Internacional

La condena migratoria de los venezolanos

Colaboradores


17 julio, 2019 @ 5:18 pm

La condena migratoria de los venezolanos

Laura Di Maggio

La novela

Todos los días hordas de venezolanos cruzan la frontera con Colombia para llegar a Ecuador. De todas las edades, principalmente hombres. Empiezan caminando desde Colombia para después, en algunos casos, tomar un autobús. Una vez en Ecuador, para superar con éxito los controles policiales, bajan del bus y se esconden, y, si tienen suerte, atraviesan los campos de maíz del valle de Chota para llegar al otro lado del control. O, aún mejor, si tienen sus documentos de identidad apostillados pasan por el control del autobús hasta que un policía se sube a bordo y los obliga a bajar para revisar sus documentos e inspeccionar su mochila. Una vez finalizada la inspección, comienza la vacuna. Sí, porque el Ministerio de Salud de Ecuador ha detenido una explosión de robiola y sarampión desde que llegaron todos “estos venezolanos”.

Muchos, cansados por el largo recorrido, se quedan durmiendo y aguantando el frío a un costado de la vía Panamericana

El venezolano X una vez que llega a su destino final empieza a buscar trabajo y se da cuenta de que siendo venezolano es prácticamente imposible obtener un empleo decente. Empieza vendiendo chocolates y dulces en las bucetas. Al principio apenas gana para sobrevivir, aunque hay que tener en cuenta que se trata de su primera vez como vendedor en la calle. Con el paso del tiempo, se familiariza y aprende a contar historias sobre sí mismo, o incluso se las inventa, con el único objetivo de atraer la atención del pasajero. No obstante, aunque se haya vuelto muy creativo en eso, no logra ganar más que diez dólares al día.

En un cierto momento se cansa de la precariedad y de esta sensación de mendigar dinero, entonces decide buscar trabajo en otro lado. Un amigo, también de Venezuela, le sugiere un lavado de autos. Ahí comienza la explotación: trabajar de las 8 a las 22h de la noche sin un descanso fijo para almorzar y “merendar” algo (así llaman la cena en Ecuador). ¿Pago? 15 dólares. ¿Único día libre? El domingo. Después de unos pocos meses ya no aguanta más. Además, le gustaría tener un poco más de tiempo libre (¿por qué un inmigrante no tiene derecho al tiempo libre?). Pero sobre todo tiene que ganar más plata para enviarla a su mamá, la cual se quedó solita en Venezuela.

Así es como empezó a hablar con un amigo que procesa los residuos para una empresa de reciclaje: papel, cartón y plástico. El amigo le propone que lo acompañe durante los primeros días para que vea cómo funciona. Una vez que haya descubierto cómo ordenar, puede ir con su carrito de forma independiente para recoger la basura, separarla y clasificarla. “Jamás en mi vida pensé que hubiese podido hacer un trabajo así. Jamás. En Venezuela trabajé como mototaxista y también en la cocina de un restaurante. No pensé que alguna vez iba a suceder. Pero también puedo ganar $25 por día con este trabajo y le envío $20 a la semana a mi madre”.

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Imagen: Descifrado.com

La realidad

Desde agosto 2018 Ecuador ha declarado emergencia de movilidad humana debido al incremento repentino de los inmigrantes venezolanos. Según la OIM (Organización Internacional para las Migraciones), Ecuador es el tercer país con el número más elevado de venezolanos. En efecto, en el 2018 llegaron alrededor de 806.000 venezolanos, de lo cuales se quedó sólo el 17% (135.000). En total se estima que hay 217.000 venezolanos viviendo en el país. Todos los demás se van a Perú y Chile.

El año pasado resultaron 7.000 los solicitantes venezolanos de asilo, los colombianos llegaron a 3.800.

La provincia de Guayas y su capital Guayaquil acogen alrededor del 30% de venezolanos en el país, seguidos por Pichincha y Quito con un promedio del 20%. En los Andes, Ibarra y en la costa Sur, Salinas, los migrantes no llegan ni al 5%. De hecho fluctúan entre un 2 y 3%.

