Trump contra México: siete claves para entender sus ataques
¿Quién sería el perdedor en una “guerra” arancelaria entre México y Estados Unidos? ¿Por qué Andrés Manuel López Obrador no tiene “mano firme” contra el mandatario estadounidense? ¿Cerrar las fronteras es una solución? Ningún camino será prudente si no pensamos en la interdependencia como llave maestra de la relación bilateral. Analizaremos siete claves que arrojan luz sobre las tensiones entre ambas naciones.
1. ¡Estados Unidos ha tenido Suficiente!: Donald Trump
Luego de meses de aparente tranquilidad en la relación México-Estados Unidos (EEUU), el pasado 30 de mayo el presidente Donald Trump lanzó una nueva amenaza contra nuestro país: mediante un hilo de Twitter el mandatario comunicó que, a partir del 10 de junio, impondrá aranceles a todos los productos mexicanos de manera escalonada: inicia con una tarifa de 5% que se incrementará hasta que los “problemas migratorios” se detengan.
Los tuits de Trump alertaron a los mercados internacionales y provocaron una caída de 3.33% del valor del peso frente al dólar, según el Banco de México. La mayor caída del peso en lo que va de la administración de Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
El gobierno mexicano envió una carta de respuesta al presidente Trump, al tiempo que comisionó al secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, y una comitiva integrada por Graciela Márquez (secretaria de Economía), Jesús Seade, (subsecretario para América del Norte), Lázaro Cárdenas (coordinador de Asesores de la Presidencia de la República), entre otros integrantes de la embajada en Washington, para buscar un acercamiento con el gobierno estadounidense.
2. Chiapas, la nueva frontera gringa
El 1 de junio, en respuesta a la carta enviada por AMLO, Donald Trump -vía Twitter- arremetió nuevamente contra los mexicanos. Insistió en la necesidad de cerrar completamente las fronteras como respuesta a la “crisis humanitaria” provocada, según él, por la migración hacia el país vecino del norte. En sus declaraciones, el presidente Trump acusó a México de ser un abusador, un país que no ha cumplido con sus obligaciones -refiriéndose al control de criminales, cárteles de la droga y traficantes de personas (coyotes)-. Denostó el ofrecimiento al diálogo del presidente mexicano y reiteró que las imposiciones arancelarias continuarán hasta que la migración se detenga.
La vaguedad en sus palabras ha dejado desconcertados a los analistas. ¿Qué es lo que quiere Trump? En entrevista para el canal CNN, Kevin McAleenan, secretario interino del Departamento de Seguridad Nacional estadounidense, dio algunas pistas. La vaguedad no es arbitraria, afirmó para luego sugerir que México debe implementar nuevas estrategias para reducir “significativamente” el flujo de migrantes hacia EEUU; según McAleenan, algunas de las acciones que podrían cumplir las demandas de Trump son: aumentar la vigilancia mexicana en la frontera con Guatemala, combatir al crimen organizado que opera el cruce fronterizo y ayudar a EEUU convirtiéndose en lugar de asilo para los migrantes centroamericanos.
3. ¿México es irresponsable?
Las acusaciones de irresponsabilidad en la materia emitidas por Trump son cuestionables ante el activo papel de México frente la crisis migratoria de Centroamérica. Desde la administración del presidente Barack Obama, México ha jugado un papel central en la gestión de demandas de asilo, en la vigilancia de su frontera sur, la atención y protección de los migrantes centroamericanos; además ante la ola de retornos provocada por la llegada de Trump, México optimizó sus mecanismos de atención a migrantes y repatriación a mexicanos, misma que no ha dejado de operar hasta el día de hoy.
