Válida, la crítica de AMLO contra la prensa no libre
Ruth Dávila
Cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) habla de que se pondrá fin al periodo neoliberal no sólo se está refiriendo a un sistema económico; sino, y sobre todo, a un discurso y proyecto político-ideológico. Como muchos otros temas, la Cuarta Transformación pone en la mesa de discusión el asunto de la libertad de prensa, el quehacer periodístico, la relación de la prensa con el poder y el Estado y los medios de comunicación. Son varios asuntos relacionados entre sí, que abordaré de manera más o menos general.
La relación perversa de la prensa con los poderes fácticos en México
En México, históricamente la prensa y los medios de comunicación han tenido una relación de complicidad y subordinación con los poderes fácticos y el poder político, al ser aquellos un poder fáctico. En ese sentido no es posible hacer una crítica a la prensa y los medios de comunicación borrando ese hecho histórico que permitió moldear la opinión de las minorías como si fuera la opinión de las mayorías.
Acusar al actual gobierno de querer callar a la prensa y su crítica, y con ello llegar a la conclusión fácil de que AMLO es autoritario y es un peligro para la libertad de expresión, partiendo de la falsa premisa de que este país se ha caracterizado porque el Estado ha respetado a la prensa, es un equívoco.
En la coyuntura actual es imposible entender la relación del gobierno de AMLO con la prensa y los medios de comunicación desde la lógica de una autodenominada ‘prensa libre y crítica’. Y es un error porque AMLO no pertenece a la élite a la que, históricamente, la prensa y los medios de información estuvieron subordinados, de los que fueron cómplices al callar o atacar a quienes no estuvieran de acuerdo con ellos.
Tres puntos para entender la crítica de AMLO a la prensa no libre
Hoy no es posible pensar y autoconvencerse de que en México realmente existe una prensa libre y analizar la relación prensa-4T desde el lente con el que se analizó y miró, por lo menos, a los tres anteriores presidentes (dos de la alternancia y uno que significó el ‘regreso del PRI’). Enumero, por lo menos, tres ejes problemáticos:
- No existe, en general, una prensa libre e independiente porque su relación con los poderes, político, económico y clerical, está históricamente marcada por la complicidad y la subordinación. Cuando no era así, el Estado y los poderes fácticos ejercieron diversas formas de control y hostigamiento sobre aquellos periodistas o medios que pretendieran ejercer con independencia el periodismo. Recordemos a Julio Scherer García, Manuel Buendía, y más recientemente a Carmen Aristegui y José Gutiérrez Vivó.
- Para entender el enfoque y posicionamiento de los medios, es necesario analizar quién financia sus investigaciones periodísticas, quiénes son sus anunciantes, quienes están en sus consejos de administración. En la mayoría de los medios encontraremos más o menos los mismos nombres, intereses de clase, políticos e ideológicos. La idea abstracta y cuasi mitológica de la objetividad no permite ver con claridad que los grandes medios de comunicación están permeados, sobre todo, por sus intereses económicos. En general, los periodistas, con sus excepciones, sirven a esos intereses, que por supuesto no son los suyos, muchas veces, sin saberlo. Los medios construyen un discurso sobre la realidad, muestran un enfoque, muchas veces parcial, sobre los acontecimientos.
- Existe evidencia que en varios países, por ejemplo en Brasil, Venezuela y Argentina, en los que gobernó la izquierda, los medios jugaron un papel central para descarrilar los proyectos políticos más progresistas. Sería ingenuo pensar que México, con el historial que tenemos en el que, reitero, la prensa y los medios en general, se han mantenido cómplices y subordinados a los poderes políticos y económicos, son ‘libres’ y están desprovistos de cualquier tipo de determinación.
Es necesario señalar y reiterar que en el campo de lucha por el poder político y, sobre todo, en un contexto de transformación (la 4T), también hay una lucha de orden ideológico, una lucha de orden simbólico y por la hegemonía. Considero que la crítica y autocrítica es necesaria; sin embargo, al no tener en cuenta aspectos de orden histórico, contexto político, social y cultural del devenir de la prensa y los medios de comunicación en el marco del capitalismo, y más específicamente del neoliberalismo, la crítica que se haga terminará siendo un discurso apologético de lo que se busca criticar.
Leopoldo
Buen análisis