Son niñas, no madres; Ecuador condena el aborto por violación
Daniela Ramírez
“Es conmovedor y trágico ver como sufren y chillan con los dolores de parto,
estas niñas tienen el umbral del dolor infinitamente menor que el de una mujer adulta
y sufren muchísimo. Generalmente las adolescentes sufren más,
y es peor cuando su embarazo es no deseado producto de violación,
gritan mucho y algunas piden que les saquen “eso” o les operen,
a veces cuando vemos que les duele mucho les ofrecemos poner anestesia peridural”.
Enfermera Hospital Público.
“Vidas robadas. Entre la omisión y la premeditación”
La Revolución liberal en Ecuador a finales del siglo XIX separó la Iglesia del Estado y con ello estableció el laicismo en el país; sin embargo, la influencia de la Iglesia en la política pública y las decisiones gubernamentales se ha mantenido, sobre todo en las relacionadas a la regulación del cuerpo de la mujer. El Código Penal aprobado en 2014 establece que la mujer que cause su aborto o permita que otro se lo cause, será sancionada con pena privativa de libertad de seis a dos años; excepto en los casos de que la vida o salud de la mujer embarazada esté en peligro o si el embarazo es consecuencia de una violación a una mujer que padezca discapacidad mental.
Ecuador es el segundo país sudamericano en embarazo adolescente
En el país el aborto es la segunda causa de muerte femenina, el 38% han sido niñas, adolescentes y jóvenes menores a 24 años. De hecho el Ecuador hasta el año 2015 fue el segundo país con mayor tasa de embarazo adolescente en América del Sur, en el grupo de 15 a 19 años. De acuerdo al estudio “Vidas robadas, entre la omisión y la premeditación” la violencia física, psicológica y sexual ha sido una constante en las niñas embarazadas y producida casi siempre en entornos familiares o conocidos. Así mismo, entre 2009 y 2016 aproximadamente 17 mil, 488 niñas menores de 14 años parieron, todas por causa de violación sexual según lo estipulado en el Código Orgánico Integral Penal (COIP).
Dada la seria problemática social de embarazo adolescente y los datos de muertes maternas, varias organizaciones públicas y privadas plantearon la despenalización del aborto por violación, incesto e inseminación no consentida mediante reformas al Código Penal. Desde el anuncio de la propuesta, diversas organizaciones religiosas se pronunciaron en contra, aduciendo la defensa de la vida del concebido y la madre. Sus argumentos no sugerían ninguna propuesta seria, concreta y viable a la situación de miles de niñas violadas más que llamados a la fe y la oración.
El Congreso votó en contra de la despenalización del aborto por violación
El 17 de septiembre el legislativo debatió la propuesta de reforma, por lo que varias organizaciones, colectivas, mujeres y hombres nos concentramos afuera del Pleno. Mientras esperábamos la votación, con cantos gritábamos consignas como: “las niñas son niñas, las niñas no son madres”, “abajo el patriarcado, se va a caer. Arriba el feminismo que va a vencer, que va a vencer” y “alerta que camina la lucha feminista por América Latina”.
Al otro lado del Pleno y frente a nosotras, la iglesia y los grupos “pro vida” también se agruparon como contrafuerza. Por cuestiones de análisis social, fui a este espacio para observar sus discursos y consignas. Simbólicamente me encontré con varios elementos como el olor a palo santo, sacerdotes de bata blanca, pendones y grandes cruces que utilizan en semana santa; escapularios, rezos, oraciones, imágenes de vírgenes y un automóvil parlante desde donde se avisaba lo que sucedía en el Pleno. Eran varios los grupos religiosos que se concentraron en el lugar, unos proporcionaban misa, otros rezaban el padre nuestro y el Ave María y otros, esperaban la deliberación del legislativo.
Una característica esencial en la concentración de los grupos “pro vida”, fue que en su mayoría eran hombres. A los pocos minutos anunciaron la deliberación y con 65 votos afirmativos, 59 en contra y seis abstenciones, el legislativo negó el aborto para víctimas de violación y demás causales de la propuesta. De los votos en contra, el 71% fueron asambleístas hombres y el 29% mujeres. Con esto entendí que el laicismo conseguido hace más de 100 años era un mero formalismo discursivo y que quienes gobiernan y regulan la vida y cuerpos de las mujeres, siguen siendo la iglesia y el patriarcado.
La lucha feminista sigue
Al regresar al bloque feminista la rabia y tristeza era generalizada. No podíamos creer que algo tan básico como la despenalización del aborto por violación fue negado por creencias religiosas y cálculos personales y políticos. La política pública atrapada por el dogma, dejando de lado el interés por la vida de las mujeres y sobre todo de las niñas. Y así, se retomaron las consignas a las voces de “el tamaño de nuestros sueños no caben en sus leyes de mierda”, “no son pro vida, son anti derechos” y “ahí están, esos son, los que cubren la violación” con desilusión por la falta de sentido común de los legisladores e responsabilidad con la situación de las niñas, pero con toda la fuerza de seguir luchando en cada uno de nuestros espacios personales y sociales.
Si bien la propuesta no pasó en el poder legislativo, esta podría ser vetada por el presidente Lenin Moreno quien ha señalado que el tema debe apartarse del dogma religioso y ser tratado de forma técnica. Mientras esperamos su pronunciamiento oficial, las organizaciones feministas, defensoras de derechos humanos y la ciudadanía en general seguiremos en el debate y en las calles gritando entre muchas frases, la conocida “saquen sus rosarios de nuestros ovarios”.
Los viajes como puentes de empatía. El conflicto de Ecuador tiene rostro.
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