Insurrección popular en Chile
Salvador Bello
Luego de una semana de insurrección popular en Chile, desde el 18 Oct, presento algunos antecedentes para responder a la pregunta: ¿Porqué se produce este estallido social ahora y de esta forma espontanea e inorgánica?
Chile; hasta hace una semana, era un “Oasis” neoliberal
Hace algunas semanas nuestro presidente-empresario declaraba a la prensa internacional que Chile era un oasis con una democracia estable, dentro de una latinoamérica convulsionada, muy en sintonía con la imagen-país que nuestras grandes e ingeniosas élites llevaban décadas vendiendo -con cierto grado de éxito- hacia el mundo (“el milagro chileno”, “los jaguares de latinoamérica”), y con la que muchos -menos privilegiados- buscaban autocomplacerse pensando que -al menos- estábamos mejor que nuestros vecinos (todos bananeros, corruptos, violentos…menos nosotros). Esta imagen paradisíaca, obviaba por supuesto, no solo 17 largos y sangrientos años de Dictadura militar, sino que los distintos brotes de lucha popular que buscaron resistir la consolidación del modelo “democrático neoliberal” impuesto y amarrado por la Constitución de Pinochet.
La rebelión universitaria, antecedente de esta insurrección
Sin embargo, ya desde el año 2006 con la rebelión pingüina[1] y el 2011 con la revuelta universitaria, que buscaban desmercantilizar la educación y reivindicarla como derecho, comenzó a expresarse un malestar significativo -que venía incubando desde el fin de la Dictadura-. Esta lucha articuló a varias generaciones en torno a una demanda profundamente sentida por todas las familias chilenas, pero además, evidenció una de las grietas fundamentales de la promesa del modelo, a saber, la posibilidad de movilidad social a través de la educación, posibilidad que terminaba siendo mediada nuevamente por el actor principal de nuestro modelo: el dinero.
La precariedad de la seguridad social y el mundo laboral
Esto volvió a evidenciarse con mayor tragedia durante el año 2016, con las pensiones de hambre que comenzó a recibir la primera generación de trabajadorxs que habían cotizado toda su vida laboral en el sistema de Asociación de Fondos de Pensiones (AFP) -modelo diseñado por los neoliberales Chicago Boys e implantado en la Dictadura- mediante el principio de capitalización individual (básicamente ahorro forzado para les trabajadores, con el que grandes empresas especulan en la bolsa, y donde las pérdidas corren por cuenta de las y los cotizantes, y donde por supuesto las ganancias quedan para las AFP’s), que prometía una tasa de reemplazo del 100% -cuestión que evidentemente no se cumplió-.
La lucha feminista
En los dos últimos años, por su parte, el movimiento feminista irrumpió con fuerza y masividad cuestionando las lógicas patriarcales del Estado y la violencia sexual -entre muchas otras- que vivían a diario e históricamente miles de mujeres en una sociedad que privilegiaba la impunidad del poder masculino. Esta movilización volvió a transversalizar cada una de las demandas anteriores poniendo el foco en los abusos sistemáticos que sufrían las mujeres pobres, racializadas y las disidencias sexuales en un sistema excluyente y precarizador.
Cambio climático y la corrupción de las élites
La última demanda que entró en emergencia dentro del imaginario popular chileno, fue la de los efectos del cambio climático, a propósito del avance de la sequía pero además de los conflictos socioambientales emergentes de nuestro modelo de desarrollo, siendo el caso más dramático el de Quintero-Puchuncavi[2], que a pesar de contar con más de una intoxicación masiva durante el año pasado, el Gobierno no fue capaz de tomar medidas concretas en favor de la salud y la dignidad de las personas. Más bien, buscó mostrarse internacionalmente como preocupado de la situación ambiental, al punto de ser galardonado con el “Global Citizien Award” por su “aporte a la lucha contra el calentamiento global”…nada más lejos de la realidad.
Considerando estos antecedentes, en los que cada una de estas demandas sociales que fueron emergiendo sin lograr ser canalizadas por un modelo altamente abusador y pro-capital permitieron alertar a las y los chilenos sobre la alta desconexión de las elites políticas y económicas respecto de sus necesidades vitales. Sin embargo, es muy probable que sin los casos de corrupción en las FF.AA (Milicogate[3]) y Carabineros de Chile (Pacogate[4]), financiamiento ilegal de campañas políticas y lobby a distintos políticos en ejercicio, el destape de abusos sexuales cometidos por la iglesia y la colusión de precios entre empresas (como los medicamentos en las farmacias), así como la impunidad para los culpables de cada uno de estos abusos, el descrédito de las instituciones políticas, sociales y económicas no habrían alcanzado el nivel actual.
De esta forma, la distancia de las elites políticas y económicas y el ciudadane de a pie, alcanzó un peak ante el encarecimiento de la vida, la impunidad ante los abusos, la ausencia de representación real y la burla de quienes detentan el poder[5], desatando una insurrección popular sin precedentes y que ya lleva 1 semana con movilizaciones masivas en las principales ciudades del país, activando cada vez más puntos de protesta y exigiendo la renuncia del presidente-empresario Sebastián Piñera.
Chile en estado de emergencia
Actualmente nos encontramos en estado de emergencia, con varias de las principales ciudades del país militarizadas y con toque de queda, actualizando los peores recuerdos de la Dictadura militar del genocida, Augusto Pinochet: A partir de este estado de excepción tanto el gobierno, como las fuerzas del orden y los medios de comunicación, han aprovechado para normalizar la violencia del Estado, y propiciar abusos y violaciones a los DDHH.
Más de 2 mil 400 detenidos, 535 heridos, y 6 muertos
El último reporte del Instituto Nacional de Derechos Humanos, declara más de 2.410 detenidos, más de 535 heridos, más de 55 acciones judiciales y 6 casos de personas muertas a manos de fuerzas policiales y del orden. Con todo esto, aún no se avizora una salida positiva en esta coyuntura para el pueblo de Chile, sin embargo, las y los manifestantes siguen presentándose todos los días en los puntos de protesta, no sólo para enfrentarse a las fuerzas represivas, sino que buscando activar cabildos y asambleas populares con el objetivo de construir en conjunto una salida popular a la grave crisis social y política que nos aqueja.
[1] Debido al tipo de vestimenta que ocupan las y los estudiantes secundarios, se les llama pingüinos, razón por la que esta rebelión impulsada por estos actores sociales fue denominada como tal.
[2] Zona costera de Chile que lleva más de medio siglo sufriendo de contaminación. Actualmente cientos de personas se enferman de cáncer o nacen con malformaciones debido a la presencia de metales pesados en la tierra, plomo en la sangre de los vecinos, niños vulnerados, derrames de carbón, intoxicaciones masivas, pérdida de biodiversidad y destrucción de recursos marinos.
[3] Debido a la Ley Reservada del Cobre (desde la Dictadura de Pinochet), el 10% de las ganancias producidas por la empresa estatal del cobre (CODELCO) queda como un fondo para las FF.AA, y la compra de armamento. Recientemente se destapó que altos mandos del ejército utilizaban este dinero para intereses personales llegando a un desfalco de dineros de más de 10 millones de dólares.
[4] En el caso de Carabineros se estiman cifras similares, aunque ellos no cuentan con la Ley Reservada del Cobre.
[5] Cabe destacar que al subir la tarifa del boleto de metro a $830 (CL) el Ministro de Economía, Juan Andrés Fontaine, recomendó a las y los santiaguinos que podían madrugar para aprovechar la tarifa rebajada y así ahorrar algunos pesos.