La serie de Spielberg sobre el racismo es reduccionista
En octubre de este año que termina, los canales del Sistema Público de Radio y Televisión se sincronizaron para transmitir la serie producida por Steven Spielberg ¿Por qué odiamos?
A lo largo de seis capítulos, diversos especialistas en conducta humana, psicología, genética, neurociencias, desentrañaron los orígenes del comportamiento humano asociado al racismo, la xenofobia y la violencia en general.
En la serie también se presentaron diversos testimonios de personas que fueron parte de grupos religiosos fundamentalistas o que militaron al lado de neonazis consumados. Al final tuvieron un revelación que les hizo cambiar de opinión respecto de aquello en lo que creían fervientemente y volverse mejores personas. Incluso entrevistan a un norteamericano que se volvió yihadista.
“El odio ¿es entonces parte de nuestra especie solamente? El antropólogo Brian Hare afirma que el cerebro está definido por la genética y por las experiencias que se vivenciaron de niño. Además, se pregunta: “¿es sólo nuestra especie la que odia o también se encuentra en otras?”.
De afirmaciones como esa está plagada la serie. La explicación última del ‘odio’, el racismo, la xenofobia, islamofobia, etc. y la violencia, reside en la genética y biología de nuestros cerebros. Hoy día ya no se puede hablar de explicaciones centradas en la superioridad de alguna ‘raza’ sobre otra a partir de estudios sobre el IQ o la superioridad genética (ver Economía política de la ciencia), pues sería totalmente inaceptable y políticamente incorrecto. Sin embargo, las explicaciones que se vierten en ¿Por qué odiamos?, a mi juicio, y siguiendo la obra de Rose y Rose -Economía política de la ciencia– caen en el reduccionismo biológico y científico en general.
Las explicaciones vertidas en la producción de Spielberg son, como dije, reduccionistas y voluntaristas al mostrar testimonios de personas que pasaron del lado oscuro del odio y el fundamentalismo al lado de la luz de la verdad y el amor al prójimo. Eluden explicar y sustentar sus explicaciones a partir de las relaciones sociales y de la historicidad del surgimiento del racismo, por ejemplo. Nada se dice de los orígenes colonialistas del racismo. Se quedan en las explicaciones evolucionistas, comportamentales e individualistas.
A la sazón, la serie es útil de analizar para dar cuenta de la ideología que encubre en sí misma ante una pretendida búsqueda del análisis científico y riguroso de lo que es el odio. Esa ideología es el reduccionismo científico y ahistórico de una realidad social que parece ser producto del comportamiento aislado de diversas personas que tienen predisposiciones genéticas y no de las relaciones sociales que las determinan y que producen relaciones de dominación..
No perdamos de vista a Marx cuando en el prólogo de la Contribución a la Crítica de la Economía Política (1858) señala que “el modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia.” Tener claridad en esta afirmación, sería muy útil para entender el por qué hoy como nunca el racismo, el sexismo, la islamofobia, la homofobia, la xenofobia están presentes en cada espacio de nuestra vida y por qué en tanto ideologías son tan útiles al sistema que les da soporte, las produce y las reproduce.