Felipe Calderón: de ladrón electoral a traidor a la patria
Hablar de Felipe Caderón es hablar de un hombre peligroso en la historia mexicana. Muchos de estos personajes nocivos son parte de la cronología, del acervo historiográfico y de la memoria política del país. El análisis de sus carreras ha sido necesario y útil para tratar de impedir la aparición de nuevas figuras perniciosas que agredan la integridad social. Pero enfrentarlos, en su tiempo, no ha sido fácil. Enfrentar y excluir de la vida política mexicana a Felipe Calderón será un reto: aunque él ahora no significa nada –porque su nombre mismo provoca repudio–, sí son de cuidado quienes lo respaldan.
No queremos decir que sea brillante; tampoco es incompetente como Enrique Peña Nieto, quien es apenas funcional. Sin embargo, su ambición y carencia de escrúpulos lo ha llevado a ser presidente de México y ahora quiere regresar a la vida política como diputado federal en el 2021, o más todavía, regresar a la presidencia por medio de un partido político con el cual busca colocar en la silla presidencial a su esposa Margarita Zavala o a alguien más cuyo desprestigio no sea tan profundo, pero a quien pueda dirigir, como a una marioneta, desde la oscuridad.
El fraude electoral de Calderón
El problema no es la genialidad política de Calderón o su inteligencia maquiavélica, sino las posibilidades que le ofrecen, desde el frente económico, distintos poderes que se han visto afectados con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia.
En el año 2006, no se veía forma alguna de que AMLO perdiera las elecciones presidenciales. Su popularidad estaba en auge después de un intento de desafuero con nitidez ilegal, apoyado desde la presidencia de Vicente Fox, el gran traidor de la democracia. Poco antes de las elecciones comenzó la promoción de un odio del que ahora se culpa a Andrés Manuel. En todos los medios de alcance nacional se aseguraba que “López Obrador es un peligro para México” y la repetición constante y masiva horadaba su creciente popularidad. El Instituto Federal Electoral, presidido por el olvidado Luis Carlos Ugalde y cooptado por los partidos políticos desde su nacimiento, veía hacia otro lado e ignoraba la cantidad de reglamentos que la campaña negra quebrantaba.
La única vez que Calderón ganó algo, fue la candidatura presidencial dentro del Partido Acción Nacional. Eliminó de la contienda a Santiago Creel, el favorito de Fox para sucederlo en la presidencia. Fue también, la única ocasión en que pudo demostrar ciertas habilidades políticas al sobresalir entre los políticos mediocres de su partido, acostumbrados al negocio más que a la democracia. El rey tuerto en un partido de ciegos. A partir de ese momento, su campaña la dedicó a denostar y difamar al adversario, en el peor juego sucio político de la historia nacional. Su frente público era el odio y el miedo, pero su negociación política en lo oscuro con los poderes económicos era el juego de la traición a la patria.
Durante meses, Felipe Calderón se dedicó a ofrecer el país a los poderosos multimillonarios dueños de más de la mitad de México a cambio de su apoyo. La cantidad de recursos monetarios para llevarlo a la presidencia nunca lo conoceremos, pero los grandes capitales financiaron con gusto su campaña electoral con el objetivo de obtener mucho más en caso de volver presidente a su candidato. Sin embargo, el popular adversario político, Andrés Manuel López Obrador, se veía inalcanzable. El estado podrido de las instituciones, la corrupción en la presidencia de Vicente Fox y la absoluta falta de carisma de Felipe Calderón, impedían el crecimiento de su campaña electoral. Sólo el poder de los empresarios podría colocarlo donde a ellos les convenía. Entonces fue cuando comenzó la tragedia en la historia nacional.
El fraude se llevó a cabo en las urnas y en la informática. Después de horas de conteo de votos a favor de Andrés Manuel, se “revirtió” la tendencia y con una asombrosa e imposible voltereta, Felipe Calderón fue declarado ganador con un margen pequeñísimo e improbable. De nada sirvió que se pidiera al Instituto Federal Electoral la limpieza necesaria, ni el recuento de votos, ni la anulación de los comicios. Las elecciones estaban compradas, los altos funcionarios pagados, y las fuerzas policiales listas para reprimir un levantamiento popular.
