Operación Evo: los detalles del rescate
El rescate
Martes 12 de noviembre. Hoy los ojos del mundo están puestos en México gracias a que el gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador ha dado asilo humanitario al presidente de Bolivia, Evo Morales. Hay júbilo en las oficinas de Migración y de Relaciones Exteriores. Pasadas las once de la mañana, la prensa de los cinco continentes anunció el aterrizaje en el Aeropuerto Benito Juárez, del avión de la Fuerza Aérea Mexicana, luego de un viacrucis que comenzó el día de ayer, cuando el mandatario aceptó el ofrecimiento de asilo manifestado por el gobierno mexicano.
Según declaró el canciller Marcelo Ebrard, el periplo para rescatar a Evo Morales se extendió más de lo previsto. Anclados en Lima, después de varios intentos infructuosos, y gracias a los esfuerzos de la Embajadora en Bolivia y del Subsecretario de América Latina, el Comando de la Fuerza Aérea boliviana otorgó el permiso para que el avión azteca pudiera aterrizar en el aeropuerto donde ya esperaba Evo Morales. Una vez que varios países se negaron a prestar su territorio para sobrevolar el trayecto de regreso, el canciller Ebrard tuvo que gestionar otras alternativas, y por la intermediación del Presidente de Argentina, Alberto Fernández, el gobierno de Paraguay concedió la autorización para que el convoy mexicano hiciera la indispensable escala en Asunción para recargar gasolina.
Poco después se supo que el periplo se trató de una odisea de alto riesgo: en un momento de mucha tensión, las autoridades de Bolivia impedirían la salida del avión mexicano, poniendo en grave peligro a sus tripulantes; también corrió el rumor de que los golpistas retendrían a la fuerza a Evo Morales, provocando una confrontación con los seguidores del presidente que se encontraban a las afueras del aeropuerto. “Agradezco profundamente al hermano presidente de México, al gobierno y al pueblo por salvarme la vida”, declaró en un breve mensaje Evo Morales, cuando el avión había entrado ya en aguas internacionales, asegurando con ello la vida del dirigente indígena boliviano más importante de la historia moderna. Pero se salvó también algo que habían denigrado los últimos presidentes mexicanos: la plena autonomía de criterio y acción en cuanto a política internacional (nunca más un “comes y te vas”), y el retorno de la tradición solidaria que por décadas dio a México un digno lugar dentro de la diplomacia y la política exterior.
El golpe
No sin fuertes cuestionamientos de sus detractores, Evo Morales salió victorioso de las elecciones del pasado 20 de octubre en Bolivia, un país que de 2006 a a la fecha pasó de ser una de las regiones más pobres de América, a un país que redujo a la mitad la pobreza y aumentó el ingreso per cápita de 1 dólar a 3, gracias a medidas como la nacionalización de los hidrocarburos, la minería y las telecomunicaciones. Los éxitos del primer presidente indígena de Bolivia son innegables. Sin embargo, el cuarto periodo de Evo Morales se encontró con un panomara demasiado adverso.
El 21 de octubre, el Tribunal Supremo Electoral otorgó el 46 % a Evo Morales, frente al 37 % del derechista Carlos Mesa, con el 95 % del cómputo total, muy cerca del mínimo que exige la ley para cerrar la elección en primera vuelta. Mesa denuncia fraude y aparecen focos de violencia en varios estados, que incluyen incendios de instalaciones del Tribunal Superior Electoral. El 22 de octubre, la Organización de Estados Americanos (OEA) manifiesta su “preocupación” por la situación en Bolivia, y “recomienda” una segunda vuelta; Luis Almargo, su Secretario General, declara que auditarán el proceso electoral para “verificar” su limpieza. El Tribunal Superior también propone una auditoría al proceso electoral y suspende el conteo preliminar.
El 23 de octubre, Evo Morales advierte que está en marcha un golpe de Estado de la derecha boliviana; Mesa replica que es Evo quien no ha respetado el marco constitucional. Un día después, el 99% del conteo oficial favorece a Evo Morales. No habrá segunda vuelta. El viernes 25, Morales es proclamado vencedor de las elecciones con 47 % de los votos frente a 36 % del aspirante de la derecha. Las manifestaciones en las calles, tanto de opositores como afines al Presidente, se multiplican. El 31 de octubre, la OEA lleva a cabo su auditoría sobre el recuento de votos, y renuncia Arturo Espinosa, jefe de misión de dicho organismo.
