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365 días de inestabilidad laboral. Crónica desde el desempleo


giaferrey

23 julio, 2019 @ 3:48 pm

365 días de inestabilidad laboral. Crónica desde el desempleo

El 31 de mayo de 2018 me quedé sin trabajo. Ahora que escribo al respecto, admito que sigo sin decidir desde qué perspectiva quiero hablar de ello. Por una parte, es muy tentador llenarlos de números y demostrar(me) que no soy la única, que esto no me está pasando a mí, que es la transición de gobierno, la incertidumbre de la iniciativa privada ante lo mismo y que somos miles de jóvenes y no tan jóvenes en la misma situación.

Por otra parte, me gustaría contarles sobre los casos aislados, que poco a poco se volvieron un archipiélago de experiencias de familia, amigos, y colegas, imposible de ignorar. Así como es imposible decir que es una experiencia única, que es mi CV el que no sirve, que yo no lo he intentado lo suficiente. Creo firmemente que ambas partes son necesarias para comprender, para tener tantita empatía, pues analizar las varias capas que tiene este tema, en este momento me parece una tarea insuperable. Tal vez a mayor distancia, a mayor tiempo.

Los números del desempleo en México

Así que, para empezar, hablemos de desempleo en México:

La Población Económicamente Activa (PEA) pasó, de 3.2% en marzo de 2018, a 3.6% en 2019. La tasa de subocupación, es decir la gente que necesita y podría tener otro trabajo es de 7.1%. La tasa de informalidad laboral es de 57.1% –incluye a personas en vulnerabilidad por su unidad económica pero también a la gente contratada por outsourcing u otras formas de empleo no directo–. Esta última cifra refleja a las personas sin ningún tipo de prestación social.

Las mayores tasas de desocupación en marzo de 2019 se registraron en Tabasco, con 7.4%; Ciudad de México, 4.8%; Durango, 4.6%; Estado de México, 4.3%; así como Coahuila y Sonora, con 4.2%. Así que, de norte a sur, sin grandes excepciones.

Si consideran que un desempleo de 3.6% es poco, o una subocupación de 7.1% es escasa, consideren que el 60.3% de los mexicanos son considerados PEA. 56,038,471 de personas.

Por lo tanto, se encuentran en desempleo alrededor de dos millones de personas; en subocupación casi cuatro millones; gente con empleo, pero sin prestaciones sociales, 32 millones de personas. Los datos pueden variar de acuerdo a las bases consultadas: Secretaría del trabajo y Previsión SocialAnimal políticoINEGI.

Entonces, en total, existimos alrededor de 38 millones de personas en una situación de inestabilidad laboral, del total de 125 millones de mexicanos. Ya no es tan poquito, ¿verdad?

El desempleo en México
Imagen: www.stps.gob.mx

Los “desocupados”

Sobre la población desocupada, uno de los problemas es que las estadísticas no reflejan el tiempo que alguien ha pasado en desempleo o en vulnerabilidad laboral. Esto quiere decir que no sabemos cuál es el tiempo promedio que alguien pasa en el limbo laboral. Sin embargo, sí podemos saber quiénes son los desempleados y aquí hay dos cuestiones clave para el primer trimestre de 2019:

El grupo de edad con mayor desocupación (40%) va de los 20 a los 29 años. Es decir, la gente que acaba de salir de la universidad o que está en sus primeros años de vida laboral y que empiezan a adquirir responsabilidades económicas. El segundo grupo de edad con mayor desocupación (36%) es el que va de los 30 a los 49 años, es decir las personas que llevan más de 5 años en el mercado laboral, que están en la edad de mayor responsabilidad económica con sus unidades familiares, sea cual sea su situación particular.

El 30% de la población en desempleo son personas con educación superior. Somos el segundo grupo con mayor desocupación, después de la población con educación secundaria. ¿Por qué es grave? Porque la comparación que hace la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, con respecto a 2001, muestra un aumento del 16% de desocupación de las personas con educación superior a 30% en 2019. ¡Es el doble!

El desempleo está en su mayor pico en 27 meses, lo cual puede atribuirse a diversas causas con una en particular: el cambio de administración y el lento reacomodo del mercado laboral, tanto en la iniciativa pública como en la privada. De acuerdo con los datos, existen dos perfiles generales de quienes están en desocupación: los desocupados con educación secundaria y los desocupados con educación superior. Clase socioeconómica con ingresos bajos y clase socioeconómica con ingresos medios o medios-altos, respectivamente. Ahora hablaremos de las personas desocupadas con educación superior, sin olvidar que la inestabilidad laboral de una persona, es la misma inestabilidad de otra.