Felipe, el de las manos sangrientas
La presidencia de Felipe Calderón tiene tres signos: la violencia, la sangre y la impunidad. En seis años como mandatario convirtió al país en una zona de guerra. En su gestión fue cuando comenzaron a aparecer las narcomantas, las cabezas cortadas, los cuerpos mutilados de las carreteras, los “levantados”, los miles de desaparecidos. En su guerra, la milicia y los cuerpos policiacos obtuvieron un poder que los colocaba a la cabeza en la pirámide de los depredadores. Tenían el permiso de disparar y nunca tuvieron el temor de ser juzgados por nada. Las decenas de asesinatos que cometieron contra la población eran solapados y hasta justificados por el presidente. “Daños colaterales”, les llamaba, y convertía, de esa forma, a las personas, en una estadística sangrienta de la cual nunca quiso hacerse responsable. El presidente que mandó a los militares y policías a disparar contra cualquiera que les pareciera sospechoso, hasta la fecha no se hace responsable de nada de ello. Incluso, alegó que él nunca mencionó la palabra “guerra” en la lucha contra los criminales, lo cual lo muestra como un irresponsable y embustero. Felipe Calderón, el que quiso pasar por militar, por hombre valiente, es el más cobarde de todos los presidentes de la historia de México.
Felipe Calderón envió a los militares a patrullar las calles porque su presidencia, desde el inicio, estuvo marcada por el fraude electoral. Y Felipe, el timador, tenía que dar un golpe que no dejara dudas de su poder y sacó el ejército a las calles. Dicen los analistas que lo hizo porque necesitaba demostrar “legitimidad”. Es cierto, pero es cierto también que la demostración de poder del ejército aplacaría los ánimos que la gente guardaba contra él por el robo de las elecciones. El mensaje que Felipe Calderón lanzaba a los mexicanos era una amenaza. El ejército estaba a su disposición y lo usaría contra la gente sin el menor de los escrúpulos. Era un psicópata vengativo con un arma en las manos.
Felipe Calderón, traidor a la patria
Por sí mismo, Felipe Calderón no tiene poder ni económico ni político. Pero es una excelente vía para los poderes que impiden el crecimiento nacional. Para nadie es un secreto que México tiene dueños después de que su venta comenzara desde el sexenio de Carlos Salinas de Gortari. A partir de entonces, cada presidente ha vendido a sus amigos, en precios ridículos, el patrimonio nacional. La última gran sangría a la soberanía fue el desmantelamiento y venta de Petróleos Mexicanos. Calderón aprovechó su paso por la presidencia para que sus amigos hicieran grandes negocios, lícitos e ilegales.
La pretensión del regreso de Felipe Calderón a la presidencia mediante intermediarios es una apuesta lejana. Pero la probabilidad de que encabece el movimiento contra Andrés Manuel López Obrador, sí puede tener futuro. Los poderes económicos esperan que las minúsculas protestas contra la gestión de AMLO crezcan y se conviertan en un frente opositor que provoque algo más allá de la risa. Para lograrlo, buscan, con todo su poderío, obstaculizar cualquier intento de gobierno de Andrés Manuel.
Pero en un México de caudillos, un movimiento sin cabeza no tiene ningún destino. Y el “empresariado” mexicano, los patrones, buscan un personaje que encabece un supuesto descontento social. En realidad, su objetivo es que regresen los beneficios a todos aquellos que se han visto afectados por la lucha contra la corrupción. Y su militante ejemplar debe tener tres características: ambicioso, fácilmente manipulable y carencia de escrúpulos. Felipe Calderón es ideal. Además, en el paquete se llevan la inmoralidad, el deshonor, la desvergüenza, la irresponsabilidad y la mentira.
Los poderes detrás de Felipe Calderón tratan de bloquear todo lo que el presidente Andrés Manuel trata de hacer. Para conseguirlo, aún conservan la maquinaria mediática, partidos políticos, jueces corrompidos, instituciones que siempre actuarán a su favor y, por supuesto, una cantidad inmensa de dinero, muchas veces obtenido de formas inmorales gracias a políticos como Felipe Calderón.
