Operación Noticia: Así mataron a Manuel Buendía
Esa noche al salir de su oficina, en el cruce de Insurgentes y Reforma, Manuel Buendía se disponía a cruzar la calle para abordar su automóvil, el cual dejaba en el estacionamiento de enfrente. A medio camino, un tirador sorpresivo cegó su vida con cinco disparos por la espalda.
Manuel Buendía Tellezgirón nació el 24 de mayo de 1926 en Zitácuaro, Michoacán. A sus diecisiete años se trasladó a la Ciudad de México para realizar los estudios de preparatoria en el Instituto Patria. Cinco años más tarde, descubrió su camino en el oficio periodístico como resultado de su fracaso en la Escuela Libre de Derecho, institución que abandonó en 1948 para dedicarse a dar sus primeros pasos en la carrera reporteril, de la mano de la revista La Nación, una publicación del Partido Acción Nacional (PAN).
En 1953, ya como reportero de guardia en el periódico La Prensa, se dedicó a cubrir distintas fuentes, tales como la Policiaca, Gobernación y Relaciones Exteriores. Sus primeros trabajos en este semanario, habrían de ir delineando lo que posteriormente Buendía cultivó en sus artículos y columnas. Siete años más tarde, en enero de 1960 ocupó la dirección del periódico, desde donde demostró su eficacia para generar periodismo de calidad gracias al buen manejo de sus recursos, (tanto humanos como técnicos). Permaneció en la dirección de La Prensa hasta 1963. Un año después, asumió la titularidad del semanario Crucero, editado por el periódico El Día, desde donde comenzó a publicar sus columnas: Para Control de Usted y Concierto Dominical. Al frente del timón de Crucero estuvo sólo un año.
La eficacia de Buendía no se circunscribía únicamente al terreno de la prensa escrita; entre 1965 y 1976, se ocupó de trabajar en diferentes instancias gubernamentales de comunicación social: en 1965, como asesor de prensa en la Comisión Federal de Electricidad (CFE), seis años después, como titular de la Dirección de Prensa y Relaciones Públicas, del entonces Departamento del Distrito Federal (DDF), tres años más tarde, como asesor de prensa en la Nacional Financiera, y desde el 20 de agosto de 1973, Director de Prensa y Relaciones Públicas del Consejo Nacional para la Ciencia y Tecnología (CONACYT).
Desde 1952, Buendía Tellezgirón abrazó el ejercicio docente en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, impartiendo la materia de redacción periodística. Poco más de dos décadas después, las asignaturas de oficinas de prensa, y redacción, pero esta vez, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Dicho ejercicio lo practicó hasta sus últimos días de vida.
El rigor en la búsqueda de información, sumado a la constancia para rastrear, concatenar, y narrar de forma puntual acontecimientos poco atendidos, son los elementos constitutivos en la obra de Manuel Buendía. Todo ello aportó en cada una de sus líneas, ese estilo peculiar que conjuga detalle, análisis, revelación y humor. Mismos que hicieron posible conocer del Opus Dei, los Tecos, la presencia de agentes de la CIA (Agencia Central de Inteligencia) en el país, el narcotráfico y la corrupción de los jeques petroleros. Todos y cada uno de estos temas forjaron al columnista más influyente de México.
Red privada, la columna más leída del país
Los orígenes de Red Privada (su columna más emblemática) se remontan a 1958, tiempo en que se publicaba los domingos en La Prensa. No obstante, el despegue de su carrera como autor consagrado, sucedió hasta que dedicó su tiempo completo al columnismo, en 1976 tras su renuncia a la dirección de prensa y relaciones públicas del CONACYT. Red Privada, se publicó en los principales medios impresos del país: El Día, El Universal, y Excélsior, además de la mayoría de diarios foráneos, gracias a la distribución que realizaba la Agencia Mexicana de Información, para difundir su análisis al interior de la república. Esto último, favoreció el blindaje de Buendía, frente a la censura que pudiese intentar alguna casa editorial donde colaboraba.
Denunciar los atropellos del poder para con la sociedad, son el fondo que alimentó el quehacer periodístico de Buendía. No hay ni un solo artículo, en el que no muestre su deber de encarar cualquier tipo de anomalía, secrecía o escándalo. Su cercanía con figuras y grupos de poder no lo alejaron en ningún momento de su compromiso social. Es bien sabido, que a sus reuniones en el Ateneo de Angangueo (acompañado de figuras de la talla de Carlos Monsiváis y Elena Poniatowska) acudían personajes clave de la política nacional para enfrentar la dureza y severidad de Manuel para cuestionar e incomodar.
Al igual que la curiosa analogía entre el cuentista y novelista, es muy difícil encontrar al buen periodista que no sea escritor. Buendía no es la excepción. Los diferentes títulos que publicó bajo el sello de la editorial Océano; Red Privada (1981), La CIA en México (1983), La Ultraderecha en México (1984), Los Petroleros (1984), entre muchos más, pasaron a la posteridad como un referente para conocer el prolífico arte del periodismo de investigación y la escritura.
El asesinato de Buendía
El homicidio de Buendía Tellezgirón, bautizado por Miguel Angel Granados Chapa como: el primer asesinato de la narcopolítica en México, inauguró el ascenso de los crímenes políticos a partir de los años 80s, cargados de un fuerte halo de impunidad y contubernio con todo tipo de intereses. Los autores intelectuales de su muerte, por varios años fueron un enigma, que amparados en el poder gubernamental intentaron ocultarse. El supuesto asesino material, un agente de la otrora temida Dirección Federal de Seguridad (DFS), Rafael Moro Ávila (nieto de Maximino Ávila Camacho).
Ese mismo agente, llevaría a conocer que el “asesino intelectual” había sido el director de la institución a la que perteneció: José Zorrilla Pérez. Tras la muerte de Buendía, la DFS fue disuelta, y a Zorrilla se le sentenció a 35 años de prisión. No obstante, sabemos que este tipo de casos no se urden y ejecutan desde la mente de una persona. No en México. Es así como a Manuel Bartlett Díaz (actualmente director de la Comisión Federal de Electricidad) se le acusa de haber participado en la conjura para el asesinato de Buendía, del mismo modo que al general Juan Arévalo Gardoqui, ambos fungían como altos funcionarios del gobierno federal al momento del asesinato, el primero ocupaba la titularidad de la Secretaría de Gobernación (SEGOB) , mientras que el segundo era Secretario de la Defensa Nacional (SEDENA).
A las 18:30 horas del miércoles 30 de mayo de 1984, las balas de una browning nueve milímetros, acabaron con la existencia de Manuel Buendía, abatido, frente a las instalaciones de su Mexican Inteligence Agency (MIA), no solamente murió un gran comunicador, también murió la esperanza de ejercer el periodismo de forma abierta, plural y libre de sangre.
José Luis Carranza Rangel
Recuerdo con tristeza el Homicidio del Periodista Manuel Buendía. Los autores intelectuales de ese crimen nunca fueron castigados!!!!