Gato con Lentes

El sonido de la resistencia: entrevista con Jorge Velasco

Colaboradores


9 julio, 2019 @ 10:28 am

El sonido de la resistencia: entrevista con Jorge Velasco

Myrna Armenta

Lo que la música nos dice de las sociedades en transformación

Es difícil imaginar una marcha sin ruido, un mitin sin consignas, un movimiento social sin música. “No existe, siempre hay música, cualquier manifestación humana siempre es acompañada por expresiones artísticas… en cualquier revolución, en cualquier parte del mundo, siempre habrá canciones”, afirma enfático el músico e investigador Jorge Velasco García.

Quien ha sido integrante de proyectos como Música y Contracultura, Betsy Pecanins, Real de Catorce, Jaime López y Astrid Hadad, entre otros, recientemente publicó El sonido de la resistencia: el canto popular en los movimientos sociales del siglo XXI en México (Angelito Editor/ FONCA, 2019), un ensayo donde plantea que el sonido puede ser también fuente de conocimiento de una sociedad, además de señalar la importancia de la música en tres movimientos sociales de nuestro país.

El sonido de la resistencia: el canto popular en los movimientos sociales del siglo XXI en México, Jorge Velasco
“El sonido de la resistencia”, de Jorge Velasco.

En esta investigación, el autor explora el canto popular que acompaña a tres movimientos de resistencia al poder –como también los define–: la lucha de los trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), el movimiento de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) contra la reforma educativa, y la movilización social ante la desaparición de 43 estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa, Guerrero.

Interesado no sólo en la creación musical, sino también en la historia del rock nacional, el autor del Canto de la tribu: una historia sobre el movimiento alternativo de la música en México (Premio de ensayo literario Lya Kostakowsky) y de Rock en salsa verde: la larga y enjundiosa historia del rock mexicano, menciona que su último libro es una invitación a la academia, a estudiantes y músicos, para interesarse en esta línea de investigación, poco explorada y algo relegada.

El sonido de la resistencia, disponible en librerías Educal, está dividido en tres capítulos: “Movimientos sociales del siglo XXI en México”, “Presencia de la canción de los movimientos sociales” y “Funciones del canto popular en plantones, marchas, mítines y festivales de apoyo a los movimientos sociales”. Además, contiene anexos con testimonios de activistas, maestros, estudiantes y músicos; una lista de canciones y sitios de consulta.

En entrevista, asegura más de una vez, que la academia ha descuidado el estudio del sonido, pues ha privilegiado el oculocentrismo, lo que vemos, y no le da importancia a lo que escuchamos, lo cual también le implicó un mayor esfuerzo, al no encontrar muchos trabajos parecidos.

“Trato de demostrar cómo la música, el sonido que pueden ser gritos, consignas, ese ambiente sónico que nos envuelve –sonósfera– nos dice algo de nuestra sociedad. Hay un autor que se llama Jacques Attalí que me gusta mucho, dice que se puede conocer mucho más de una sociedad a través de sus ruidos que a partir de sus frías estadísticas”, comenta el músico con más de 40 años en escenarios, quien también estudió Economía y Etnomusicología en la UNAM.

En un café, el músico comienza a hablar de un tema que le apasiona. No es nada difícil que explique y profundice, lo difícil es interrumpirlo para puntualizar una pregunta.

¿Por qué es importante estudiar la música que surge en los movimientos sociales?

–Yo retomé muchos testimonios de gente que participó en los movimientos y confirman lo que quería demostrar. Me dicen que ellos entienden mucho más lo que está pasando a través de una canción que con un discurso político. Escuchan hablar al líder en el mitin y muchas veces es acartonado, a veces no se entiende, es el mismo rollo y las canciones te dicen lo mismo pero con palabras más coloquiales, con lenguaje cotidiano, acompañado de música y de emociones.

¿Por qué elegiste estos tres movimientos?

–Por su repercusión nacional e internacional, por su actualidad. Sigue vigente el movimiento por la aparición de los 43, la lucha de la CNTE que ha tenido acuerdos con el gobierno actual, pero seguimos necesitando una verdadera reforma educativa, y los electricistas, el movimiento del SME, donde hace falta detallar cómo fue la liquidación de los trabajadores, que fue un acto arbitrario del gobierno de Felipe Calderón. Doy un breve contexto de cómo surgió cada uno y los analizo a través de la música.

Supongo que también había muchas canciones…

–Sí, muchas.

Jorge Velasco hace una pausa, y luego aclara que le han hecho críticas; que le han dicho que fue muy complaciente con la visión de la democracia al interior de los movimientos, pero su intención no fue analizarlos exhaustivamente, sino la canción dentro de los mismos.  “No porque no se critique la falta de democracia, que probablemente exista, deja de ser válido lo que quiero demostrar, que es el valor de la canción”.

