Genaro García Luna: un delicuente que estuvo a cargo de tu seguridad
Rechazado de la Policía Judicial Federal (PJF) en 1989, Genaro García Luna ingresó al recién creado Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), especializándose en intervenir comunicaciones. Nadie se imaginó que años más tarde, aquel joven ingeniero, convertiría la seguridad pública en un negocio del crimen organizado.
El despegue
Espía, funcionario federal, secretario de estado, empresario y hasta escritor, son algunas de las tantas facetas de García Luna. Entre el 2000 y 2012, la seguridad de las y los mexicanos estuvo en sus manos; de algún modo u otro, se encargó de liderar la supuesta “guerra contra el narcotráfico”. Durante todo ese tiempo, también se dedicó a obtener jugosos dividendos, provenientes de distintas actividades ilícitas; bajo su sombra, se encumbraron temidos narcopolícias que aprovecharon sus posiciones, ya sea para competir, o bien para trabajar junto a los principales cárteles de la delincuencia organizada.
La metralleta, como le solían llamar por ser tartamudo, cambió las filas del CISEN, por las de la Policía Federal Preventiva (PFP). Ocupando el cargo de Coordinador General para la Prevención de 1998 a 2000. Al inicio del sexenio foxista, dirigió la negra Agencia Federal de Investigación (AFI), heredera de la policía judicial federal; una suerte de experimento con miras a renovar el brazo operativo de la extinta Procuraduría General de la República (PGR). No obstante, fue hasta la llegada de Felipe Calderón a la presidencia de la república (2006), cuando alcanzó las ligas mayores de la seguridad nacional.
Asumió el mando de la entonces Secretaría de Seguridad Pública Federal (SSPF), frente a un México cada vez más trastocado por la violencia del narcotráfico. Tan solo para el año que Calderón inició su mandato, en Michoacán, se registraron más de 500 asesinatos. No es coincidencia que, en esta entidad, despuntara la guerra fratricida del gobierno federal, a través de un operativo conjunto, mejor conocido como “Michoacanazo”. Su gestión al frente de la seguridad pública, estuvo plagada de escándalos. Basta recordar los más sobresalientes para recordar el grave daño que le provocó al país. Sobre todo, porque varias fuentes señalan que él fue la cabeza tras la fallida estrategia de combate al crimen organizado.
Vendettas personales, montajes televisivos, operativos fallidos, exámenes de control de confianza inexistentes, nepotismo, tráfico de influencias, corrupción, asociación delictuosa, conflicto de intereses, encubrimiento de delitos, uso indebido de información confidencial, narcotráfico, espionaje, tortura y hasta desaparición forzada, evocan el negro historial de personajes como Arturo Durazo Moreno, o Fernando Gutiérrez Barrios, los hombres de confianza del viejo sistema priista, no obstante, también son el rostro de Genaro García Luna, incondicional e intocable del fiasco de gobierno panista, durante la primera década del 2000.
Negro historial
En 2012 un tiroteo entre agentes de la SSPF y de la Policía Federal, estos últimos vinculados al tráfico de drogas, desatada en la terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), despertó sospechas sobre los nexos que García Luna mantenía con el cártel de Sinaloa. Tras la muerte de 3 policías federales, el operativo del funcionario dio mucho que pensar sobre para quién trabajaba. No olvidemos que el AICM es uno de los puntos principales de trasiego de droga.
La detención de una ciudadana francesa, en medio de un operativo montado, convertido en show televisivo, despertó críticas sobre la actuación de la AFI en 2005, cuando Florence Cassez e Israel Vallarta, fueron capturados en un rancho ubicado en la carretera México-Cuernavaca, acusados de formar parte de una banda de secuestradores conocida como “Los Zodiaco”. El caso trascendió lo nacional, y provocó una crisis diplomática con el gobierno francés de Nicolas Sarkozy. Cassez fue condenada originalmente a 96 años de prisión, por secuestro, posesión ilegal de armas de fuego, y delincuencia organizada, posteriormente, su sentencia fue reducida a 60 años. En 2013, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) le concedió un amparo, obteniendo su libertad, tras identificar graves irregularidades en su proceso judicial. Al día de hoy, están documentadas las múltiples anomalías de su caso.
Cabe mencionar que la obsesión de García Luna por los montajes no era nueva, en 2005, mientras la muerte de Ramón Martín Huerta, secretario de seguridad pública, consternaba el ámbito policial, Genaro García exhibía como trofeo el rescate de Rubén Omar Romano, ex técnico del Cruz Azul.
