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Evo, la utopía boliviana que terminó en pesadilla


diksalgado

10 noviembre, 2019 @ 11:38 pm

Evo, la utopía boliviana que terminó en pesadilla

Lo predecible en la historia boliviana es la revuelta

Bolivia tiene una posición geográfica estratégica, por eso desde siempre es territorio en disputa. Ni el imperio inca, ni el español pudieron establecerse sólidamente. El dominio de su territorio siempre fue producto de acuerdos con los cacicazgos locales, toda estabilidad fue circunstancial, porque lo predecible en la historia boliviana es la revuelta. En su historia destaca la capacidad de su pueblo para movilizarse en poco tiempo y derrocar gobiernos. La lista de presidentes depuestos en el siglo XX sostiene una idea vigente en la mente del boliviano: “Cuando el pueblo se decida a cualquier gobierno puede tirar”

La importancia geopolítica de Bolivia que vio el Che Guevara

El cineasta Jorge Sanjinés retrató el ánimo rebelde del pueblo boliviano con una película legendaria denominada: El coraje del pueblo. Pero una apología fácil de las revueltas bolivianas podría ser muy riesgosa.  El Che Guevara escogió al país andino para iniciar la liberación del continente y murió traicionado por los propios campesinos y la izquierda local que al final le dio la espalda. Bolivia también arrastra una historia de traiciones, de derrotas, de violencias largamente contenidas y desahogadas en pocas horas. En el altiplano boliviano se funde la historia y el mito. Para construir una casa la regla es estricta y se sigue: Por cada esquina de la construcción se han de enterrar un feto de Llama; para la buena suerte, para alimentar a los guardianes. El pueblo boliviano es un pueblo altamente místico.

Los orígenes del liderazgo de Evo Morales

La secuencia de hechos que tienen a Bolivia en el centro de atención comenzó con una crisis muy similar. La crisis minera de los 80 generó un éxodo a las ciudades donde la miseria creció exponencialmente. En los 90 el gobierno boliviano era casi un protectorado, pues dependía de las políticas asistencialistas de las ONG´s internacionales. Bolivia fue entonces el país más pobre de la región. Como suele suceder el FMI le recetó privatizaciones y deuda. La furia del pueblo se desató en 2003 después de serias revueltas contra la privatización del agua. El vaso se derrama cuando el Presidente en turno buscó romper un cerco para venderle gas a Chile. Sánchez de Lozada, o “El Goni” como se le conoce, huye del país en una avión. Queda al mando Carlos Mesa actual candidato opositor a la presidencia. Mesa es recordado por las muchas veces que quiso renunciar, pero su gestión aprobó el referéndum como método de consulta. Esta reforma le abrió la puerta a un fuera de serie: Evo Morales.

Las raíces profundas del racismo en Bolivia

En Bolivia “indio de mierda” era un insulto fácil, un gesto cotidiano para discriminar. En ese contexto el asenso de Evo, un líder cocalero con poca instrucción académica, con poco arraigo a alguna cultura originaria, más bien un mestizo que por color de piel y modo de habla cae en lo indígena. Morales supo hacer de la crisis una oportunidad, operó diversas manifestaciones; bloqueos y modos de presión, al mismo tiempo que apuntaló un movimiento que hizo viable su consolidación electoral: el Movimiento al Socialismo (MAS). Ante los ojos incrédulos de los sectores acomodados “el indio de mierda” llegó a la presidencia en 2005 con el 54% de votos.  “Los jailones” adjetivo derivado del “Hig-life” comenzaron a tragarse sus palabras, porque repetían en privado: “un indio de mierda ahora es presidente y ya cualquier india se iguala con su patrona”.

