Los silenciosos conflictos jurídicos en Posgrado UNAM: el caso Rosa Isela
Las demandas jurídicas contra la UNAM suceden en silencio. Mucho más cuando éstas aparecen en el área de Posgrado. El prestigio de la Universidad Nacional nunca se ha visto opacado por escándalos judiciales, mucho menos entre la institución y un alumno que lleve hasta los juzgados un conflicto derivado de procedimientos académicos o administrativos. El poderoso equipo jurídico de la UNAM no permite que una pugna se convierta en un problema. Además, ¿quién se atreve a entablar un juicio contra la centenaria Universidad Nacional Autónoma de México? Contra lo que se pensaría, varios han tenido el atrevimiento.
Posgrado UNAM ha sido materia de conflictos administrativos por la delicadeza que conllevan sus procedimientos. El error de un alumno en los trámites significa, en el mejor de los casos, el retraso de la papelería; en el peor, el final de sus aspiraciones académicas. Pero cuando la institución tiene yerros sucede lo mismo y peor aún, porque la responsabilidad recae en un aparato inasible y el laberinto para encontrar soluciones podría no tener salida.
Rosa Isela Fabián García, por ejemplo, era alumna del Programa de Maestría en Enfermería. Quizá aún lo sea, porque interpuso una demanda de amparo contra su baja definitiva y obtuvo la resolución provisional de un Juez para que continuara sus estudios. No obstante, la reglamentación de los estudios de Posgrado UNAM tiene recovecos suficientes para ignorar resoluciones judiciales que no le sean favorables.
El caso Rosa Isela es apenas uno de varios. Pero esas son noticias que surgen de la oscuridad a cuentagotas. Los atrevidos a plantarse frente a los inmensos recursos jurídicos de la Universidad saben que pueden perderlo todo. Así, todo ocurre sin publicidad; con silencio y con temor. Perder un caso contra el Posgrado de la UNAM significa, quizá, perder unos años estudiantiles. Pero ganar un caso implica hasta abandonar la vida académica. Es una paradoja; es un “volado”, porque el estigma de alumno conflictivo no se quita con agua y jabón.
¿Quién enfrenta a la UNAM?
Los problemas que llevaron a la expulsión de Rosa Isela del Programa de Maestría en Enfermería son muy simples: los diferendos entre su tutora y una académica llevaron su investigación hacia un punto muerto del que no hubo recuperación. Ni el cambio de tutora ni las distintas evaluaciones le permitieron avanzar hacia la conclusión de los estudios de maestría. Al contrario, la llevaron hacia la expulsión del programa, su reincorporación y, más tarde, una nueva expulsión.
El fin de la estancia de Rosa Isela en el Posgrado de Enfermería sucedió al finalizar el tercer semestre bajo el argumento de que el proyecto presentado carecía de fundamentos académicos. Tres semestres después, la Maestría en Enfermería de la UNAM, los especialistas de su disciplina, se percatan que tienen entre sus alumnos a un elemento inviable.
Rosa Isela Fabián trató de llevar su caso mediante procedimientos habituales, pero su imagen ya estaba contaminada y la resolución dada. No había forma de que pudiera concluir sus estudios porque cometió el error de interpelar a las autoridades de la maestría. Las áreas de Posgrado de la Universidad Nacional son espacios cerrados a la protesta y pedir reivindicación o exigencia de derechos cuesta caro.
El reglamento fue aplicado a rajatabla contra la alumna Rosa Isela y se le dio de baja. Ella debió aceptar y asimilar la derrota, pero no fue así. Con ayuda de abogados, echó un vistazo al Reglamento General de Estudios de Posgrado de la UNAM y se percató de los huecos en su redacción y, sobre todo, las faltas en que incurrieron las autoridades. Con dolo o ignorancia, la Coordinación del Posgrado en Enfermería de la UNAM impidió la conclusión de los estudios de una de sus alumnas. Pero Rosa Isela y su familia decidieron acudir a instancias externas.