Y, sin embargo, los esfuerzos son insuficientes ante un flujo migratorio que no cesa, sino que escala a niveles sin precedentes. De acuerdo con las declaraciones del 3 de junio en la conferencia morningera guiada por el canciller Marcelo Ebrard desde Washington, en lo que va de la administración morenista, México ha detenido a 80 mil 537 personas y las ha devuelto a sus países de origen; asimismo, indicó que se han detenido a más de 400 asociados con la trata de personas. Sin embargo, los esfuerzos serán imposibles si se suspenden también los fondos estadounidenses para la atención de la crisis migratoria.
Por su parte, la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, ha declarado en múltiples ocasiones que México construye los mecanismos pertinentes para atender a las caravanas migrantes, que nuestro país se convertirá en un lugar de asilo para los migrantes e -incluso- que será necesaria una refuncionalización del Instituto Nacional de Migración. Las acciones de esta Secretaría se articulan en la lógica del proyecto de nación de AMLO, que tiene entre sus grandes retos la pacificación del país, la reducción de las alarmantes cifras asociadas a la seguridad pública y el desmantelamiento de las redes del crimen organizado. Las profundas heridas de México puestas a merced del polémico Trump.
El otrora personaje de la farándula no busca precisión en sus acciones, busca verdades manipuladas para vendérselas a sus votantes. Omite que el fenómeno migratorio es regional, que requiere de corresponsabilidad y liderazgos estratégicos, al tiempo que desconoce los avances del gobierno mexicano para recobrar el control en la región centroamericana.
Y es que el pasado 20 de mayo, López y Ebrard recibieron la visita de la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Alicia Bárcena Ibarra y una comitiva de embajadores de El Salvador, Guatemala y Honduras. En dicho evento, los gobiernos centroamericanos firmaron el “Plan de Desarrollo Integral”, documento que agrupa las recomendaciones de la CEPAL para atender integralmente la crisis migratoria de la región.
Si bien es aún temprano para asegurar que la migración está bajo control, la firma de este compromiso inaugura una nueva época en Centroamérica, guiada por las observaciones de un organismo tan relevante para nuestro continente como la CEPAL. Asimismo, la firma es una clara muestra de la intención del gobierno mexicano por atender sus responsabilidades regionales, proteger su seguridad nacional y responder a las demandas, no solamente de Trump y los estadounidenses, sino de los propios mexicanos y los centroamericanos.
Esto último debe hacernos reflexionar: si no hay razones para dudar del compromiso de México con la resolución de la crisis centroamericana, ¿por qué la amenaza? ¿Por qué Trump declara a nuestro país una “guerra arancelaria”, de orden económico, por “no atender” demandas de corte político y social? ¿Por qué insiste en revolver peras con manzanas? Para entenderlo, es necesario analizar brevemente la política interna estadounidense.
4. Trump hacia la reeleción
Tras la publicación del informe del fiscal especial Robert Mueller sobre la posible injerencia rusa en las elecciones de 2016, el fantasma del juicio para destituir a Trump recorrió nuevamente la opinión pública estadounidense. En los medios gringos se habla de un informe no concluyente, en el que Mueller argumenta que es imposible saber si Rusia interfirió a favor de Trump, pero insiste en que el presidente intentó frenar la investigación en múltiples ocasiones.
El informe ha sido usado por ambos fuegos de cara a las elecciones primarias del año entrante: Trump lo utiliza para dar por terminadas las acusaciones en su contra; mientras que en el Partido Demócrata se intensificaron los debates sobre la pertinencia de iniciar un juicio de destitución (impeachment) y aumenta la lista de candidatos demócratas que desean enfrentarse al republicano en las elecciones. A la fecha se registran veinte nombres.
Observemos, entonces, que el también empresario tiene los ojos puestos en la reelección de 2020. La posibilidad de cuatro años más con Trump depende completamente del éxito de su lema de campaña: Make America Great Again (MAGA). Este proyecto, basado en el populismo dirigido a clases medias trabajadoras, blancas, anglosajonas-protestantes (WASP por sus siglas en inglés) de corte neoconservador, descansa completamente en la promesa de volver a la denominada “época de oro” del capitalismo estadounidense: con pleno empleo y espíritu de realización y ascensión social.