La periodista Anabel Hernández, en su libro Los Señores del Narco, ocupa varios capítulos para desmenuzar los vínculos que el secretario de seguridad mantuvo con un grupo de policías, dedicados al crimen. Secuestro, extorsión, narcotráfico, protección a capos de la droga, son los principales señalamientos que Hernández documenta y rastrea rigurosamente. Facundo Rosas Rosas, Luis Cárdenas Palomino, Francisco Javier Garza Palacios, José Trinidad Ayala Aguirre, Igor Labastida y Edgar Eusebio Millán, integraron el grupo del que Genaro García Luna se rodeó a lo largo de su carrera policiaca. Algunos de ellos, fueron sus compañeros y/o subalternos en otras instancias de seguridad. Iztapalapa fue la base de operaciones de estos narcopolícias, quienes orquestaron más de 200 secuestros, algunos de ellos de gran notoriedad, tales como el de Laura Zapata y Ernestina Sodi, o el de Fernando Martí, todos realizados al amparo del otrora poderoso jefe de la policía calderonista.
En reiteradas ocasiones, los nexos con los cárteles de Sinaloa y de los Beltrán Leyva, son acusaciones que acompañan al exsecretario continuamente. Además no solo se han documentado dichos vínculos, sino que también se ha rastreado el exacerbado enriquecimiento patrimonial de García Luna. Mediante diversos reportajes periodísticos existen denuncias por onerosas propiedades en el extranjero—una mansión en el estado norteamericano de Florida valuada en 80 millones de pesos—alimentan más las posibilidades de corrupción y lucro durante su gestión como servidor público. No por nada la revista Forbes lo incluyó en la lista de los 10 mexicanos más corruptos del 2013 García Luna apareció en la portada principal. Durante el juicio del Chapo Guzmán en noviembre del año pasado, las acusaciones se reavivaron cuando El Rey Zambada, operador de Guzmán, develó la entrega de entre 6 y 8 millones de pesos a Genaro García, a cambió de protección. Véase la columna que publiqué sobre el tema: “Un pobre diablo” convertido en leyenda.
La implementación de un sistema de denuncias supuestamente anónimas, también es obra Genaro García Luna, gracias a él, una cantidad incuantificable de personas murieron asesinadas en nombre de la denuncia a la delincuencia.
Exilio Anticipado
Al finalizar el sexenio, el hombre más temido del gabinete de Calderón, como lo bautizaron varios medios de comunicación, se retiró de la vida pública abandonando el país. Huyó a Miami, desde donde retomó su colaboración con empresas de seguridad privada, y venta de software destinado a tareas de inteligencia. Peniley Ramírez, periodista de Univisión, publicó un extenso reportaje sobre el trabajo que realizó García Luna y su equipo de la SSPF con la empresa Icit del consorcio Weinberg. García Luna operó una oficina privada de seguridad con recursos del gobierno: Univisión,es el título del reportaje que apareció en el portal SinembargoMX. A lo largo del texto se documenta el caso de una oficina privada, ubicada en la Ciudad de México, destinada a proveer información de seguridad a la empresa Icit. La oficina trabajaba con personal en activo de la SSP, a su vez, proporcionaba información confidencial del gobierno utilizada para beneficio de los clientes internacionales de la empresa. Ramírez destaca la presencia de Icit en Israel, Panamá y Estados Unidos. A su vez da cuenta de la estrecha relación entre el secretario y los dueños del consorcio, relación que se reactivó cuando el primero se fue a Miami.
No hay peor funcionario que aquel que no quiere ver sus fracasos. La metralleta se obsesionó en defender lo indefendible, durante toda la guerra sin cuartel de Calderón, se dedicó a vociferar los “grandes resultados” de la estrategia implementada por la Secretaría de Seguridad, dotada de infraestructura tecnológica—como la Plataforma México—y herramientas de inteligencia, utilizadas para auxiliar el trabajo en campo, convirtió a la policía federal en estandarte del combate a la inseguridad—en detrimento de otras fuerzas armadas como el Ejército y la Marina—aunado a sus repetidos intentos por establecer el mando único policial a nivel nacional, como garante de la seguridad pública. Incluso publicó varios libros destinados a verter todas y cada una de esas ideas, textos que más que más abonar al debate de la seguridad, fueron un gasto innecesario de papel y tinta.
No, no lo olvidemos, la guerra que bañó de sangre la República Mexicana tiene responsables, Genaro García Luna es uno de ellos, él, junto con Felipe Calderón y otros tantos, son los causantes del dolor, el miedo, la ira e impotencia que devastan cada día más a la sociedad. A ellos les debemos que muchas vidas se convirtieran en el lamentable eufemismo mal llamado daño colateral.