La alumna solicitó un amparo para evitar ser expulsada de la institución. Después de que el caso fue analizado por un juez, dice, a la letra: “otorgar la suspensión en el amparo contra la orden relativa, para no causar daños de difícil reparación al quejoso en su calidad de estudiante”. El juez determinó una orden provisional al posgrado para reincorporar a la demandante con el fin de que ésta concluya sus estudios. La institución, de algún modo, aceptó, pero como ya no hay a dónde reintegrarla porque el semestre finalizó y su tiempo en el Posgrado también, la expulsión continúa de facto. El Programa de Maestría en Enfermería de la UNAM, incumple, de esta forma, una disposición judicial federal y eso, en la República mexicana, es un delito. No hay espacio en las aulas para quejosos.
La UNAM, un asunto público
El caso Rosa Isela es significativo porque decidió hacerlo público. Su caso lo continuará en los juzgados porque en el Programa de Maestría en Enfermería esto ya está visto, juzgado y sentenciado desde hace tiempo. Entre los datos que ofrece Rosa hay varias omisiones a la reglamentación universitaria y la mención de reglas inexistentes –como “tutorales especiales” exigidos a la alumna–. Sin embargo, el comportamiento de las autoridades del Posgrado es inapelable porque su reglamento no protege al alumno, sino trata de evitar posibles daños contra su prestigio institucional.
No es poca cosa actuar contra la UNAM. En ese lance se corre el riesgo de truncar cualquier posibilidad académica. Los varios casos de denuncia y demanda que han ocurrido –o están por ocurrir– de alumnos contra la Universidad, deberían abrir las posibilidades de conocer a fondo las reglamentaciones que subliman o amputan el futuro de un profesional en formación. En el caso de Rosa Isela fue un enfrentamiento teórico entre dos académicas que no pudo ser solucionado de la misma manera: mediante la teoría académica. Lo que ocurrió después es la consecuencia de la presión ejercida por profesoras y autoridades contra una alumna hasta que consiguieron echarla.
La historia de la expulsión de Rosa Isela Fabián García empieza a correr en los medios de comunicación y en las redes sociales. Su enfrentamiento es contra una de las instituciones más importantes de México y las posibilidades de triunfo son un suspiro. Pero no le queda mucho qué perder en esta contienda contra el gigante, porque no está apostando solamente un par de años y un juicio legal, sino las aspiraciones a la superación profesional que todo estudiante tiene. Los argumentos legales comienzan entre las partes en conflicto, pero el Programa de Maestría en Enfermería de la UNAM empieza sin respetar las leyes federales de procedimientos administrativos ni a las órdenes de un Juez.
Es este un buen momento para los medios de comunicación que tienen interés en el funcionamiento de la Universidad Nacional Autónoma de México. Entre los múltiples señalamientos contra ella –como el derroche de recursos– también están, ahora, ante los ojos de la opinión pública, procesos contra algunos estudiantes que no cumplen con los lineamientos que, nadie sabe, si se aplican de forma limpia y regular.
La UNAM también está en observación. Son tiempos que exigen claridad.
Alberto
Es inaceptable el papel de "dioses" que se dan los pseudoacademicos su función principal es desarrollar las ciencias y difundir el conocimiento adquirido a costa del gasto público,ninguna institución pública o privada tiene el derecho de coartar o restringir el acceso a la educación y la divulgación del conocimiento bajo argumentos de tipo personal, los asesores son acompañantes en el camino del conocimiento y si no comprenden esto ni los doctorados sirven para nada
Maricela
Somos humanos y generamos conflicto en todos los ámbitos de nuestra vida. La UNAM tiene mecanismos internos para gestionar esos conflictos. Nada es perfecto. Pero intentar vulnerar la autonomía de la UNAM por casos aislados, me parece que no es correcto. Hay que sopesar que se pone en juego.