“La revolución no se hace con canciones pero se hace cantando”. Citas esta frase de Mario Benedetti. ¿Para qué sirven entonces las canciones?

–En el segundo capítulo hablo de cómo se presenta la canción. Digo que hay una producción endógena –al interior– y exógena, todo lo que se crea afuera, por los músicos simpatizantes. Se presenta también con la canción tradicional rebelde, el corrido, todas las canciones que durante muchos años han servido para denunciar las condiciones de explotación, los anhelos de libertad, justicia y democracia. Están las canciones de Judith Reyes, José de Molina, de Los Nakos; las canciones de la revolución, por ejemplo: “Venceremos”, ese himno chileno de la época de Salvador Allende. Se recurre a ellas en luchas de México y el mundo.

 

Mencionas en particular la parodia, muy efectiva para comunicar una problemática

–Sí, son muy efectivas en toda la historia de la canción. Se recurre mucho a ellas en los movimientos. Oscar Chávez es una persona que ha trabajado mucho eso. Otro ejemplo son Los Nakos con “La balada del granadero” (una parodia a “La balada del vagabundo”). Ismael “Maylo” Colmenares, la tocaba en brigadas junto con Paco Ignacio Taibo II en el Movimiento del 68. El mayor porcentaje de canciones que encontré, son parodias.

 

En el tercer capítulo hablas de las funciones que tiene la canción, la música…

–Una función de la música es construir y reconstruir la identidad social. En cada grupo que se levanta contra el poder, ¿qué es lo que las hace unirse? Hay una identidad, la música ayuda a crear y recrear la identidad social. Entran las ideas, emociones, símbolos, eso que llamamos imaginario colectivo, que no sólo es la ideología, porque el término imaginario es más amplio, pues contempla sueños, emociones. Todo este imaginario nutre a las canciones.

La memoria y la canalización de emociones son otras funciones que explica Jorge Velasco. La música recobra la memoria colectiva, “eso que el gobierno trata de borrar porque no es conveniente que se sepa”, y menciona que en movilizaciones de la CNTE y por Ayotzinapa, había muchas canciones que retomaban la historia de Lucio Cabañas, el líder guerrillero, para hablar de condiciones actuales.

Qué hay de las emociones…

–Es algo que la academia ha descuidado, se decía que las emociones, los sentimientos no son objetivos y dignos de analizarse. Actualmente hay una corriente de pensamiento que dice que es muy importante recobrar esa parte humana, sensible, que la cuadratura y ortodoxia de la academia y sobre todo una parte de la izquierda, ha negado. Entonces, el ser humano siente emociones en un mitin, a la hora que te están reprimiendo, la indignación por un hijo desaparecido… todas esas emociones se canalizan a través de las canciones. La rabia, el dolor se expresan. ¡Es otra función del canto, muy importante!

Hablas de la música como contrainformación, una versión contra las verdades oficiales…

–Al dar una versión diferente a la que ofrece el gobierno, se está dando una contrainformación, se está deconstruyendo el discurso oficial para toda la gente que se informa a través de los medios comprados. Esa función del discurso oficial, que todo el tiempo desacredita los movimientos es para preparar la represión, eso lo sabemos… ¿Entonces qué función tiene la canción? Dar un contradiscurso, que la gente vea que hay otra realidad, diferente a la que le han dado masticada y digerida.

En su libro y en la charla, asegura que toda esta música debe considerarse como “patrimonio musical en resistencia” por su valor histórico y porque puede desaparecer. “Ahora que está de moda hablar de la patrimonialización de muchas expresiones culturales… que el mariachi, el son jarocho –que no necesitan declararse como patrimonio para ser protegidos, porque no están desapareciendo–, ¿por qué no se declara como patrimonio la música de grupos indígenas del noreste del país, de los paipai, los seris? –que son grupos que tienen muy pocos integrantes–; se está extinguiendo esa música, los pocos cantores están muriendo y los jóvenes no siguen la tradición. Eso es lo que hay que proteger y volver patrimonio”.

¿Qué se debe hacer para conservar esta música que también resiste?

–Se debe grabar, estudiar y archivar; que los jóvenes en las escuelas conozcan estas canciones, por ejemplo cuando se hable de Tlatelolco, no nada más que saquen los libros, que escuchen lo que dice Judith Reyes en su canción cuando el ejército entró a la UNAM, en otra como relata la masacre del 2 de octubre, porque lo detalla pormenorizadamente, con mucha sensibilidad, con mucha emoción cargada, y dice lo que realmente pasó, no lo que el gobierno dijo.

 

¿Cuál es la diferencia con la difusión de esta música en la actualidad en comparación con lo que pasaba en los años 70 y 80?

