Estados Unidos, los reportes de Sommerfeld nutrieron a la inteligencia naval alemana, en su intento por comprender el panorama del período porfiriano. No obstante, las hazañas del joven agente, no se redujeron a enviar simples informes de inteligencia, sino que abarcaron sucesos a favor de la causa revolucionaria.
Oculto detrás de la cobertura que una identificación de la Associated Press (AP), le podía dar a un periodista, Sommerfeld fue el principal operador de Francisco I. Madero en suelo estadounidense, antes, durante y después, del levantamiento armado encabezado por las fuerzas antirreeleccionistas. En gran medida, esto fue posible debido a la sólida red de contactos que mantuvo con figuras clave, como el abogado Sherburne Gillette Hopkins, muy cercano a la administración de Wiliam Howard Taft.
La eficacia en sus servicios prestados, le granjeó la confianza de Madero. Se convirtió en su hombre de confianza. Cualquier persona que intentaba lograr una entrevista con el líder revolucionario, se topaba con el filtro de F.A. Sommerfeld. Esta confianza no se limitaba a Francisco, puesto que también creó lazos de confianza con Gustavo, Ernesto, y otros miembros prominentes de la familia Madero.
En cuanto la vía electoral refrendó la victoria rotunda del revolucionario, Félix, se convirtió en pionero de la constitución del naciente servicio secreto maderista. Junto con Gustavo A. Madero, trabajó en la profesionalización de un aparato de investigación e inteligencia sólido, que permitiera velar por la seguridad del nuevo gobierno. Sobre todo, esta misión se intensificó tras las rebeliones de Pascual Orozco y Emiliano Zapata. En este sentido, aprovechar la frontera con el país de las barras y las estrellas fue de vital importancia.
Durante el breve régimen maderista, y con el apoyo tácito de las autoridades estadounidenses, Sommerfeld montó una significativa red de agentes en ambos lados de la frontera, que combatió a las fuerzas orozquistas. Lamentablemente, el organismo recién creado, no fue capaz de prevenir el surgimiento de las fuerzas golpistas que florecieron a finales de 1912 y principios de 1913. La caída de Madero fue estrepitosa. El agente alemán no pudo evitarlo.
Ya con Victoriano Huerta detentando el poder, Sommerfeld se unió a lucha en su contra, desde el bando constitucionalista. Siendo un activo vital para el flujo de recursos financieros y armamentísticos desde Norteamérica. A pesar de esto, el devenir de la lucha terminó por minar sus relaciones con Venustiano Carranza. Félix se dedicó especialmente a trabajar para Francisco Villa.
La leyenda negra
No obstante, esto no significa que Sommerfeld se limitara a ser un operador extranjero de la revolución, puesto que aprovechó su posición para obtener ganancias económicas y relaciones importantes para beneficio propio y del gobierno de su país, así como para los norteamericanos. Quizá por esto, historiadores de la talla de Friedrich Katz lo describan como un cazafortunas, mercenario, e incluso doble o triple agente secreto.
Lo cierto es que su participación en apoyo a la lucha revolucionaria, se inscribe en la lista de extranjeros que, al igual que él, entregaron su vida por la defensa de principios e ideas que consideraron mejor para nuestro país. Como, por ejemplo, el comandante irlandés, John Riley, dirigente del batallón de San Patricio, Giuseppe Garibaldi, un italiano al mando de fuerzas maderistas, o Kingo Nonaka, médico y combatiente japonés tanto del bando maderista, como posteriormente villista.
Es justo señalar que el presente texto se inspiró y nutrió mayormente, con la investigación pormenorizada del historiador alemán Heribert Von Feilitzsch, mediante su obra: Félix A. Sommerfeld, Maestro de Espías en México, 1908-1914. Publicada en 2012 bajo el sello de la editorial Crítica. Sin lugar a dudas es el trabajo más especializado respecto al prominente agente del servicio secreto alemán, no sólo porque abarca aspectos biográficos del personaje, puesto que también indaga en otros actores de su época y el contexto que los determinó.
Von Feilitzsch, egresado de la Universidad de Arizona, ha publicado más libros rastreando al mismo personaje, en diferentes acontecimientos de relevancia mundial como: Félix A. Sommerfeld y el frente mexicano en la Gran Guerra, o El Consejo de Guerra Secreta: La lucha alemana contra la Entente en América en 1914, por mencionar algunos.
La realidad siempre supera la ficción. Misteriosamente, hoy por hoy, ningún historiador ha descubierto fuentes que permitan establecer la fecha, ni el lugar de muerte de Félix A. Sommerfeld. Es muy posible que haya emigrado a otra latitud del mundo para seguir operando, hasta entonces, lo único que sabemos es que desapareció de la faz de la tierra sin dejar rastro alguno.