Hay Germanes Martínez Cázares que apestan… ojalá no resuciten
“Hay conceptos políticos repugnantes y difuntos que apestan”, publicó Germán Martínez Cázares el 4 de agosto del 2014. Nunca pensó que, en el futuro, su propia frase serviría para describir su efigie.
El artículo nombrado “Cárdenas ha muerto”, que escribió en el diario Reforma, era celebratorio. Feliz, inundado de alegría, festinaba la reforma energética de Enrique Peña Nieto que cedía el patrimonio nacional a empresas privadas. Pero, sobre todo, celebraba la muerte del símbolo que ha sido el General Lázaro Cárdenas para México: “la reforma energética ‘lo mató’; y ojalá, su obra, jamás resucite”, sentenciaba.
Germán Martínez Cázares sabía bien de qué se trataba la “reforma” energética. Durante años, formó parte de la planeación que desde el Partido Acción Nacional (PAN) se tramaba para asestar esa puñalada a la economía mexicana. Conocía bien los intereses de las grandes empresas para apoderarse de los recursos energéticos del país en detrimento de los mexicanos. Aun así, siempre estuvo de acuerdo en destruir las empresas del Estado para rematarlas ante cualquier postor. Siempre formó parte del grupo que traicionó, en repetidas ocasiones, a los mexicanos.
“El PAN le dio una victoria al futuro y a la modernización”, escribió emocionado. Años después, los mexicanos sufren las violentas consecuencias de un acto planeado, de un robo multimillonario ejecutado por los mismos políticos de siempre, por los aliados siniestros: Partido Revolucionario Institucional (PRI) y Partido Acción Nacional. La traición a la patria agradaba tanto a Martínez Cázares, que redactaba erotizado: “En muchas ocasiones Cárdenas mostró desprecio por la propiedad privada, y en sus discursos oficiales se escuchó ‘la socialización de medios de producción’ y ‘la progresiva nacionalización de la industria’. Esa cantaleta la enterró la reforma energética”.
Germán Martínez Cázares apoyó el fraude electoral del 2006, cuando Felipe Calderón Hinojosa –en mala hora para México– se robó las elecciones con el apoyo del Instituto Federal Electoral (IFE) y los magnates del país. Un año antes, Martínez Cázares vociferaba “vamos a chingar al Peje”, en el proceso de desafuero contra Andrés Manuel López Obrador. Esto, según dichos de Manuel Espino –otro tétrico político panista–.
En el proceso del fraude electoral, los cables de Wikileaks que salieron posteriormente, atribuían a Germán Martínez Cázares las frases “obtener votos donde sea posible” y “aliarse hasta con el diablo”. Existía una obsesión por vencer a un Andrés Manuel López Obrador que se notaba inalcanzable en la preferencia del voto. Con la ayuda de medios de comunicación, dinero de los empresarios, de sindicatos –quizá hasta de la delincuencia organizada– y de instituciones corrompidas, fue como lograron conseguir un poder presidencial que utilizaron para enriquecerse y envilecer, aún más, al Estado mexicano. Esos son los escrúpulos de alguien que representaba las moralidades de un sector social podrido, pero que escondía su hedor detrás de perfumes caros y trajes italianos.
Durante las multitudinarias manifestaciones contra el evidente fraude electoral, Martínez Cázares acusaba a Andrés Manuel de la violencia contra las oficinas del IFE en el país. En ese momento, AMLO buscaba contener la violencia latente que hubiera terminado en sangrientos episodios históricos. Pero los panistas, como Germán Martínez, no dejaban de azuzar en los medios televisivos para que la sangre comenzara a correr. La gente, enardecida, sólo esperaba la señal del líder, pero esa nunca llegó. Y millones de mexicanos se tragaron el coraje del robo y la afrenta contra la dignidad. Sin embargo, ese llanto por la humillación alguien lo celebró: Germán Martínez Cázares.
Enrique Peña Nieto ha sido el presidente más corrupto en la historia nacional. Pero no hay presidente más nocivo para el país que Felipe Calderón. En su sexenio comenzó el descenso libre hacia el profundo agujero en que nos hallamos ahora. Entre su gente cercana, es decir, aquellos inútiles que sólo agraviaron las finanzas públicas y llenaron de tumbas a México, estaba, por supuesto, el abogado Germán Martínez Cázares. El mismo Calderón lo llevó hacia la presidencia de su partido y ni siquiera eso supo conservar. Su paso por la administración pública ha sido irrelevante y sus logros en cargos políticos han sido nulos. Loser, le llamaría cualquier millenial.
