Gato con Lentes

Leonardo Garvas o cómo pelear por migajas


13 agosto, 2019 @ 5:43 pm

Leonardo Garvas o cómo pelear por migajas

Esteban Govea*

Conocí el proyecto de la Red de Revistas por amigos en Facebook, hace un año. Mandé un poema a una revista y fue publicado. Tiempo después, vi mi nombre etiquetado en un video donde el editor de otra revista de la red leía mi poema Manifiesto, directamente de la publicación donde apareció. El video tuvo varias reacciones y fue compartido. Todo bien hasta aquí, de hecho, quedé contento de que un poema mío llegara a tanta gente.

A partir de entonces, empecé a entender la relación de las revistas entre sí, y sobre todo con un personaje de nombre Leonardo Garvas, dueño de la editorial Disculpe Las Molestias, que en el pasado coeditó con el FONCA libros como Historia de las feminazis en América, y dueño de El Ático Pent en la colonia doctores. Él es, pues, la cabeza de un proyecto cultural que abarca la red de revistas, la casa cultural/invernadero/cafetería y su editorial. Todo bien hasta allí.

Llegado el nuevo gobierno, y especialmente tras el nombramiento de Mario Bellatin como director del FONCA, la Red, con sus (entonces) ocho revistas y sus múltiples editores y páginas de Facebook, comenzó una militancia a favor de la 4T en general, pero en particular a favor de la política reformadora de Bellatin con respecto del FONCA. Yo estoy convencido de que el problema pertinente al apoyo a los artistas con dinero público no es si debemos o no debemos otorgarlo; más bien se trata de una cuestión de cómo otorgarlo de manera más justa, equitativa, transparente y plural. Todo bien hasta allí.

Becario del FONCA no es sinónimo de nepotismo

Luego del fracaso de Bellatin por reformar el FONCA, y tras su posterior renuncia, Leonardo Garvas y los editores de las revistas de la red comenzaron una militancia hostil contra Fraustro, pero más gravemente, contra el FONCA y, lo que es peor, contra cualquier beneficiario de programa en el pasado. Aunque estoy convencido de que en el FONCA hay bastante nepotismo y opacidad en los procesos y criterios de asignación de becas, y de que varias de esas becas fueron otorgadas mediante prácticas cuestionables; no apruebo una cacería de brujas en Internet dirigida contra quienquiera que haya recibido un apoyo del FONCA, ni de ninguna institución pública. Hasta ahí, ya no está tan bien.

Hace un par de meses, el grupo de Garvas comenzó una campaña de desprestigio en contra de varias escritoras y escritores, justamente por haber recibido becas del FONCA: Los ataques no se limitaban a quienes las han recibido múltiples veces sin presentar resultados, o a quienes las han recibido de manera nepotista, sino indiscriminadamente. Lo peor es que Garvas mismo se erigió en una suerte de órgano autónomo fiscalizador del FONCA y, bajo la máscara de “investigación”, se dedicó a publicar infundios sobre varios escritores. Se inventaron parentelas, pleitos legales, demandas, corruptelas. La palabra clave aquí es “inventaron”, porque mucho de lo que Garvas esgrimió en contra de escritores es falso.

 

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Imagen: Internet

El fascismo cultural del grupo de Garvas

Pero Garvas y su grupo son dogmáticos y fascistoides, así que decidieron repetir las mismas mentiras para convertirlas en verdades, y procedieron a inventar a sus huestes a atacar a escritoras jóvenes y consagradas por igual, y sus huestes lo siguieron porque necesitan alguien que dirija su rabia colectiva y su frustración acumulada; necesitan alguien que les diga que está bien que no entiendan, que no lean la mayoría de los autores, que no se acerquen a los clásicos ni amplíen sus horizontes; necesitan quien normalice su mezquindad, porque sólo entonces, si pueden tiznar lo excepcional y explicarlo en sus propios términos mezquinos, pueden vivir a gusto, contentos, convencidos de no sé qué superioridad moral. Todos ellos, pero sobre todo Garvas, recuerdan esa vieja fábula del rey que cree tener un manto reluciente, pero en realidad está desnudo.

Lo peor: Garvas incluso cortejó a Jesusa Rodríguez, una crítica del FONCA tan furibunda como hipócrita, habida cuenta de que ella misma ha sido beneficiada. Jesusa, “La Judas” Rodríguez, a quien el gremio artístico entero le ha dado la espalda por su discurso francamente neoliberal, tiene su propio grupo dentro del partido en el poder y, de momento, no aceptó el coqueteo de Garvas y lo dejó en un “ahí lo vemos”.

Ahí es donde mi relación con ellos comenzó a torcerse para mal, al grado que hice un par de comentarios en contra de su ahora furibunda grilla anti-becas. El asunto con Garvas y sus huestes es que no toman bien la crítica y, por ende, no son autocríticos.