Evo reformó el Estado oligárquico para transitar hacia uno plurinacional

Contra todo pronóstico Evo Morales logró gestionar el complejo país. De la mano del matemático Álvaro García como Vicepresidente, el Evo, como le decían cariñosamente sus seguidores, no sólo logró mejorar la administración, se propuso reformar el Estado para dejar atrás la República criolla del siglo XIX y proclamar un Estado Plurinacional. La idea de un Estado plurinacional sacó a flote una cruda realidad histórica, Bolivia está dividida por dos identidades: los collas y los cambas. El oriente boliviano nunca estuvo cómodo con una capital andina, y estuvo menos cómodo con un presidente que quería transformar el estado para darle lugar a “los indios”. En Santa Cruz o Tarija es fácil escuchar decir: “Nosotros íbamos a ser parte de Argentina, pero por azares de la historia quedamos en Bolivia”. El movimiento por una nueva constitución enfrentó el separatismo de varias provincias conocidas como la media luna. Morales, se empeñó en refundar el Estado, condujo la estrategia y con un referéndum logró la promulgación de la constitución del Estado Plurinacional de Bolivia. Pero el don traería el látigo, la constitución aprobada autoriza sólo una reelección.

Si algo supo hacer Evo, fue ganar elecciones

El referéndum jugó un papel muy importante durante este periodo. El ejercicio democrático conjuró viejos demonios como el separatismo y le dio legitimidad a decisiones polémicas. Si Evo algo supo hacer fue ganar elecciones, su liderazgo se afianzó en cada elección. Pero el último referéndum efectuado en Bolivia no quiso verlo. Morales buscó ser habilitado para un tercer periodo al que por ley ya no podría presentarse. En un apretado resultado se impuso el NO a un nuevo mandato. El resultado era síntoma de serios malestares en la sociedad boliviana. Una sociedad que cambió velozmente de la mano de la realidad del país. Morales, quizá confiado en sus éxitos anteriores, se aferró a un tercer periodo y buscó el medio para presentarse a las elecciones.

Los logros del gobierno de Evo son varios y evidentes

Los éxitos de Evo no se pueden regatear. En la última década más de una tercera parte de bolivianos salieron de la pobreza extrema. Los altos precios de las materias primas que el país exportó favorecieron un crecimiento promedio del 5%. La paridad del peso con el dólar se mantuvo estable y la infraestructura mejoró sustancialmente. El gobierno del MAS generó alianzas con China, Rusia, Alemania, Cuba, Venezuela, y otros paíes que le valieron transferencia de tecnología y recursos humanos. Bolivia pasó de ser el país más pobre de la región al de mayor crecimiento económico. Sería un error desconocer los aportes del gobierno de Morales, paradójicamente, uno de ellos es una década de estabilidad.

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Imagen: Internet

El sueño que terminó en pesadilla

Pero los sueños con frecuencia se convierten en pesadilla. Muchos utopistas deslumbrados por las virtudes milenarias de la cultura boliviana no vieron la furia y la violencia que también persisten. No sabemos si el Che fue soberbio o ingenuo, porque en Bolivia muchas cosas no son lo que parecen. La Paz no es la capital legal, pero es la capital de hecho. Los Aymaras son indígenas pero siempre han sido aliados del poder hegemónico. Evo Morales proclamó los derechos de la madre tierra pero tejió alianzas que contradecían el discurso del buen vivir.

Como todo gobierno se vio obligado a pactar con poderes fácticos y a tolerar actividades ilegales pero estratégicas. La administración de los recursos naturales es quizá uno de los flancos más evidentes. La siembra de hoja de coca se extendió bajo su gobierno invadiendo áreas naturales protegidas. El trato de Morales hacia los indígenas fue desigual y en varios episodios usó la violencia para contener el descontento. Quizá uno de sus gestos más despóticos tuvo lugar cuando reprimió una caravana de minusválidos que pedían becas de manutención. Al mismo tiempo Morales construyó una torre de gobierno. En pleno centro paceño levantó un edificio que es casa de gobierno, oficinas, y símbolo fálico de los tiempos de bonanza. La activista feminista María Galindo le llama: la casa del patrón.  En el imaginario Evo pasó de ser el Indio rebelde a El patrón.