De los migrantes en el 2018, el  34% tenía de 18 a 24 años, el 49% de 25 a 44, y  el 58% más de 45 años. El 60% son de clase media y baja, y el 58% trabaja en el sector privado o por cuenta propia.

El tamaño de la diáspora es de 4.091.717 millones. El 67% de las familias con parientes emigrados reciben remesas familiares. Y la proximidad a la frontera es un hecho que influye mucho. Sin embargo, el 59%  de ellos declara que regresaría al país si las cosas pudiesen cambiar.

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Imagen: www.revistaconsideraciones.com

La migración está motivada sobre todo por el lado económico. En el pasado, eran los oponentes al régimen de Maduro quienes querían emigrar, hoy en día son los que apoyan a Maduro los que más quieren emigrar.

El gobierno de Ecuador ha cambiado mucho los requisitos que deben cumplir los venezolanos para ingresar al país. Al principio se exigían los pasaportes, pero desde mitad del año pasado el gobierno dejó de exigirlos en los primeros 90 días de estadía en el país, limitándose a dejar entrar a los venezolanos con cédula (DNI). Esta política se basaba en el reconocimiento que la mayor parte de los venezolanos tenían como destino final Perú o Chile. De hecho, Ecuador empezó a colaborar con un corredor humanitario que brindaba movilización gratuita. Alrededor de 31 buses fueron obsequiados por el gobierno ecuatoriano que metió el combustible y, sin cobrar peaje, los llevó directamente a la frontera con Perú.

Muchos ciudadanos venezolanos están preocupados por las nuevas exigencias del Gobierno de Ecuador para ingresar al país. A día de hoy las autoridades piden que presenten su pasado judicial apostillado. El problema es que se trata de un documento imposible de conseguir y por esta nueva medida algunos han sido despedidos de sus puestos de trabajos.

Mientras el gobierno ecuatoriano se preocupa por averiguar el pasado judicial de los inmigrantes, los que sí tienen pasaportes, y aún pueden viajar muy tranquilos, empiezan a planear a dónde mudarse cuando se les venza el pasaporte. ¿Cuál será el país donde se vive mejor de ilegal?

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Imagen: www.revistaconsideraciones.com

La entrevista

—-¿Qué piensas que está pasando en Venezuela ahora?

Una catástrofe, un desastre, algo así. Hoy estamos abajo, y de repente mañana estamos arriba. Eso es lo que yo espero y aspiro en nombre de Dios. Yo sé que se va a acomodar.

—-¿Hace cuantos años te fuiste de Venezuela?

2 años.

—-¿Cómo te viniste para acá? ¿Cruzaste por Colombia?

Si, yo crucé la frontera por bus, normalmente. Sellé mi pasaporte y ya, pagué el bus y me vine.

—-¿Tenías tus documentos apostillados?

No, está muy complicado. Tengo dos años viviendo acá y tengo que estar saliendo para Colombia, como ilegal. Regreso unos meses y luego vuelvo a entrar.

—-¿Estás o estuviste?

Si, yo estuve de ilegal como por un año y medio y en este momento estoy legal, como si estuviera de vacación.

—-¿Viviste también en Colombia?

Si, como dos meses. Allá me han dado más oportunidades que no me han dado acá.

—-¿Y por qué te viniste para acá al final?

Porque pensé que aquí había más oportunidades que allá por la moneda (el dólar) mientras que allá está el peso colombiano. Entonces yo me vine, hablé con un amigo mío, me vine para acá y me ayudó. Me vine por unos días y después me defendí.

—-¿Y luego al final te quedaste, pero te quieres regresar a Colombia?

No, si me regreso, me regresaría allá cerca de Venezuela. Se llama Cucuta. En la frontera con Venezuela. Y si salgo de este país para otro, me gustaría ir para España o para Chile.

