Este 15 de septiembre sí es diferente

Ismael Hernández

No precisamente porque Andrés Manuel López Obradir (AMLO) sea un gran defensor de la soberanía nacional. En algunos asuntos como la crisis venezolana ha tenido una postura digna e independiente de los gringos, pero en cuanto a la migración centroamericana, Trump lo dobló por completo. Quizá la correlación de fuerzas no daba para más, pero entonces hay que reconocer que todavía falta mucho para poder festejar nuestra segunda y definitiva independencia.
¿Entonces por qué digo que este 15 sabe, se siente diferente? Pues porque desde hace muchos, muchísimos años, no habíamos tenido un presidente legítimo. Todos los demás despertaban abierto repudio, desconfianza soterrada o simplemente apatía. En cambio, Obrador cuenta con el apoyo y el entusiasmo de millones de personas. Más allá de las críticas que se le pueden y deben hacer, más allá de que su gobierno está quedando por debajo de lo que cabría esperar del más tibio reformismo, lo cierto es que el pueblo lo eligió y está a gusto con él. Por eso la gente está contenta en las calles del centro, porque por primera vez en mucho tiempo, sienten que de verdad esta es su fiesta, que de verdad tienen un aliado en palacio nacional.
Sin embargo, la apuesta de AMLO, su proyecto de gobierno, tiene grandes posibilidades de fracasar porque quiere buscar la cuadratura del círculo, y entonces, quizá, la alegría se vuelva desencanto y enojo. Tarea nuestra, de la izquierda no electoral, es evitar que esa frustración sea aprovechada por la derecha y, por el contrario, sea fermento para un proceso de cambio más profundo.