Y es que, resulta, el propio Garvas estuvo buscando un presupuesto de ciento cincuenta mil pesos para su proyecto editorial (que comenzó por ahí de junio de 2018, en una coincidencia de fechas sospechosilla en alguien que quiere presentarse ante un órgano de cultura a pedir dinero). Luego, al parecer se le iba a aprobar menos de lo que él esperaba, por lo que acudió a Bellantin, quien lo mandó con un funcionario de la ciudad de México a quien Garvas tildó de economista y quien, horror de los horrores, pedía a Garvas que fuera a verlo a su oficina, ¡el atrevido! ¡Decirle a Garvas que tiene que ir a la oficina a hacer hora nalga, como todos! Y entonces, como en otra fábula, la del zorro y las uvas, Garvas, dio la espalda con repugnancia a las uvas que estaban fuera de su alcance y se dijo: “Bah, estaban rancias”. Era mejor empezar una campaña negra contra otros escritores, una que, lo que es peor, parece que le funcionó durante un tiempo para vender revistas.

A raíz de comentarios críticos que les hice, Garvas y sus editores quisieron buscarme una cola para pisar e hicieron una “investigación”, que consistió básicamente en buscar mi nombre en Google. Pronto, vieron que yo mismo recibí un estímulo para escritura de guion del IMCINE allá en el 2011, cuando tenía veintidós años, o sea, una beca. Entonces me etiquetaron en varias publicaciones para que “respondiera” sobre el particular.

Imagen: La razon.com

Garvas no es, ni tiene alguna autoridad moral como autor, para juzgar a otros autores

No considero que un tipo como Garvas, que no ha escrito nada relevante y ha buscado el apoyo del gobierno para sus proyectos, se asuma autoridad moral sobre los dineros recibidos por los artistas, pero consideré que era importante para cualquier especulación que surgiera al respecto, así que respondí. A grandes rasgos, dije que recibí la beca porque apliqué a la convocatoria con un primer tratamiento, que fue estimado acreedor a una beca por parte de jurado. Me asesoró un guionista al que le llaman “El Oso” Tapia (no recuerdo su nombre de pila), y recibí aproximadamente cien mil pesos, en tres exhibiciones, depositadas cada tres meses, aproximadamente. El segundo tratamiento del guion quedó terminado, se llama Réquiem por miss Sonora y está en el banco de guiones del IMCINE, donde cualquiera puede consultarlo (productores, ¡es su oportunidad!).

Tras esta explicación, Garvas enfureció y arremetió contra el IMCINE y los apoyos a los guionistas, argumentando que es demasiado dinero que se desperdicia financiando la escritura de guiones que no llegan a realizarse. Sobre este punto, queda responder que el cine, por su propia naturaleza, es incierto. Requiere enormes sumas de dinero y mucha gente dispuesta a trabajar muchas horas, requiere coordinar varios departamentos de producción y, sobre todo, requiere productores interesados.

El arte de escribir un guión cinematográfico

La verdad es que uno no escribe un guion pensando que va a ser arrumbado en un cajón, sino esperando, anhelando, el momento de verlo en pantalla. La escritura de guion, por su propia naturaleza, convenciones y lenguaje, requiere una pre-visualización y una configuración audiovisual del material narrativo. El guionista, en términos llanos, proyecta una versión preliminar de la película en su cabeza, con planos, actuaciones, efectos de sonido. No se le pasa por la mente el que no será realizada, porque entonces no terminaría el proyecto y escribiría una novela, o cualquier otra cosa.

Decidí escribir este artículo no como una defensa personal, sino a modo de alerta a la comunidad de escritores, lectores y artistas de toda índole. El discurso de Garvas y su secta es peligroso porque es desvalorizador del arte. Se escandaliza porque un guion se pague en cien mil pesos (uno en la industria se suele pagar al doble), de que una poeta con la trayectoria de Elsa Cross reciba una cantidad, digamos, digna del erario. A mí me asombra que esos casos sean la excepción, habiendo vivido en carne propia las dificultades y obstáculos relacionados con la producción creativa.

Antes bien, deberíamos exigir más del Estado. Un guion sí vale cien mil pesos, y más. Un poemario vale mucho más que su precio en las librerías independientes. Una novela, un libro de cuentos, una película, todo ello vale, y ese valor debería verse reflejado las finanzas de los autores. No deberíamos pelearnos por las migajas del presupuesto (que eso son, migajas), sino unidos en un frente común por mejorar las condiciones laborales y comerciales de los creadores. Deberíamos, lejos de estigmatizar el apoyo del FONCA, exigir que se democratice, que se descentralice, que sea transparente. En pocas palabras, Bellatin no estaba tan perdido.

 

 

*Esteban Govea (1988) es un escritor guanajuatense radicado en la Ciudad de México desde 2006. Es licenciado y maestro en filosofía por la UNAM, con especialidad en estética. Estudió guion de cine en el CCC. Es autor de La música cósmica, La poética robot y Sexto sol, todos ellos autopublicados en la plataforma Amazon.com.mx.

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