El proyecto MAGA representa el nacionalismo, la intolerancia y el resentimiento social de los trabajadores estadounidenses desplazados e ignorados por las políticas neoliberales del propio EEUU. El proyecto MAGA descansa sí, en el rechazo a la migración, pero sobre todo, en la promesa de que el trabajo volverá a las manos de los blancos. ¿Por qué atacar problemas migratorios si con medidas económicas contra México se resuelve el problema?
5. ¡Es la economía, estúpido!
Cuando allá, por 1992, el joven demócrata Bill Clinton buscaba arrebatarle el poder al experimentado republicano George Bush, el lema: “it’s the economy stupid!” (es la economía, estúpido), atribuido al estratega electoral James Carvaille, se convirtió en una especie de chiste local y una entera representación del liberalismo comercial de Clinton. Tal parece que el expresidente dejó colgado el letrero en la Casa Blanca y que Trump, empresario por excelencia, lo entiende muy bien.
La lógica detrás de los aranceles del 10 de junio próximo es la misma lógica que motivó la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 2017 y 2018: romper la integración regional de México, Estados Unidos y Canadá y buscar reincorporar la industria nacional, especialmente la automotriz, para “devolver” los empleos perdidos.
De otro modo, parece irracional que Trump quiera aislarse y destrozar la gran infraestructura comercial que el imperio estadounidense ha creado en los últimos treinta años. Las voces críticas no se han hecho esperar, expertos advierten que, al igual que con las medidas tomadas contra China, una política basada en el control arancelario implica graves costos para los consumidores estadounidenses. Poco importan las palabras para quien solamente busca la aprobación de sus votantes.
Para Trump, la industria nacional o el desarrollo económico son poco relevantes. Para él, los aranceles son fichas de cambio en distintos juegos políticos. En este caso, EEUU castiga a México y vulnera sus ventajas comerciales (ser miembro de una región económica privilegiada), al tiempo que amenaza y parece un líder fuerte compensando que aún no puede construir un muro físico con los recursos de su país.
El ultimátum arancelario es el corolario de las recientes tensiones entre los negociadores mexicanos del sector agrícola (tomateros, algodoneros productores de hortalizas y aguacate) y el sector industrial (acereros), quienes han sido acusados de competencia desleal (dumping) y sancionados con aranceles específicos desde inicios de este año. En paralelo, el anuncio agrava los problemas en la ratificación del nuevo acuerdo comercial regional llamado Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), estancada en el Congreso estadounidense.
Resulta muy claro que la confusión -peras por manzanas, aranceles por migrantes- oculta la verdadera agenda del mandatario: asegurar una promesa de pleno empleo de cara a 2020 para sus votantes. ¿Es este el camino correcto? En realidad, la apuesta de Trump es alta pues en el caso de nuestro país, existe un factor clave de la relación que puede dañar gravemente a ambas economías si una “guerra” arancelaria se desata: la interdependencia.
6. Trump-xit
Más que una palabra repetida hasta el cansancio desde los noventa, la interdependencia es el resultado de la integración económica. No debería sorprendernos que Trump haya visitado a la Primer Ministro Theresa May en pasados días, quizá buscando entender las consecuencias del Brexit en Gran Bretaña (GB). Trump sabe que -en una proporción menor- entre México, Estados Unidos y Canadá existen nexos económicos, institucionales y políticos a partir de la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) similares a los de GB y la Unión Europea (UE).
La interdependencia regional es un efecto de las ventajas comparativas, que, en términos muy simples, implican que cada Estado “renuncia” a fabricar equis o ye producto en su país y opta por importarlo de otro, con el que tiene convenios preferenciales. Pero el asunto no es tan fácil como los ejemplos de Adam Smith y David Ricardo -padres del liberalismo-, donde los países cambiaban pañuelos por botellas de vino, hablamos de bienes complejos, que requieren de distintas partes para convertirse en lo que son. En el diseño, la interdependencia es asociada con la complementariedad económica, es decir, el encadenamiento de industrias de distintos niveles para la creación de productos más elaborados.
