Los miserables: la indecencia detrás de #RenunciaAMLO

@unogermango

Los detractores de Andrés Manuel son muy eficaces para volverlo popular. Cada vez que han tratado de arruinarle algo en los últimos dos años, ocurre lo contrario. Debe ser difícil intentar ser “oposición” sin ideas, planes o trayectoria de lucha. Lo único que tienen es la promoción del odio para obtener migajas políticas. Son los causantes del deterioro nacional y aún con todo el desprestigio encima, quieren imponerse en el gobierno porque eso implica dinero y poder; nada les importa el país y su gente. Son miserables. Y cada una de sus acciones lo demuestra.

La tragedia de Minatitlán

Veracruz, completo, es un estado ensangrentado por “la guerra contra el narcotráfico”. Igual sucede con Guerrero, Tamaulipas, Chihuahua, Baja California, Michoacán, Guanajuato, Hidalgo, Estado de México, San Luis Potosí, Morelos, Yucatán y, en casi igual medida, los estados restantes de la República Mexicana. Es innegable. México vive el peor momento de su historia porque Felipe Calderón diseño una falsa guerra contra la criminalidad.

La familia a la que asesinaron en Minatitlán, Veracruz, el sábado 21 de abril, es la cúspide de una brutalidad que con frecuencia se rebasa. Los asesinos llegaron hasta un salón de fiestas y dispararon. Mataron a 14 personas, incluido un pequeño. Es la última masacre que sacude a México. Ocurren a diario, pero ésta tuvo la espantosa muerte de un bebé y eso la puso en el centro de la atención mediática.

Nadie puede negar que vivimos en la tragedia. Nadie puede negar que urge una solución. El crimen de Minatitlán nos recuerda que la 4ª Transformación ofrecida por López Obrador es una endeble burbuja que hemos construido para proteger la poca esperanza que nos queda como sociedad. Lo sabemos, y por ello optamos por aceptar a la 4T como el inicio de la reconstrucción del país. Aún no sabemos si funcionará porque el trabajo acaba de comenzar.

Andrés Manuel, dicen sus odiadores, se siente un mesías, sin embargo, ellos son los únicos que le exigen milagros. Lo sucedido en Minatitlán es su culpa, vociferan: a cuatro meses de haber tomado el control de un país en pedazos, lo culpan de la masacre, y piden, con gritos y manotazos, su cabeza.

La “renuncia” de AMLO

Podría jurar que el día de la tragedia se frotaron las manos, felices. Podría asegurar que antes de tuitear contra Andrés Manuel, se carcajearon. Sus detractores políticos sintieron que con la tragedia de Minatitlán por fin podrían amarrar una pequeña y miserable victoria en las redes sociales al acusarlo de complicidad y corrupción. Y comenzaron a pedirle su renuncia.

En pocas horas la tendencia se volvió internacional. Nada novedoso, porque es sabido y comprobado que los hashtags contra AMLO son organizados desde granjas de bots. Al mismo tiempo, crecían tendencias de apoyo al presidente. En fin. Cotidianidades. La tendencia duró dos días y ese fue su gran logro, pero también su infortunio, porque sólo consiguieron que repuntara, nuevamente, el apoyo hacia Andrés Manuel.

En esta historia hay dos sucesos muy indignantes: el ataque contra la familia de Minatitlán, por supuesto, y la miseria de quienes aprovecharon la tragedia para tratar de golpear políticamente al presidente. La organización del golpeteo provino de los mismos de siempre, de los que arruinaron el país, de los que se robaron dos veces la presidencia, de los culpables de tanta sangre y tanto miedo. Su hipocresía indigna tanto que hasta arrojarles improperios ha perdido sentido. La palabra cinismo ya no representa nada para gentuza con la ausencia total de escrúpulos.

Sus acompañantes, el coro despreciable que impulsó el hashtag, es un grupo de promotores del odio hacia las clases sociales humildes y hacia la histórica resistencia social contra los gobiernos. Algunos son auténticos y su odio es genuino contra lo que sea que represente Andrés Manuel; otros están muy enojados porque con la llegada de éste a la presidencia se fueron sus negocios turbios, les eliminaron canonjías en sus trabajos, o simplemente están confundidos; algunos más, en menor número y tristemente pocos, exigen con argumentos reales y fundamentados que el presidente y los gobiernos ofrezcan resultados sociales benéficos. Las voces de estos últimos, sus exigencias, son las únicas que vale la pena escuchar.

Pero quienes pedían la renuncia de Andrés Manuel eran los políticos y los “periodistas” que encaminaron a México hacia la desgracia. ¿Cinismo? ¿Indecencia? Insisto en que se agotan las palabras.

Los miserables de la política y el periodismo

Existe, por supuesto, el periodismo responsable. A diario se leen y escuchan críticas precisas alrededor de los yerros de AMLO y los gobernantes. Así como señalaron errores en el pasado, ofrecen ahora su criterio y sempiterna credibilidad en medio de un gremio corrompido por el poder. Asimismo, hay cientos de organizaciones en busca de justicia. Tienen años recorriendo el país buscando a sus familiares y no son siquiera escuchados por las autoridades. Entre ambos, periodistas y activistas, han tratado de hacer visible el gigantesco problema que trajo la guerra de Felipe Calderón. Ellos han señalado la tragedia durante mucho tiempo. Sus investigaciones y reclamos inspiran respeto. No así, las exigencias de los miserables que aprovechan las tragedias para lucrar con ellas.

El Partido Revolucionario Institucional, durante décadas, representó la corrupción política. Ahora, ese lugar está ocupado por el Partido Acción Nacional. Y ellos están muy orgullosos de ser el elemento podrido de las instituciones. Entre ambos, urgieron la solicitud de renuncia a López Obrador, a pesar de saber que cada vez que le exigen algo a éste, a la población se le retuerce la dignidad, porque no es fácil olvidar décadas de agravios contra los mexicanos.

Miserables es una palabra que apenas se acerca a su descripción. El fin de semana se divirtieron con la indignación de la gente y con el daño que le han causado a México. Cada vez que se pronuncian contra Andrés Manuel, nos recuerdan que son responsables directos de la tragedia en que vivimos. Los expresidentes, los exsecretarios de Estado, diversos políticos y periodistas, se entretuvieron el fin de semana insultando la memoria de la gente.

#RenunciaAMLO no es una exigencia al presidente: es una ofensa a la ciudadanía. La libertad de expresión avala sus hashtags, por miserables que estos sean. No obstante, sus palabras generan desprecio en las redes porque esto es lo único que han ganado de forma legítima. Los políticos llevaron a este país al desastre, a la miseria, a la guerra; mientras esto sucedía, muchos “periodistas” mostraban una realidad inexistente. Ahora, todos ellos intentan derribar al primer gobernante que no está sometido por completo a su plan de extorsión. Sólo tienen un objetivo y es aniquilar toda posibilidad de reconstruir al país.

Los políticos y periodistas promotores de #RenumciaAMLO (sic), son responsables de esa y de otras masacres, de los desaparecidos, de los muertos, de la violencia, del secuestro, de las violaciones, de las armas, de las lágrimas. Tienen derecho a ser leídos y escuchados, porque eso también es una nobleza innegable de nuestra Carta Magna, pero se han ganado cada insulto y todos los desprecios. Son acreedores del odio nacional y son cada vez menos a quienes les importa lo que tengan para decir.

Perdieron toda, absolutamente toda su credibilidad. Son ladrones, sociópatas y asesinos.

Son miserables. Y como tal, deben ser nombrados.