El desempleo en México
Imagen: www.stps.gob.mx

 

Lo que callamos los millenial

¿Hasta dónde estás dispuesto a llegar? ¿Qué estás dispuesto a hacer para

mantenerte donde estás? ¿Qué no estás dispuesto a hacer, aunque lo necesites?

W, 30 años.

Ya que los aburrí con los números y con la evidencia de que si se encuentran en alguna de estas situaciones (desocupación, subocupación o lo que el gobierno llama informalidad) no están solos, somos millones. ¿Qué nos sucede? Pues muchas cosas.

Se me ocurren, en torrente y tormento repentino: el desgaste de las entrevistas; la sobrexplotación a la que estamos expuestos en cualquier trabajo; a la disminución de salarios sin importar la experiencia, sino al contrario; el acostumbrarse a no tener seguridad laboral o económica o siquiera seguridad social; sin contar con las cuestiones existenciales –que también pesan–. Y como consecuencia de todo lo anterior, la frustración, la ansiedad y la depresión.

Estar sin trabajo significa que tienes muchísimo tiempo para buscar trabajo, que si te llaman para una entrevista a la hora que sea, debes estar disponible porque al que le urge es a ti, significa que cada vez que vayas a una entrevista, sean 3 a la semana o una al mes, tienes que ir con la mejor actitud y disposición. Debes estar listo para que te pregunten cualquier clase de información sobre la empresa, institución o escuela, responder de acuerdo al perfil, el que sea que soliciten, no el tuyo, porque quien quiere el trabajo eres tú. Debes prepararte para dos, tres, cuatro entrevistas en la misma empresa y no rechistar porque quieres el trabajo, ¿o no? Sin olvidar que nadie es el único en la búsqueda de trabajo. Somos millones. ¿No estás dispuesto? Allá hay muchos más en la fila.

Altas exigencias, bajas compensaciones

Por mucho tiempo creí y pensé que a mí “me tocaba” vivir la inestabilidad

laboral, que era parte del proceso profesional y necesario para “ganarme” un lugar.

K, 27 años.

Pareciera una obviedad decir que todos sabemos cuál es la situación con las condiciones laborales, pero nada más lejos de la realidad. Estamos atrapados entre quienes se preguntan por qué no intentamos tener las mismas prestaciones que ellos y quienes todavía no descubren las dificultades de vida que conlleva esta ausencia.

El camino es vasto, pero igual de maltratado, sin importar la carrera, la institución, o el tipo de trabajo. Los que hemos conocido al outsourcing de cerca, no sabemos hacer otra cosa que odiarlo, sin importar si el sueldo es alto para compensar o mínimo y mudo. Caemos en la trampa de creer que, como legalmente las empresas deberían usar este tipo de contratación como medida temporal, algún día tendremos acceso a nuestros derechos laborales completos.

Por supuesto que nos han hecho entender, o por lo menos han intentado justificar, que el outsourcing era necesario, que la ausencia de prestaciones es una medida libertaria, que entre todos construimos un mejor país con nuestros sacrificios de clase media, porque, además, no nos va a pasar nada. Nos pagan suficiente. Si fuera de otro modo, las estadísticas lo mostrarían, la inconformidad de la sociedad en general o la falta de productividad a nivel nacional o la caída del mercado inmobiliario… pero no es así, o sea que nos pagan suficiente.

La realidad es que exigen mucho de uno sin dar a cambio siquiera los materiales para realizar el trabajo, ¿por qué? Porque los millenials (entre 20 y 30 años de edad, con algunas extensiones temporales) tenemos la energía suficiente para trabajar sin prestaciones, para trabajar sin utilidades, para trabajar sin derechos laborales con tal de ganar una mayor cantidad de dinero, pero…

En esa apariencia del dinero de más, está implícita tu salud, tu retiro y tu vivienda.

T, 24 años.

El desempleo en México
Imagen: www.stps.gob.mx

No es culpa únicamente del outsourcing, instituciones públicas y privadas por igual, e incluso organismos internacionales, contratan a sus trabajadores con el mínimo de prestaciones de ley y un salario más bajo que el promedio. ¿Es acaso una elección de píldora roja o píldora azul? Eso sí, cualquiera de las dos exige un compromiso y una entrega total al trabajo, aun nunca pasemos de los primeros escalones de la institución.

