La rebelión de la brillantina feminista

#NoMeCuidanMeviolan

Magali Barravil y Andrea Nieto Dávila

El momento inevitable: llegó la policía. En otras manifestaciones, la multitud entra en pánico, se repele, corre, se intentan poner a salvo, pero aquí no. “¡Fuimos todas!¡Fuimos todas!” se escuchaba con fuerza. No se dio ni un paso atrás. Todas juntas, esperamos a que saliera hasta la última mujer de la estación de policías. “¡Mujer escucha! ¡ésta es tu lucha!” se les gritaba a las policías que fueron mandadas para recuperar el inmueble dañado.

Mensajes llegaban de vez en cuando: “Vi las noticias, ¿todo bien?”. El mundo parecía estar ardiendo desde la televisión, pero a pesar de las imágenes incendiarias que salieron por todas partes, el ambiente de seguridad y hermandad dejó perplejas incluso a las asistentes. Las feministas apoyan a todas, incluso a las que no se han dado cuenta de que hay que deconstruirse.

Otras movilizaciones políticas son criticadas como modas y hasta caen en una función pseudoempática, pero las feministas son una puerta al rechazo de una gran parte de la población. Se convierten en un acto de valentía y dislocan lo que en la Ciudad de México se piensa de una revolución.

¿Por qué son legítimas las acciones directas de las mujeres?

Las revoluciones y los movimientos sociales muchas veces han emprendido acciones directas cuando se radicalizan y se han agotado los mecanismos institucionales para garantizar el acceso a la justicia, el derecho a la vida, a la alimentación y a la seguridad. Existen en la memoria histórica muchos acontecimientos donde las colectividades subalternas han optado por la vía armada, la autodefensa y las acciones contundentes para hacer demostraciones de fuerza, con el fin de impulsar un cambio radical en el sistema o para instaurar uno nuevo. En la historia de México tenemos una amplia gama de movimientos armados, que han desafiado al Estado mexicano como el del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

¿Por qué las mujeres deben protestar únicamente en el marco de la legalidad y dentro de los rituales de las marchas institucionales cómo el 8 marzo o 25 de noviembre?

El 16 de Agosto de 2019 cientos de mujeres se dieron cita en la Glorieta de Insurgentes en la Ciudad de México con el fin de protestar contra la reciente ola de violaciones sexuales de parte de policías hacía mujeres adolescentes. La gota que derramó el vaso fue la filtración que el Ministerio Público realizó de los datos personales de una víctima que se había atrevido a denunciar. A raíz de está segunda vulneración a sus derechos humanos se presume que ella fue amenazada para impedir que continuara el proceso de penal. Es decir, la propia instancia de justicia protegió a los agresores policías y hasta la fecha continúan libres.

La filtración de datos personales en los Ministerio Públicos y en las fiscalías, SSC y  PGJ son comunes y cotidianos. Es decir, no es un hecho aislado sino una práctica generalizada. A pesar de que hubo un cambio de gobierno y que éste es presidido por una mujer, Claudia Sheinbaum, no se ha modificado la impunidad y las violaciones a los derechos humanos por parte de las autoridades y las fuerzas de la seguridad pública.

En ese sentido el Estado esta incumpliendo el pacto de su fundación; garantizar seguridad y paz a las personas, cuidar a la ciudadanía e impartir justicia.

El resultado es la explosión de un sentimiento colectivo de enojo y rabia, que cientos de mujeres experimentaron cuando respaldaron acciones directas como destrucciones de cristales, pintas en el Metrobús, la quema de una estación de policía, entre otros. Se trata de una respuesta que no se ajusta a los estereotipos de género y que representa un parteaguas de mayor radicalización de las feministas mexicanas. Si hubiera habido más tiempo, ese edificio no estaría en pie hoy, porque ya no importa la imagen de las mujeres “vándalas” que vendan los medios. Es preferible a la de objeto sexual y desechable que muchos ya compraron. Ya no importan los muros y ventanas, que el mundo caiga en pedazos antes de dejar que otra mujer sea asesinada o violada.

Sabemos que no les importamos, pero: ¿Qué tenemos que hacer las mujeres para ser tomadas en cuenta cómo seres humanos, por parte de las fuerzas de seguridad y del funcionariado capitalino? Si históricamente nos han negado el estado de derecho para las mujeres.

Las acciones directas podrían subir de tono si no hay una respuesta efectiva y un cambio institucional ante la anuencia, complicidad e impunidad que hace posible la violencia sexual y otras formas de violencia hacia las mujeres. Es necesario un cambio profundo en el sistema y las feministas no se van a conformar con menos.