—-Pero, es más complicado viajar para España o Chile, ¿verdad?

Me dicen que allá todos tienen sueldo básico y hay más fuentes de trabajo para mí. Pero no te podría decir por mi propia palabra que es verdad.

—-¿Entonces tú planeas irte de aquí? Y si es así, ¿cuándo planeas irte?

Si, yo planeo irme antes de que se me venza el pasaporte. Se me vence el pasaporte y no me quiero quedar aquí, ¿entiendes?

—-¿Y cómo lo vas a renovar?

No podré.

—-¿No lo puedes renovar? Te vas a quedar sin pasaporte?

Sí, entonces antes de quedarme sin pasaporte quiero explorar otros países pues.

—-¿Ya no hay embajadas aquí para hacer esto? ¿Qué hacen las embajadas venezolanas en el extranjero?

No, supuestamente dicen que en Quito nos van a dar los antecedentes penales apostillados, que nos van a renovar los pasaportes. Supuestamente sí. He escuchado.

—-¿Y cuándo se te va a vencer el pasaporte?

A mi se me va a vencer en el 2021.

—-¿Y ahora como te sientes en Ecuador? ¿Acogido?

Como que hoy me siento muy bien y al rato me hacen un desplante, algo así.

—-¿Sientes mucho el racismo?

Si, la xenofobia. A veces que yo voy por cualquier sitio y me dicen que me largue, cosas así.

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Imagen: www.revistaconsideraciones.com

El contexto

El 3 y 4 de septiembre del 2018 se han reunido en la ciudad de Quito los gobiernos de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Panamá, Paraguay, Perú y Uruguay para firmar la Declaración sobre Movilidad Humana de ciudadanos venezolanos en la Región.

Juntos establecieron dar una respuesta fuerte y solidaria a la crisis migratoria venezolana:

  • Decidieron priorizar la asistencia a los sujetos vulnerables, como NNA (Niñas, Niños y Adolescentes), adultos mayores, personas con discapacidad y personas con enfermedades graves;
  • Se comprometieron a reconocer la cooperación técnica y financiera de otros países cooperantes u organismos internacionales especializados, al aumentar los recursos para brindar un apoyo más sólido;
  • Decidieron aceptar los documentos de viaje vencidos como documentos de identidad de los ciudadanos venezolanos;
  • Acordaron diseñar un programa regional para intercambiar la información relativa a los migrantes venezolanos apoyándose en la OIM;
  • Reconocieron la importancia de juntar los esfuerzos con la OIM y la OEA (Organización de Estados Americanos) para combatir la trata de personas y el tráfico ilícito de migrantes;
  • Asumieron responsabilidad en la provisión de servicios de salud, educación y posibilidades laborales según las posibilidades y recursos del país;
  • En fin decidieron comprometerse para luchar contra la discriminación, xenofobia e intolerancia.

Además, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Ecuador ha declarado que: “en concordancia con las disposiciones de la Constitución, la Ley Orgánica de Movilidad Humana y su Reglamento, así como todas las disposiciones contenidas en los instrumentos internacionales, acogemos a todas las personas extranjeras en situación de movilidad humana, independientemente de su nacionalidad y condición migratoria”.

Sin embargo, las disposiciones contenidas en tres acuerdos ministeriales emitidos entre enero y agosto de este año resultan en contraste con lo afirmado en la Constitución, en la Ley Orgánica de Movilidad Humana del 5 de enero del 2017 y claramente en la Declaración sobre movilidad humana de Quito del 2018.

Estas resoluciones imponen a los ciudadanos venezolanos la exigencia del pasaporte con seis meses de vigencia, la presentación de una cédula apostillada por el Estado venezolano, o, aún peor, la obligatoriedad del pasado judicial. En el caso en que el ciudadano venezolano no tenga los antecedentes penales debidamente apostillados, el Gobierno Ecuatoriano puede aceptar como documentos sustitutivos un visado para viajar a Perú o Chile, o un certificado de vínculo de familiaridad en el país. Resumiendo, medidas que obligan el ciudadano venezolano a viajar de ilegal a Ecuador y a no quedarse en el país migrando directamente a otro país de América Latina.