Para mí, la inestabilidad obedece a una falta de empatía. Es triste ver lo poco que ofrece el mercado en cuanto a desarrollo y reciprocidad por parte de las corporaciones.

R, 28 años.

No sabemos qué pasará el día en que estemos enfermos y nuestro contrato sea verbal, o “indeterminado”, o sea un contrato entre colaboradores y no entre patrón y empleado. Es decir, la institución nos brinda únicamente un puesto de trabajo, nadie habla sobre una carrera profesional, ni sobre certidumbre en cuestiones económicas o de salud.

Puede suceder que de un día a otro estemos fuera de la jugada, sin ninguna seguridad de que nuestra gratificación o liquidación o cualquier compensación monetaria, sea equivalente o siquiera cercana al tiempo y esfuerzo que dedicamos a nuestra labor. ¿Y a quién le reclamamos?

Esto es México, cabrones

La primera y más grande falacia que nos dijeron fue ¡prepárate, estudia! Hoy sales y te encuentras con el tsunami del desempleo, y entonces ya te preparaste, ya terminaste, y te encuentras con que no hay trabajo…

T, 24 años.

¿De qué depende conservar el trabajo en tiempos de cambio? ¿De tener una carrera universitaria? ¿Un posgrado? ¿Tener experiencia? ¿Ser productivo? Todos sabemos que esto es México, y que nuestro país no canta nada mal las rancheras en cuanto a corrupción. No obstante, como buenos mexicanos, conservamos la esperanza en que, ahora sí, nuestro esfuerzo hará una diferencia. Porque muchas veces sí es de esa manera, un poco a costa de traicionarse a uno mismo.

El problema es que cuando es así, cuando le ganamos un poquito al sistema podrido con nuestro valor, es a costa de nosotros mismos. Si tenemos un título, hemos sacrificado años de experiencia joven y debemos empezar con un sueldo más bajo. Si tenemos un posgrado, hemos sacrificado experiencia aparentemente valiosísima, por lo que merecemos un sueldo más bajo. Si tenemos experiencia, hemos sacrificado un proceso académico necesario, por lo que no hay opción que no sea darnos un sueldo más bajo. No se puede ganar.

El desempleo en México
Imagen: www.stps.gob.mx

Si ya estamos adentro, con el sueldo que sea, corremos el riesgo de que llegue alguien con más experiencia pero menos títulos, o viceversa, que ponga en jaque nuestro trabajo. Entonces debemos esforzarnos el doble, cubrir más tiempo sin pago, sonreír más.

Peor aún, si logramos ser la persona más importante del equipo, conservar nuestro trabajo, es porque nuestro esfuerzo excede a nuestras responsabilidades. Hacemos el trabajo de otras personas, sacrificamos tiempo de nuestra vida personal, somos proactivos y nos ponemos la camiseta más fuerte que los demás. Se convierte en una camisa de fuerza, pero por lo menos tenemos trabajo, ya estamos felices… ¿no?

Crisis existencial

En los momentos de más crisis, pienso que estoy totalmente alineada, no solo con la empresa que me contrata sin nada más que prestaciones de ley y no cumple con mis derechos laborables, sino que estoy alineada a un sistema de producción que me explota.

S, 28 años.

Quienes lean este artículo probablemente pensarán: ¿por qué no buscamos otras opciones? Decir que no las hay sería una gran mentira, pero decir que existen para todos, que la regla general es encontrar un buen trabajo, donde aprecien nuestra labor, con prestaciones y salario digno, también es una gran mentira. Esos trabajos si bien existen, son las excepciones. No hay 38 millones de trabajos así.

Para quienes estamos desocupados, subocupados o en informalidad laboral, la búsqueda de un lugar mejor nunca termina. Tampoco terminan las dudas, en realidad, se acumulan. ¿Podré encontrar un trabajo mejor? ¿Me pagarán más la siguiente vez? ¿Tendré prestaciones algún día? ¿Habrá otro trabajo o me quedaré aquí para siempre? Entonces vienen las dudas de otro tipo, la emoción que subyace a todos estos pensamientos, ¿de verdad me gusta mi trabajo?, ¿qué quiero hacer con mi carrera profesional?, ¿y si sólo me dejo llevar?, ¿quiero estar en este lugar toda la vida?, ¿me hace feliz?

