Gato con Lentes

Conoce el origen de la máscara en la Lucha Libre

Hernán Uribe Galindo


11 agosto, 2019 @ 8:27 am

Conoce el origen de la máscara en la Lucha Libre

Al momento de mencionar la palabra lucha libre, automáticamente se nos vienen a la mente, aquellas grandes figuras del deporte pancracio como lo son Santo o Blue Demon, o algo tan sencillo como una máscara de un color uniforme y un antifaz sencillo, asemejándose un tanto a la máscara del demonio azul.

Y es que la historia de la lucha libre en México sería un tanto diferente si no existiesen las máscaras dentro de este deporte. Si recorremos los alrededores de cualquier arena, nos hemos de encontrar con una cantidad enorme de puestos donde venden los típicos muñecos bootlegs de arena, playeras y máscaras de diferentes materiales. Las hemos de encontrar de lycra, tela o de esponja que son las más económicas o de materiales aún más costosos, siendo éstas las tapas semi o profesionales, que un aficionado con un mayor poder adquisitivo, puede comprar.

La importancia de la máscara

Casi desde el inicio de la historia de la lucha libre nos hemos encontrado con un sin fin de luchadores que han portado alguna tapa para ocultar su identidad al momento de subir al escenario. Pero la máscara va más allá de sólo resguardar una apariencia, es también una extensión de la personalidad del luchador; representa su carácter. Ganar la máscara de un rival con renombre puede llegar a ser la máxima presea que puede tener un luchador en su haber, pero en el caso contrario, cuando aquella se pierde, es una de las pérdidas más grandes que puede haber en su vida, dado que pierde parte de sí mismo al momento de entregarla. Esto último inclusive puede provocar el descenso de la carrera luchística de aquel que perdió su máscara, trayendo consigo inclusive su retiro total.

El origen de las máscaras en la lucha libre

Pero la historia sobre cómo llegaron a este deporte es algo curiosa, dado que la mayoría piense que fue un luchador mexicano quien portó la primera máscara, pero en realidad fue un luchador estadounidense.

En la década de los años 30 del siglo veinte, en Estados Unidos de América, había un grupo de personas que luchaban enmascaradas, cada uno de ellos se llamaba “La Maravilla Enmascarada” todos portaban la misma máscara y tenían el mismo estilo al momento de luchar. Esta máscara era completamente negra con aberturas en los ojos, nariz y boca, sin ningún diseño.

En esta misma época, el padre de la lucha libre mexicana, Salvador Lutteroth, mientras estaba de visita por ese país, se encontró en una función a “Ciclón Mckey” pero su verdadero nombre era Corbin James Massey, joven estadounidense de ascendencia irlandesa. Este era un joven de 27 años, que presentaba una gran agilidad al moverse arriba del ring, y mostraba una gran técnica de combate. Todo esto impresionó a Lutteroth, quién inmediatamente invitó al joven a participar en la Empresa Mexicana de Lucha Libre (EMLL)

Corbin aceptó la propuesta y viajó a México, pero él sabía que ya existían muy buenos luchadores en nuestro país, así que para poder destacar entre todos ellos decidió retomar algo que era recurrente en su país, la máscara. Tomó la decisión de portar el equipo del personaje de la “Maravilla Enmascarada”.

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Imagen: Pinterest.com

Don Antonio Martínez, el primer artesano mexicano en hacer máscaras de luchador

Para poder retomar este concepto necesitaba alguien que fabricase la máscara, y el encargado de realizar la primera tapa en territorio mexicano fue Don Antonio Martínez. Este era un hombre que se dedicaba a realizar calzado para los luchadores, así que era un reto totalmente nuevo para él confeccionar algo que cubriera el rostro de cualquier persona.

Después de un par de días todo parecía estar lista la primer máscara, pero esta era terrible, estaba hecha de cuero de oveja, lo cual provocaba que sudara en exceso su portador, se desacomodaba, los orificios de los ojos estaban mal hechos, por lo cual no se podía ver bien y no estaba bien terminada. Por todo esto Corbin fue a reclamarle a Don Antonio, le explicó todo lo sucedido, pero como buen mexicano, Don Antonio no dejó que su trabajo fuese menospreciado y descalificado así que se hicieron de palabras, pero los ánimos se empezaron a calentar a tal grado que empezaron a pelear y se arrojaron varios objetos entre ellos. Pasado este incidente, el estadounidense dejó la máscara en el taller y juró nunca volver a ese sitio.

Pasaron varios meses, hasta que el luchador nuevamente se presentó en el taller de Don Antonio pidiéndole seis máscaras nuevas. Dicho comportamiento y petición extrañó al zapatero, especialmente por que el estadounidense llegó con una gran sonrisa.

El luchador le comentó que había recorrido parte del mundo gracias a diversas presentaciones, y en este tiempo decidió buscar a alguien que confeccionara su máscara, pero nadie se atrevió a realizarla, inclusive varios modistas decían que esa petición era una locura.

Por esa razón Corbin regresó al taller solicitando nuevamente la máscara y Don Antonio con los ánimos más calmados, nuevamente decidió realizar dicha tarea. Gracias a la primera máscara realizada, supo cuáles habían sido sus errores, así que tomó 17 medidas a la cabeza de Corbin para poder crear una tapa que le calzara como guante. Desde ese día estas 17 medidas se han ocupado para la confección de todas las tapas empleadas por los gladiadores.

Finalmente haría su debut en la Arena México de entonces, en el año de 1935, donde todo el mundo quedaría fascinado con la aparición de un gladiador que ocultaba su identidad. Esto ayudó a que su carrera despegara y se llenará de misticismo, haciendo que la afición se preguntase quién era el hombre bajo la capucha.

Murciélago Velázquez, primer luchador mexicano en portar una máscara

A partir de este momento, todos los luchadores mexicanos comenzaron a desear portar una incógnita para darle mayor personalidad a su personaje. El primero en hacer esto fue “El Murcielago Velazquez” donde el diseño de su tapa no distaba mucho de la que portaba el “Ciclón Mckey”

Y como algunos dicen, el resto es historia. Miles de gladiadores han portado en su haber mínimo una máscara para darle identidad a su personaje sobre el cuadrilátero. Gracias a las máscaras es que varios luchadores no son sólo reconocidos en territorio nacional sino internacional, donde también se ha adoptado esta costumbre, especialmente en Japón con personajes como Tiger Mask o Jyushin Thunder Lighting.

Hoy en día no podríamos concebir este bello deporte sin la presencia de esta prenda, la cual ha brindado grandes historias y momentos memorables, los cuales hasta la fecha han sido tema de debate y análisis, como lo fueron la lucha entre los Brazos y los Villanos, la lucha entre el ídolo de los niños Atlantis y la Pantera Rosa Villano III, combate que ha sido calificado entre los mejores de la historia del deporte, por la aguerrida lucha que dieron ambos gladiadores, o la más reciente que fue L.A. PARK contra el Hijo del Fantasma.

 

Hernán Uribe Galindo

Arquitecto en formación. Ávido lector de realismo mágico y ciencia ficción. Fanático extremo de la lucha libre.