La 4T puso a debate el tema del racismo
Ruth Dávila
Como ya se había mencionado en otra entrega, la Cuarta Transformación ha puesto a debate en el discurso público ,diversos temas por demás interesantes y de los que rara vez se discutía en el país. Uno de ellos es el del racismo.
Por lo menos dos eventos han impulsado esta discusión: el asilo a Evo Morales y las pensiones a personas mayores, que indican que a personas indígenas se les empezará a entregar a partir de los 65 años y a las personas no indígenas hasta cumplidos los 68. Pero, de qué hablamos cuando hablamos de racismo. A qué aludimos. Con frecuencia términos como democracia, derechos humanos, racismo, feminicidio, entre otros, terminan perdiendo su sentido, fuerza y esencia a golpe de usarlos una y otra vez vaciándolos de contenido y sustancia.
El racismo es una ideología que tiene sus orígenes en el siglo XIX, es eminentemente moderna y capitalista. En tanto ideología, busca sustentar la existencia de las razas, de la superioridad de la ‘raza’ blanca sobre el resto y, sobre todo, sostener la dominación y explotación del blanco europeo sobre el ‘negro’ africano, justificar la esclavitud y, más tarde, la dominación sobre los indígenas en todo el continente americano.
Pero, sobre todo, el racismo obedece a la modernidad capitalista. Bolívar Echeverría explica, a partir de un análisis del ethos capitalista constituido en las reflexiones de Max Weber, que “exige la presencia de una blanquitud de orden ético o civilizatorio como condición de la humanidad moderna, pero que en casos extremos, como el del estado nazi de Alemania, pasa a exigir la presencia de una blancura de orden étnico, biológico y “cultural”.”
¿Por qué los indígenas, y por qué Evo molesta tanto a la oligarquía y la economía de mercado? porque no ha internalizado el “espíritu del capitalismo”, su ethos no se corresponde a esa “modernidad realmente existente” explica Echeverría. Se requiere ser y estar en el mundo de una forma eminentemente capitalista, de lo contrario el racismo hace su aparición.
Cumplir con ese requerimiento significa “mostrar todos los rasgos visibles que acompañan a la productividad, desde la apariencia física de su cuerpo y su entorno, limpia y ordenada, hasta la propiedad de su lenguaje, la positividad discreta de su actitud y su mirada y la mesura y compostura de sus gestos y movimientos.” Alguien recuerda cuando se hizo “nota periodística” los zapatos gastados de AMLO o el uso de frases como “me canso ganso” o el hecho de que no hable inglés o de que el eje de su política sea “primero los pobres”. O las críticas al propio Evo por su peinado, su ropa y hablar sencillo. De ahí que se hagan sujetos de críticas clasistas y racistas, pues se salen del orden que demanda el “espíritu capitalista”.
“La nacionalidad moderna, cualquiera que sea, incluso la de estados de población no-blanca (o del “trópico”), requiere la “blanquitud” de sus miembros.” En ese sentido, no se trata de la piel blanca, sino de este concepto más acabado que propone Echeverría -blanquitud- que encierra una forma de ser, acorde con el espíritu capitalista, es decir, productivo y sanitizado.
Explica Bolívar Echeverría en su magnífico texto Imágenes de blanquitud que “un racismo identitario, promotor de la blanquitud civilizatoria, que no de la blancura étnica –es decir, un racismo tolerante, dispuesto a aceptar (condicionadamente) un buen número de rasgos raciales y “culturales”, “ajenos” o “extranjeros”–, es constitutivo del tipo de ser humano moderno-capitalista. Sin embargo, por más “abierto” que sea, este racismo identitario-civilizatorio no deja de ser un racismo, y puede fácilmente, en situaciones de excepción, readoptar un radicalismo o fundamentalismo étnico virulento”.
Esto es lo que justamente estamos viendo explotar en las redes sociales y en general en los medios de comunicación. Porque no es que México sea propiamente un país de ‘blancos’, pero también florece la blanquitud y se está expresando una forma de racismo que es, como yo lo entiendo, una forma ideológica muy reaccionaria y virulenta ante la llegada a la presidencia (que no necesariamente al poder) de un hombre que no representa esa blanquitud y no es parte de esa blanquitud.
“La intolerancia que caracteriza de todos modos al “racismo identitario-civilizatorio” es mucho más elaborada que la del racismo étnico: centra su atención en indicios más sutiles que la blancura de la piel, como son los de la presencia de una interiorización del ethos histórico capitalista” afirma Echeverría. Ello quiere decir que no basta con el hecho visible de tener la piel blanca, sino que en el capitalismo se requiere algo más. Se requiere haber internalizado el espíritu capitalista. Se puede ser blanco y no alcanzar una blanquitud plena. Esta explicación del racismo es mucho más compleja, pero hace un cruce importante con la categoría de clase. Un ejemplo importante sobre esto lo ofrece Echeverría, es el de Condolezza Rice, secretaria de defensa de EU o el propio Barack Obama que habían adoptado con plenitud su blanquitud.
Joel
De hecho en el siglo XV ya se usa el concepto de raza en personas y desde ese tiempo ya se segrega y discrimina por cuestiones raciales...