El desgaste de su gobierno

Morales se fue desgastando en el ejercicio del gobierno, hizo alianzas con antagonistas y reprimió a antiguos aliados. Pero desobedecer el referéndum que le dijo NO despertó el coraje del pueblo. El líder ahora ocupó el lugar de antagonista en una sociedad cada vez más deseosa de participar. Una generación nacida después de la crisis del gas en 2003 estaba lista para movilizarse. Con más colmillo y recursos, sus viejos adversarios esperaban el momento oportuno. Ese momento se produjo con una elección seriamente cuestionada. El sistema electoral se cayó por horas y cuando regresó el resultado daba a Morales como ganador sin necesidad de segunda vuelta. La confrontación era inminente. Pero Morales no supo leer las señales. La decisión era difícil porque su opositor más cercano lo derrotaría fácilmente si en segunda vuelta sumaba los votos evangélicos. Parece que Evo confió en la habilidad de sus operadores. Pero el coraje del pueblo había despertado. A los viejos adversarios se sumaron las nuevas generaciones. La pinza se fue cerrando; por un lado la euforia de las movilizaciones en las ciudades ganó legitimidad, por el otro, la derecha fue operando hechos violentos, quema de casas particulares, tiroteos. El amotinamiento policial hizo todo más fácil. Sin policías los grupos paramilitares sembraron el terror. La balanza terminó por inclinarse cuando el ejercito le quitó su apoyo. Bolivia se quedaba acéfala y con un presidente huyendo. Nada nuevo.

El pueblo se movilizó por democracia, y la oligarquía le entregó un golpe militar

Los bolivianos promedio deseaban la renuncia de Evo, y no vieron claramente un golpe de Estado. El autentico deseo de defender la democracia se fusionó con los intereses oligárquicos, religiosos y de las fuerzas armadas. Es un golpe en alguna medida con base social. Sin embargo, los liderazgos que cobraron fuerza en la crisis no tienen interés en sostener la vía institucional. Se trata de una revancha contra un programa ideológico al que identifican burdamente como “el comunismo”. En medio quedan los millones de bolivianos que no comen ese cuento. Morales renunció debido a las presiones del ejercito y la derecha con grupos paramilitares incendiando y ajusticiando públicamente funcionarios. El destino de Bolivia hoy es incierto, en los primeros minutos ya retiran todo símbolo de plurinacionalidad, suceden detenciones arbitrarias, saqueos y amagues de linchamiento. Hay señales para afirmar que se viene una contra revolución. Los viejos conceptos racistas ya están operando: “El indio de mierda” vuelve a ser válido, cristianos y católicos usan la biblia como estandarte y el principal paradigma es la república criolla, adiós plurinacionalidad. Está por verse si emergen liderazgos que amainen el radicalismo de unos y otros. Se necesitan colectividades que rescaten lo mejor de los últimos años y apuntalen los cambios necesarios. No parece fácil porque como en otros países latinoamericanos el caudillismo es el principal agente de organización.  El pronóstico para Bolivia es reservado.

La mística boliviana ante una historia que aún no termina por escribirse

En enero los bolivianos tienen una fiesta muy particular, compran aquello que desean en miniatura. Una casa, un coche, un título, todo lo que quieren ver materializado, primero en miniatura para que después se haga realidad. Le dicen la fiesta de Alasitas y funden sus deseos con el mundo material. Quizá en enero los bolivianos puedan comprar paz y democracia en miniatura. Por ahora tristemente se viven días de furia e incertidumbre.

 

Candidato a doctor en Ciencias Sociales y Humanidades por la Universidad Autónoma Metropolitana, Campus Cuajimalpa. Realizó estancia de investigación y académica en la Universidad Mayor de San Andrés en el Centro de Estudios Críticos del Desarrollo, Bolivia. En 2014 obtuvo el título de maestro en Comunicación con mención honorífica por la UNAM con la tesis: Bolivia y sus documentalistas, del fin de la dictadura a los hijos del fin del mundo.