Durante su presidencia en el Partido Acción Nacional, fue privilegiado observador de las alianzas políticas entre el PRI, su partido y las otras organizaciones políticas que venden sus votos en las Cámaras. Así, pasó por alto las investigaciones de Atenco y Oaxaca; no miró hacia Mario Marín o Ulises Ruiz, uno pederasta, el otro, asesino; jamás volteó a ver los millonarios robos del expresidente Vicente Fox y mucho menos lo que sucedía en los estados. Se comportó, hasta el final, como un auténtico panista.
Luego, se fue del PAN. Ya no le gustó. Ya no le gustaron sus compañeritos, quizá porque demostraban aun menos escrúpulos que él. Y se retiró de la política hasta que le llegó la noticia, la sorprendente noticia, de que Andrés Manuel López Obrador –o alguien de su equipo–, estaba interesado en que fuera el Fiscal General de la República después del asegurado triunfo de Morena en las elecciones del 2018. Y aceptó sumarse al hombre que tanto detestaba, al que le robaron la presidencia él y sus amigos, al que quiso desaforar y meter a la cárcel, al que siempre habla de Lázaro Cárdenas como un prócer.
Pero dijo que sí. Y se sumó a Morena. Así, un día apareció en un programa posterior a un debate electoral donde Andrés Manuel, como siempre, arrasaba. El representante de “El bronco” llegó tarde; Cázares hablaría en nombre de AMLO; para el expanista era su primera aparición como partidario de Andrés. Empezó la discusión sobre el ganador y, en un momento, el agente del Bronco le espetó, burlón: “¿por qué tiemblas?” Y Germán Martínez Cázares no podía sostener el vaso de agua. La crisis mental aparecía: ¿qué hacía ahí, defendiendo al enemigo? ¿Qué iba a decir, si nunca había saludado de mano a los mugrosos que representaba Andrés Manuel? ¿Y si le preguntaban de la reforma energética? ¿Valía la pena la humillación por un puesto político? ¿De verdad era muy bueno el cargo?
Duró cinco meses en el cargo. Era Director General del Instituto Mexicano del Seguro Social. Renunció con una carta donde demuestra su capacidad… retórica. Diez cuartillas le sirvieron para enseñar que no es capaz de hacer política y menos que puede trabajar en un sitio con carencias. En este gobierno, o salen adelante todos o todos caen. Les llegará el éxito o la derrota en grupo, porque la 4T está conformada por partidarios de Andrés Manuel, gente que ha recorrido con él su largo camino hacia el poder. Pero Germán Martínez no es de ellos. Nadie se convierte de pronto. Nadie que haya despreciado durante décadas a los mexicanos puede trabajar en su bienestar. Ha sido beneficiario del dinero mal habido, ha empobrecido a millones de mexicanos, es cómplice de miles de muertos y, después de apuñalar al país con la reforma energética, bailó sobre la tumba de la expropiación petrolera. Germán Martínez Cázares apesta más que el cadáver de Lázaro Cárdenas.
Nadie va a extrañarlo. Es parte de la infección que está matando a México. A nadie le extrañaría que volviera a los brazos de Felipe Calderón y Margarita Zavala. Es panista y lo será siempre. Pero él no es la única muestra infecciosa: Morena, el partido de Andrés Manuel, escurre pus. Sólo basta un ligero apretón y emerge la secreción, asoman los diputados asesinos y corruptos, aparecen los más sucios experredistas, priistas de corazón, panistas irredentos, ladrones de toda la vida. Si no hay depuración, no habrá revolución.
“Hay conceptos políticos repugnantes, y difuntos que apestan”, escribió Germán Martínez Cázares. Y es cierto. Él es uno de ellos.
Despidámosle con el mismo amor que siente por los mexicanos.
Arístides dolores garcia
Me preguntó y porqué se le dió la dirección del IMSS; será que AMLO empieza a chochear; siento mucho coraje al ver y saber esto que está sucediendo; yo trabajé mucho en las campañas ayer por el PRD (AMLO presidente de éste) hoy con morena y AMLO presidente de la república, nosotros seguimos igual.