Tal vez ha sido una idea de esta generación que nuestro trabajo deba hacernos felices, tal vez es algo que apenas descubrimos que no es el objetivo final. Sin embargo, el problema no es en realidad que nuestro trabajo nos haga felices, sino que nuestra situación laboral, sea cual sea, nos lleva en la otra dirección. Los casos de depresión y ansiedad aumentan día con día, cada vez es más frecuente escuchar que alguien cercano tiene ansiedad o le dio depresión.

¿Y cómo no? Tal vez esto suene como una larga queja, pero guarda una tremenda verdad: vivimos en la incertidumbre. Tenemos la esperanza de llegar a la siguiente década, al siguiente lustro con una mejor calidad de vida, si es que el cambio climático no nos extingue antes…

El desempleo en México
Imagen: psicologoemocionalonline.com

¿Y si no se acaba el mundo?

Llegó una oferta de empleo, con una propuesta salarial de aproximadamente el 30% menos. Haciendo cuentas, ese sueldo me permite sobrevivir al pago de hipoteca, coche y algunas deudas con tarjetas de crédito, pero viviendo al día con lo que se refiere a comidas y a los gastos que genera un recién nacido.

G, 34 años.

Fue un gran golpe ver que lo que tanto me costó ahorrar se me iba en “sobrevivir” cuando me hubiese gustado poder gastarlo en comenzar algún tipo de patrimonio. (…) la incertidumbre laboral no me brindaba la confianza de tomar deudas fuertes. Siempre temí no poder pagar en algún momento y ser devorada por los bancos…

K, 27 años.

Ya no hay accesos a préstamos para que tú te vayas haciendo de tus cosas. Entonces yo no creo que ahorita sea un fracaso seguir viviendo en casa de tus padres o que tus padres te apoyen en algunas cosas.

M, 28 años.

Veo un futuro incierto. Y creo que es deleznable el planteamiento de calidad de vida que han permitido el gobierno anterior y éste…

R, 28 años.

En los últimos días, meses incluso, una noticia ha estado revoloteando las redes sociales: el cambio climático va a acabar con el mundo en pocos años. Los números varían, pero al parecer, es un hecho que muchos de nosotros no llegaremos a ver la edad de nuestros abuelos en nuestros cuerpos. A pesar de que esta vez el fin del mundo parece sustentado científicamente, hemos escuchado tantas veces que todo se va a acabar, que no estamos convencidos de que realmente vaya a suceder.

Entonces debemos continuar con estas condiciones de vida. ¿Cuál es el futuro de un millenial? La mayoría estamos en modo de supervivencia, vivimos al día, con ahorros escasos o inexistentes. De repente nos intentan vender fondos para el desempleo, para el retiro, de ahorro para emergencias, para patrimonio. La mayoría de nosotros escoge uno y pasa de los demás.

Ahora es valiente tomar la decisión de tener un bebé, salirte de casa de tus padres, pagar una renta o el enganche de un terreno. Antes era un paso más en la vida. Es incluso valiente decidir hacer un posgrado, porque o pierdes tiempo de experiencia laboral o pierdes dinero que podrías invertir en otra cosa, porque nadie te asegura que al salir tendrás una mejor oferta laboral. Cada paso que tomamos es un riesgo, y no importa si llevamos diez años o cinco o tres, porque la inestabilidad ya se ha vuelto nuestro día a día.

¿Cuáles son nuestras aspiraciones en la vida? Apuesto a que cualquiera que sea la respuesta, dan por sentado que habrá una cierta calidad de vida involucrada. Soñamos con eso y nos levantamos cada día a, no hay palabra mejor, chingarle para conseguirlo. No sabemos si lo lograremos, no sabemos si sobreviviremos o algún día, verdaderamente, viviremos.

El desempleo en México
Imagen: eldiario.es

Hay que usar sabiamente este conocimiento. Tomar las decisiones necesarias para cambiar nuestras condiciones cuando haya la posibilidad de hacerlo. En este momento, hay una generación que no va a sufrir las consecuencias de esas decisiones pues ya pasaron por este largo camino de la vida. Hay una nueva generación debajo de nosotros, para quienes estas condiciones serán las únicas que existan. Somos el sándwich que va a decidir si seguimos con esto o intentamos de nuevo. Otra cosa, otro camino, otra vida.

 Y entonces te enfrentas a que simplemente el mundo no es para los millenials…

T, 24 años.

Un comentario
  1. Omar Ojeda

    Excelente artículo. Retrata la situacion de presión y precariedad de muchas personas jóvenes en México.

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