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José José, el volcán que se consumió en su propio fuego

Leopoldo Lezama


leopoldlezama

28 septiembre, 2019 @ 11:18 pm

José José, el volcán que se consumió en su propio fuego

@leopoldlezama

Quien ha crecido en una familia mexicana marcada por el alcohol, sabe perfectamente sopesar los estratos que recorre el alma humana de orilla a orilla. Esos territorios internos que son a un mismo tiempo una visión del mundo, una biografía, pero también una manera de absorber las aflicciones. Uno aprende mucho de los territorios del alma a lo largo de una noche de Navidad o Año Nuevo: de la alegría festiva al dolor más hondo, cuando en la sala a media luz quedan aquellos que aún tienen deudas por pagar. Y es al final cuando se escuchan las canciones de José José; cuando la música tropical ya no es suficiente para llenar ese tipo de hueco que colma una canción como El triste o Almohada.

José José se parece mucho a los amaneceres de las fiestas mexicanas, donde en el fondo no se está festejando sino padeciendo: se bebe para desahogar, se bebe con la vana esperanza de desgastar al dolor. Y la festividad es la fachada que recubre una pérdida, una frustración o una congoja que muchas veces sólo se subsana con la muerte. Y la música de José José es la que ha acompañado por décadas esa atmósfera anímica decaída que tanto impregna los amaneceres de domingo de los hogares mexicanos. José José fue quizás el último heredero de la canción del dolor seco, ese que levanta pedazos de alma de tan áspero: José Alfredo Jiménez, Bienvenido Granda, Daniel Santos, Julio Jaramillo. El abismo, ni más ni menos. Y José José encarna muy bien la tragedia de muchos espíritus derrotados por fuerzas que siempre habrán de superarlos. Es el cantante de los débiles, que no obstante, demuestran una fortaleza inconcebible para soportar un dolor que los aniquila, poco a poco, poco a poco. Es el cantante del fracaso, porque en efecto, “tú no eres lo que quieres, sino lo que puedes ser”.

José José murió de un cáncer de páncreas. Pero tenía mucho que había muerto. Durante los últimos años sus apariciones fueron escasas y nos presentaban a un ser fantasmal, como salido de ultratumba.

Y pienso que por eso José José es grande: porque condensa y representa el dolor y la derrota de millones de mexicanos. El dolor que tiene tantas formas y rostros pero una misma tonalidad:

“Si me dejas ahora, no sería capaz de sobrevivir”

Esa tonalidad de sordo sufrimiento es México. José José, la gran voz estrellada, el príncipe caído, el volcán muerto que se consumió en su propio fuego.

Y para acabar pronto y sin mayores ornamentos: difícilmente existe alguien en México que haya padecido un desamor (de esos que sientes que te lleva la chingada deveras) que no se haya puesto hasta su puta madre con José José.

Hoy en las cantinas correrán lágrimas con olor a Bacardí.

Descanse en paz, Maestro José José.

José José, el príncipe de la canción
Leopoldo Lezama

Editor y ensayista. Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la Facultad de Filosofía de la UNAM. Ha colaborado en diversos medios nacionales y extranjeros como Confabulario, Letralia, La Gaceta del Fondo de Cultura Económica, Sinembargo y Consideraciones. Actualmente dirige la revista electrónica Máquina.

2 comentarios
  1. Avatar

    Ana María Canseco Dávila

    Ciertamente la voz estrella del príncipe caído se queda en nuestros corazones DEP

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    Ana Ruiz

    Bravo! Hermoso texto en un momento duro.

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