El caso por excelencia para entender este fenómeno en la relación bilateral es la industria automotriz -objetivo clave para Trump-. El interés no es gratuito, pues tan sólo en este año la industria automotriz generó para México 49 mil 406 millones de dólares, según la Organización Mundial de Comercio, cifra que le posiciona en el cuarto lugar de producción planetaria, precedido por Alemania, Japón y Estados Unidos.
La integración regional automotriz tiene casi treinta años de existencia. Una gran cantidad de ensambladoras de autos en el centro y el norte del país, que pertenecen a trasnacionales con capitales de Japón, Estados Unidos y Alemania- aprovechan las condiciones de México (principalmente la mano de obra barata y la ubicación regional) para crear vehículos de precio competitivo y venderlos en el mercado más grande del mundo: el estadounidense.
Sin embargo, debemos tener claro que el eslabonamiento productivo no implica solamente “armar partes”, o “hacer maquila” sino crear una red de producción de todos y cada uno de los elementos necesarios para diseñar, construir y vender un automóvil, desde la tuerca más pequeña, pasando por el software de navegación más sofisticado o el diseño de esquemas de venta en los mercados más competitivos. Esta red se crea y distribuye estratégicamente en ambos lados de la frontera, su integración requiere de largo tiempo y echarla en reversa implica jugar con los capitales privados de todas partes del mundo.
No restemos importancia al efecto de la interdependencia en otros sectores altamente vulnerables ante esta posible ola arancelaria: hablemos de la escasez de aguacates o jitomates, sus efectos negativos para los agro-productores en México y el sector restaurantero de EEUU, hablemos de nuestra dependencia al puerco y al maíz gringos y la crisis de seguridad alimentaria que implicaría no tener tortillas, frente a las pérdidas de los granjeros estadounidenses.
Hablemos de la posibilidad de una crisis energética para México (importación de gasolinas, gas y electricidad), del aumento de los costos en medicamentos y equipo médico para EEUU (que adquieren de las plantas instaladas en Baja California Norte) o de la crisis laboral que tendrían los vecinos del norte si amanecieran un día sin mexicanos, al más puro estilo de la distopía de Sergio Arau.
7. “Estados Unidos Primero es una falacia”: AMLO
En su carta a Trump, López Obrador -plenamente consciente de las implicaciones de esta desarticulación económica- cuestiona el “abrupto” cambio en el estilo económico y político. Mediante la historia, le recuerda al también estrella de televisión que la amistad ha sido el único camino posible para nuestras naciones y asume nuevamente una postura que apela a la conciliación.
En este sentido, pocos cambios pueden implementarse respecto a la pasada administración. Tal parece que el peso de la historia contiene también a AMLO, quien suscribe la posición clásica de México: un interlocutor cauto, que recuerda a su vecino que, si uno cae, el otro caerá también.
En paralelo, en la carta de AMLO se observa una sutil pero consistente insinuación hacia la única vía de escape de México en esquemas de interdependencia: realizar cambios estructurales en su modelo de crecimiento económico y emprender la tan anhelada diversificación comercial de los mercados. Dos propuestas que han estado en el tintero de más de un presidente y que esperan ser incorporadas a los ambiciosos proyectos de la Cuarta Transformación.
Es claro ante nuestros ojos que el momentum nacionalista es retórica de manual, muletilla de uso y abuso en el discurso político; pero el retorno a las economías cerradas no es tan simple en la realidad económica. Frente a la demagogia y las “estrategias de negociación” que apuestan por la ruptura está el riesgo de alterar la interdependencia: mover una ficha de dominó y cambiarlo todo.