Bloquear el trabajo del presidente no es oposición política ni ideológica. Es sabotaje. Pero tratar de hundir a México en una crisis política y económica, es traición a la patria. No tiene otro nombre, y es lo que Felipe Calderón trata de encabezar. La manifestación de la Policía Federal, una de las instituciones más corrompidas del país, hizo evidente que los frentes para aniquilar la gobernabilidad serán extensos. Pero nos dejó claro, también, que las manos de distintos políticos están detrás de movimientos que nacieron muertos, porque su lucha no tiene un fundamento social real, sino está compuesta por elementos políticos corrompidos desde su origen. Y la cabeza calva de Felipe Calderón emergió entre los toletes y pistolas de la Policía Federal. El traidor no tiene habilidad para hacer política desde la oscuridad y fue descubierto. Por supuesto, y como lo hace siempre, eludió su responsabilidad.
Los eufemismos poco ayudan a la generación de un nuevo ambiente político. La palabra “opositor” no sirve para describir a Felipe Calderón. La oposición real la sostienen distintos movimientos sociales cuya legitimidad no tiene duda. Felipe Calderón, sus amigos en la política y los empresarios que lo respaldan económicamente, deben ser llamados traidores a la patria. No existe una definición más justa para quienes desean y fomentan, con todos los medios a su alcance, que el país se hunda y que con él se hundan todos los mexicanos para que ellos, nuevamente, obtengan el poder que les fue arrebatado en unas elecciones donde fueron aplastados. Buscar la ruina de los mexicanos es, con todas sus letras, sus acepciones y su carga histórica, traición a la patria.
Felipe Calderón es un traidor. Como tal se le debe juzgar. Y si no lo hace el Estado, que lo juzguen los mexicanos a los que trata de arruinar. En esta ocasión ya no tiene el poder para reprimirnos.
Jorge GArcia
Bastante excesivo el reportaje o lo que sea que sea esto, pero independientemente de esto, el tiempo le dio la razón...AMLO es un peligro para México.
Germán Bernardo
Más de 100,000 muertos, eso sí es excesivo.
Alan Lopez
Tu texto lo considero tendenciosos, hablas sobre un Fraude electoral, pero AMLO ahora es presidente, bien pudo hacer el recuento de los votos, pero no lo hizo, razones podrán existir muchas, pero acaso no sera que realmente perdió la elección, y hablas del ejercito en las calles, que AMLO legitimo y el mismo incumple la ley al tener un mando Militar, cuando se estableció uno civil, Para mi, AMLO, Calderón, EPN son las caras de la misma moneda, Políticos corruptos que solo quieren enriquecerse a costa de los impuestos, la diferencia es que unos tomas decisiones acertadas, otros no tanto, y tenemos a AMLO que toma decisiones a sus creencias y la cruda verdad pega, por eso tenemos este gobierno de cuarta, igual que el anterior, solo que es triste que ya no se pueda burlar uno de el.
Germán Bernardo
1. Tendencioso: por supuesto, es antiCalderón. 2. El IFE destruyó las boletas. AMLO ganó esa elección. 3. No me gusta la GN. Pero no hay nada ilegal en su conformación. 4. No han hallado corrupción en la vida de AMLO, como sí en las de los expresidentes. 5. Búrlate de AMLO. ¿Qué te lo impide? 6. Usa acentos.
Gustavo
Estas miope hablando de política...!! Estudia, lee, infórmate, pregunta, analiza..y después solo después opina..!
Konny Marty
Calderón siempre fue será un delincuente jamás ganó la presidencia de la robo en complicidad con los neoliberales apátridas, ningún ex delincuentes electorales llamados presidentes PRIANISTAS han trabajado para el ciudadano siempre su ambición y sus lujos y salir de jodidos eso es lo único que los los mexicanos recordaremos de estos ladrones, si los de la SCJN no fueran parte de la corrupción muchos traidores CORRUPTOS ya estuvieran encarcelados, lástima que México tan rico haya sido saqueado por y desgobernaran por miserables políticos traidores.