Los primeros días de noviembre aparece en escena el corrupto empresario relacionado con los Panama Papers, Luis Fernando el “Macho” Camacho, líder de extrema derecha y fanático religioso, quien “exige” la renuncia del Presidente y llama a las fuerzas armadas a unirse a la causa “de la gente”. Ocurren amotinamientos de militares en varios estados y se hacen llamados para nombrar nuevos comandantes. Comienza la represión en contra del músculo popular de Evo Morales que ha salido a manifestarse a las calles. Se persigue a miembros del gobierno cercanos al presidente: ministros, alcaldes y dirigentes sindicales. Se les amenaza y humilla, como a la alcaldesa de Vinto, Patricia Arce, pintada y trasquilada públicamente. La persecución tiene una marca de odio racista.
El 10 de noviembre, las Fuerzas Armadas bolivianas “sugieren” la renuncia del presidente para posibilitar “la pacificación” del país. Evo Morales dimite para evitar más confrontaciones. Queman la casa de la hermana del presidente y la suya propia. Los golpistas emiten una ilegal orden de aprehensión en contra del líder boliviano. La renuncia de Evo Morales desata una reacción mundial, desde el repudio al golpe de estado, y el aplauso de las derechas de varios países.
El canciller de México, Marcelo Ebrard, reprueba lo acontecido en Bolivia y habla de un evidente golpe a un Presidente electo. El gobierno de México ofrece asilo a Evo Morales y explica las razones: “Cuando hay persecución o cuando hay acciones que puedan poner en riesgo la vida de las personas, México abre la posibilidad del asilo. Está en la Constitución.”
Algo importante es que el mismo día en que renuncia Evo Morales, el Presidente Andrés Manuel López Obrador cuestiona que en el fraude del año 2006 en México, la OEA guardó silencio. Al día siguiente, en su conferencia mañanera, el presidente mexicano fue más enfático y exhortó a la OEA a realizar una reunión urgente para fijar una postura ante lo acontecido en Bolivia. No es noticia que la OEA asuma una postura inclinada hacia los intereses de los Estados Unidos: lo que sí es novedad es la firmeza con que el gobierno mexicano se posicionó ante el organismo internacional, que supuestamente vela por la paz, la democracia y los derechos humanos en el continente.
El hermano mayor
El asilo de Evo Morales en México sienta un precedente importante en la administración de Andrés Manuel López Obrador como un gobierno que no está sujeto a los intereses de los Estados Unidos, ni de las derechas golpistas. México, al igual que en el cardenismo y en los años más duros de las dictaduras latinoamericanas, es un país que hace valer el artículo 11 de su Constitución, que contempla el derecho al asilo, “en caso de persecución, por motivos de orden público”. También lo contempla por razones de “carácter humanitario”´; en este sentido, el gobierno de López Obrador es congruente con su idea de la paz como método de resolución de conflictos.
En un momento en que Latinoamérica se debate entre la crisis de un neoliberalismo inhumano, rapaz y autoritario, y la instauración de corrientes populares progresistas (justicia social, salud, educación, trabajo, derechos humanos, respeto a minorías étnicas, igualdad de género, protección de economías populares), México levanta la mano como el hermano mayor de un continente que ha sufrido la opresión de poderes económicos multinacionales que ansían mantener a toda costa el control de su mano de obra y sus recursos naturales.
El rescate de Evo Morales es también un espaldarazo a las luchas sociales de Latinoamérica. México dio un golpe de autoridad como un país digno, libre y solidario.
Y pacífico.
Epílogo
Por si quedaba duda de que en Bolivia ocurrió un golpe de estado, al anochecer del día 12 de noviembre, sin cuórum de la Asamblea Legislativa, la senadora Jeanine Áñez se autoproclama Presidenta del Senado y posteriormente Presidenta Interina. Al momento, quienes llamaron “dictador” a Evo Morales no han reaccionado ante este atropello.