“Esos hombres no son torturadores, son patriotas”; Trump y su círculo de Seguridad Nacional
¿Por qué Robert O’Brien es el nuevo asesor de Seguridad Nacional de Trump?
Hace poco más de un mes que Trump sorprendió, a propios y extraños, con la destitución de John Bolton, su tercer Asesor de Seguridad Nacional desde que llegó a la Casa Blanca; “fuertes desacuerdos” respecto al uso de la fuerza en Venezuela, Cuba y Corea del Norte —a decir por el propio presidente estadounidense— fueron las causas de la separación.
La destitución hizo respirar de alivio a muchos, pero ¿de verdad debemos tranquilizarnos porque el conocido halcón de guerra ya no está en funciones? ¿Significa el fin de la estrategia de “guerras preventivas”? ¿O simplemente nos encontramos ante un ajuste de formas de sometimiento?
Recordemos el año 2003, con George Bush como presidente. John Bolton fue el “ideólogo” detrás del “axis of evil” o “eje del mal” —respecto a Corea del Norte, Irán e Irak—. Coherente con su política de fuerza bruta, fue el principal promotor de una intervención militar aplastante en busca de supuestas “armas de destrucción masiva”, que termino en una gran mentira, el derrocamiento de Sadam Husein y jugosos contratos petroleros.
El nuevo asesor de Seguridad Nacional, Robert O’Brien, se trata de un personaje considerado esencialmente neutro en asuntos políticos porque ha servido para ambos partidos, Demócratas y Republicanos. Es abogado en Derecho Internacional privado, especialista en negociación y liberación de rehenes, y puede que parezca todo un bonachón, pero en realidad es un cercano allegado, abierto simpatizante y ex colaborador de su antecesor, John Bolton.
Trump, días antes de nombrar a O’Brien, al ser cuestionado sobre el perfil del nuevo Asesor, contestó que se trata de “un trabajo fácil y divertido porque soy yo quien el que toma todas las decisiones, yo hago todo el trabajo”, por lo tanto cabe la pregunta: ¿es Robert O’Brien la obediencia que necesita el presidente?
El Asesor de Seguridad Nacional es una posición creada posteriormente a la Segunda Guerra Mundial. Originalmente contempló al círculo más cercano al presidente, integrado por el Secretario de Defensa, Secretario de Estado y el Vicepresidente, sin embargo, la posición se fue extendiendo a medida que su ámbito de acción incluyera otras agencias, como las de Inteligencia, la creación de todo un Departamento de Defensa, la integración de la Secretaria de Energía, más la Agencia de Aeronáutica y del Espacio, NASA.
Por lo tanto, la respuesta es positiva. Como su nombre lo indica, un Asesor de Seguridad Nacional esta para proporcionar opciones, y ejecutar la decisión del Presidente, no para imponer las suyas. En ese sentido, la destitución tiene toda lógica, puesto además de lidiar con un posible juicio político, Trump también tenía que lidiar con la obstinada postura bélica de Bolton susurrando al oído.
“Esos hombres y mujeres no son torturadores, son patriotas”
O’Brien pasa a ser un personaje secundario ejecutor, por lo que la conducción de la política internacional y doméstica, además del presidente Trump, recae en los hombros del Secretario de Estado, Mike Pompeo, exdirector de la CIA y nacionalista exacerbado, que llegó a defender los actos de tortura cometidos por militares estadounidenses en Guantánamo en 2004, al comparecer ante el Senado declaró que “estos hombres y mujeres no son torturadores, son patriotas”.
Otro personaje a tomar en cuenta es Elliott Abrams, famoso por su bajeza y extrema belicosidad en el caso “Irán-Contra”, que en 1986, durante el gobierno de Nixon, traficó armas a Irán durante la guerra contra Irak, para después usar las ganancias para atacar al gobierno de Augusto Sandino en Nicaragua.
Condenado por el Congreso y posteriormente indultado por George Bush hijo, años después, Elliott Abrams, es nombrado como “Consejero para la Estrategia de Democracia Global” en 2005, y aunque el gobierno de Bush lo niega categóricamente, se trata del principal responsable del fallido intento de golpe de Estado en Venezuela contra Hugo Chávez en el año 2002.
La postura nacionalista de Trump, Elliot, y Pompeo, ahora cuenta con un competente y discreto Halcón experto en liberación de rehenes, que también resulta ser un efectivo secuestrador de pueblos enteros.
En la estrategia para desestabilizar a los gobiernos de América Latina, quedaron atrás notas como la de Bolton augurando “5,000 militares a Colombia” durante sesiones del Consejo de Seguridad de la ONU, para establecer otro tipo de presión, esta vez indirecta, pero igual de violenta.
Robert O’Brien pone sobre las manos neoconservadoras más radicales, las agresiones legales que la posición privilegiada de Estados Unidos ha construido durante 70 años.
Instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) que intenta imponer medidas económicas en Chile y Ecuador, o la Organización de Estados Americanos (OEA) que desconoce elecciones en Bolivia, y viejos mecanismos como el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) para combatir “cualquier hecho en que pueda poner en peligro la paz de América” son los nuevos soldados estadounidenses.
La estrategia es tan clara como el cambio en el método. La ofensiva contra Latino América está en marcha, pero los pueblos han dejado claro que no se dejarán más. Han demostrado que los clásicos métodos de sometimiento no son tan efectivos como piensan los viejos halcones de guerra del pasado.
“A río revuelto, ganancia de pescadores”, y los halcones neoconservadores de Trump, ansiosos desde el 2002, han inaugurado la temporada de caza, sin embargo, los pueblos latinoamericanos están ansiosos por escribir su propia historia.