Una buen noticia es que  el 11 de marzo del 2019 la Defensoría del Pueblo de Ecuador, junto a otras fuerzas de la sociedad civil como el Centro de Derechos Humanos de la Pontificia Universidad Católica de Ecuador, la Misión Scalabriniana, Cáritas y la Misión Jesuita en Ecuador han procedido con un recurso de inconstitucionalidad que recién (el pasado 28 de marzo de este año) la Corte Constitucional de Ecuador ha aceptado suspendiendo las resoluciones mencionadas arriba como medidas cautelares.

Dejando de lado la ley sobre migración en Ecuador, los ciudadanos venezolanos que llegan a Ecuador no tienen un sistema de primera acogida que les respalden. Hay algunos albergues que los dejan dormir por una o un máximo de 7 noches (tres albergues en total en Quito). También hay algunos hospitales que, de forma discrecional y en casos de urgencia les atiende, pero no hay certidumbre. No hay certidumbre sobre las condiciones laborales, los derechos de los NNA a tener una educación o a ser atendido por un médico en caso de enfermedad. No hay certidumbre ya que difícilmente se les reconoce el estado de refugiado y porque hasta el proceso para conseguir el estado de solicitante de asilo se los han hecho complicado. Además, los servicios de primera acogida, en la mayoría de los casos, son un inversión de ONGs u organismos internacionales como HIAS (Organización Judía Global), ACNUR, la Misión Scalabriniana, la Cruz Roja, la Cáritas y el Consejo Noruego de Refugiados.

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Conclusiones

Si acoplamos la novela, la realidad y la entrevista con esta última fase del artículo nos damos cuenta de que todo es realidad. Es realidad que los ecuatorianos declaren en su Constitución la completa acogida de los venezolanos, pero es también verdad que en el fondo no los quiere. Y resulta muy evidente considerado que no invierten dinero en su acogida y se preocupan más de crear corredores humanitarios para Chile o Perú. No es el Gobierno ecuatoriano aquel que se encarga de la acogida de los migrantes venezolanos – de hecho se limíta a poner barreras a su entrada o a hacersela aún más dificil – sino la sociedad civil comprometida. No me refiero exclusivamente a las ONGs y las organizaciones internacionales, sino también a ecuatorianos como doña Carmen, mujer de 48 años de una comunidad rural muy pobre (El Juncal) de la zona afroecuatoriana de la sierra Norte. Esta maravillosa mujer ha hospedado de forma gratuita y sin límite de tiempo a más de 8.000 venezolanos en los últimos años. Y el valor de su acción no está sólo en la asistencia de los migrantes sino también en la educación civil que está dando a sus compatriotas.

Ella ha contribuido a crear un Ecuador mejor, enseñando a sus 8 hijos que hay que ser solidario con tu vecino ya sea ecuatoriano o de otro país, enseñándoles que no hay que discriminar en la asistencia. Discursos como “primero Ecuador” implican una solidaridad distorsionada y una categorización en la importancia de los seres humanos. ¿Hay seres humanos más importantes que otros? ¿O simplemente hay culturas más lejanas de nuestra realidad y por ende se nos dificulta más aceptarlas? Yo creo que la clave está en centrarse en las cosas en común y en mirar en las diferencias como riquezas o, si no nos parecen como tal, retos para aprender más y para salir de nuestra zona de confort dejando de querer imponer a los demás una visión del mundo totalmente relativa. Es tiempo que nos demos cuenta que seguir anclado a una concepción nacionalista de los pueblos y de las personas nos limita y crea barreras. Enaltecer la cultura puede ser algo muy bonito que nos une y nos hace sentir parte de algo, pero no hay que olvidar que las culturas son productos socio-históricos y como tales destinados a transformarse, mezclarse y revolucionarse constantemente.

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