Los antivacunas, epidemia del siglo XXI
Marco Antonio Galicia
En Italia, la vacunación del sarampión disminuyó a menos del 85 % en porcentaje de la población en el 2017, gracias a eso una epidemia de sarampión se desató a finales del 2018.
Si bien Italia no es el único país que ha tenido problemas con el sarampión, otros países como Ucrania que están entre los más pobres de la Unión Europea, también tienen problemas, el caso italiano es paradigmático, sobre todo porque es un país que se considera como uno de los principales motores económicos de la Unión Europea y donde el nivel de vida es alto en general.
Aunque la disminución de las vacunas es un fenómeno de largo plazo, ha tenido un nuevo auge, coincidente con la llegada de un gobierno de derecha populista en Italia. Seamos claros, el Movimiento 5 Estrellas (M5S) encabezado por el actor, comediante, activista y político Beppe Grillo no es el culpable absoluto de esta crisis sanitaria, pero sí ha puesto de su parte. Solo basta con recordar la elección, en junio de 2018, de la ministra de salud Giulia Grillo, a quien se le ha relacionado con el movimiento antivacunas. Si bien, la ministra Grillo no tiene parentesco directo con Beppe, sí ostenta una cercanía ideológica: ha sido miembro del M5S desde sus inicios, ocupando eurodiputaciones a causa del citado movimiento. Giulia Grillo ha sido acusada por su ambigüedad frente a las políticas de vacunación, hecho que evidencia la adhesión a este fenómeno por causas meramente electorales.
Pero ¿Qué tiene que ver el movimiento antivacunas con la política? Como tema de salud pública debería ocupar un lugar prominente en la agenda, además de que su auge es indicador de una forma de hacer política guiada por la superstición. El diálogo con argumentos se sustituye por la política del espectáculo y la compasión se sustituye con la política del odio. No solo eso, sino que se privilegian la ausencia de expertos, estudios, pruebas e informes a la población; a cambio de decisiones tomadas por el plebiscito o la aclamación popular clientelar.
Se trata de la demagogia, categoría usualmente asociada con cierto tipo de populismo, sobre la cual el griego Aristófanes escribió ampliamente en sus comedias. Se trata de los aduladores del pueblo. De la degeneración de una forma de democracia, de la opinión del pueblo, convertida en masa, que se vuelve -al final- contra el mismo pueblo.
Regresemos al caso italiano, recordemos la llegada al poder de la coalición del M5S con el movimiento de derecha “Liga Norte” en 2018. Bajo el liderazgo del presidente del Consejo de Ministros Giuseppe Conte, figuras tan polémicas como la del vicepresidente y ministro del Interior Matteo Salvini (integrante de la Liga conocido por su cercanía al ex asesor de Donald Trump, Steve Bannon) o Luigi di Maio, vicepresidente de la Cámara de Diputados y sucesor directo de Beppe Grillo en el M5S encabezan un gobierno que justifica la discriminación y el racismo.
Y es que no son pocos los simpatizantes de la derecha italiana que culpan a los inmigrantes de muchos de los problemas sociales de su país, entre ellos el resurgimiento del sarampión y otras enfermedades. En un esquema de política basado en la división, la estrategia es vieja, pero funcional: se trata de inventar un enemigo.
Esta vía política nubla la visión. Tienen como lugar común la desconfianza hacia absolutamente todas las instituciones: inicia por la desconfianza en las grandes farmacéuticas y los hospitales, a quienes acusan de corrupción, colándose poco a poco hacia la política y deriva en las dudas y sospechas hacia la ciencia.
La desconfianza nutre a la demagogia y encumbra a aquellos (usualmente varones, blancos, heterosexuales) que se declaran “más pueblo que nadie”, esos que dicen hablar en nombre del trabajador o del ciudadano común y que dicen no tener partido y odiar a los políticos.
Tal parece que estamos ante otra epidemia: una ideológica. En este lado del atlántico el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha hecho declaraciones en las que menciona que las vacunas están vinculadas al autismo. Trump afirma sin pruebas, pese a los múltiples estudios científicos que demuestran que no existe relación alguna entre uno y otro; incluso pese a las contradicciones de su propio gabinete. El resultado es un nuevo auge en el movimiento antivacunas estadounidense, que han derivado en varios brotes de sarampión, una enfermedad que había sido declarada erradicada hace diecinueve años en Estados Unidos.
Las señales son claras: los movimientos antivacunas son una potencial amenaza global. Ya en enero de 2019, la Organización Mundial para la Salud incluyó en su plan quinquenal de trabajo a la “Renuencia a la Vacunación” como un tema a atender en este año, junto con fenómenos como las condiciones precarias de salud, el combate al ébola, la obesidad o el VIH. A ese punto ha llegado algo que parecía empezar como un juego. Y si las amenazas parecen lejanas, conviene recordar que los estados fronterizos de California, Arizona y Texas se encuentran en las listas con casos de sarampión, con corte a abril de este año.
En un mundo donde las ideas y los virus no conocen fronteras; la razón, la ciencia y la buena implementación de políticas públicas de vacunación son cruciales. Habrá que estar muy atentos de la aplicación de esquemas de vacunación en México y del debido actuar de las autoridades mexicanas frente a un mundo que requiere de menos demagogia; por el contrario, más y mejor ciencia.
Mario Romero
Me gustaría publicar un artículo en su Blog, es posible?
Germán Bernardo
Sí es posible. Por favor, escríbenos a revistaconsideraciones@gmail.com; o ponte en contacto también por Facebook: Revista Consideraciones; o a nuestro Twitter: @consideratum. En cualquiera de esta plataformas podremos ponernos de acuerdo para su publicación. Gracias por leernos. Hasta pronto.