–Yo me inicié tocando en los 70 cuando estudiaba Economía. Mi primer grupo fue La Propuesta. Éramos un trío. Nos íbamos a la peñas folclóricas, en esos años nos nutrimos mucho de la intelectualidad que llegó del Cono Sur, exiliados de Chile y Argentina que vivieron dictaduras. Llegaron muchos artistas. Apoyábamos las huelgas de electricistas, de los trabajadores de la Pascual, esperando con miedo que llegaran los granaderos. ¿Qué pasaba? pues no había mucha difusión, repartíamos volantes, había por ahí periódicos clandestinos. ¿Qué pasa ahora con las redes sociales, con las benditas y malditas redes sociales? Pues es una comunicación a nivel mundial que no se tenía, tú puedes transmitir en vivo. Efectivamente el desarrollo tecnológico actual contribuye muchísimo a la difusión. Es un aspecto positivo, muy afortunado. De hecho gran parte de mi investigación fue realizada con You Tube.

¿Crees que el apoyo de jóvenes y compositores era mayor en aquellas décadas que ahora?

–Yo creo que el compromiso sigue, la juventud siempre ha sido muy comprometida. No creo que se pueda decir que antes había mayor participación. Yo veo en las marchas muchos jóvenes. Por ejemplo, me llamaron la atención unos estudiantes de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), La brigada de acción mitotera que tocaban canciones de Violeta Parra y le cambiaban la letra para hablar de Ayotzinapa. Ellos van marchando, cantando y traen un tambor muy grande que se llama chin chin. Se hacen llamar chinchinelos. Es una importación de Chile y que empezaron a usar para apoyar movimientos.

https://www.facebook.com/watch/?v=274516446499038

¿El arte, la música, debieran estar siempre comprometidos con los movimientos sociales?

–Es una posición política. El hecho de decir: “yo hago música y quiero estar en mi esfera de cristal”. Ser apático, decir: “no me interesa lo que esté pasando”, sentir que tu arte no está condicionado por la sociedad… yo creo que es falso. Todo lo que hacemos en la sociedad está condicionado por la misma y por la clase social a la que pertenecemos. Decir que el arte no tiene que ver con la política, es una posición apolítica, y el apoliticismo para mí es una posición reaccionaria.

¿Cómo podemos entender la resistencia?

–Resistir es no estar de acuerdo y conforme con una situación que vives. Yo estoy en una situación de explotación, me están oprimiendo, dando una vida indigna para mí y mi familia que no me permite prosperar, mi resistencia es no estar de acuerdo y luchar por transformar esa realidad. Eso es resistir. La resistencia no nada más es agacharte y taparte, sino levantarte y luchar, obviamente en la medida de las posibilidades, no podemos hacer la revolución rápidamente.

¿Siempre existirá la resistencia?

–Mientras no se llegue a la utopía, que es un mundo ideal donde no existe la explotación, sí, siempre. La música, al ser expresión de la sociedad, tendrá que ver con lo que está pasando. Si la sociedad está en resistencia habrá música de resistencia. Si llegáramos a la utopía… “la utopía camina dos pasos, luego se aleja y la vas persiguiendo”, dice Eduardo Galeano. ¿Para qué sirve la utopía? Pues para caminar. Sí puede existir una sociedad libre de explotación. Está muy difícil pero no es imposible. Ha habido intentos por transformarnos. En ese camino de transformación nos acompaña la música.

¿Qué tendría que contemplar una política cultural con respecto a este tema?

–Que no se pierda, porque pasa el movimiento, se borran las ligas en la red. ¿Qué va a pasar con todo eso? Debemos registrar la canción, grabarla y conservarla. De toda esta música hay un desprecio por parte de la misma izquierda y la academia. La música siempre ha sido el relleno y a veces no se toma en serio a los músicos. Debemos cuidar también a los creadores de esta música, los que hacen el cancionero rebelde, darles prestaciones, que tengan un ingreso, seguro social, protegerlos.

¿Eso quién lo tendría que hacer, los movimientos o el Estado?

–El movimiento no puede generar recursos… tendría que ser el Estado, así como asigna recursos para el mariachi, tendría que contemplar a los que hacen música en esta resistencia, proteger la obra, que se registre la música, las letras, que se hagan estudios, análisis. No se le da valor al sonido como fuente de conocimiento, no se le da valor a la canción como fuente de conocimiento de los movimientos sociales. Mi intención al escribir tanto el Canto de la Tribu como este libro, es motivar esta línea de investigación, porque considero que es muy importante.

 Próxima presentación del libro:

Festival Cantares

Sábado 27 de julio en el Centro Cultural Elena Garro

Fernández Leal 43, La Concepción, Coyoacán, Ciudad de México.

18:00 horas.

Escucha el playlist  “La música de la resistencia”

 

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