Zapata: El símbolo de la resistencia campesina
“La ignorancia y el oscurantismo en todos los tiempos
no han producido más que rebaños de esclavos para la tiranía…” (Zapata, 1911)
Yendali Fajardo*
México, país explotado, en constante sacrificio, se ha levantado una y otra vez, a través de la voz de su pueblo. Contra gobiernos corruptos y opresores la ira de los de abajo se manifiesta en busca de un bienestar común. Fue la unión del pueblo, la gente, las masas, la que salió a defender posturas y exigir derechos, siempre encabezadas por líderes, audaces, osados y firmes, que los guiaron hacia un objetivo. Celebramos a Zapata, como uno de estos líderes de la historia de México, en contra de la dictadura del entonces presidente Porfirio Díaz y del todo contexto que de su gobierno derivaba.
Desde Anenecuilco, Morelos, los campesinos azucareros que vivían para servir a hacendados o alguna industria extranjera, sabían que, eran dueños de sus tierras puesto que trabajaban en ella, y sobre todo, tenían claro que eran dueños de su vida y no eran siervos de otros. Sin embargo, “en el Morelos de aquellos años ningún gobernador habría podido dejar de favorecer a los hacendados” (Womack, 1974:13) Por lo tanto ante el constate maltrato, abusos y violaciones de derechos, el pueblo inició la batalla. En contra de su “naturaleza”, Emiliano Zapata, un joven proveniente de una familia sencilla y sin ambiciones, dejó sus comodidades, incluyendo su hacienda propia, heredada por sus padres, Gabriel y Cleofás, para poder ser líder de esta lucha. (Womack, 1974:4)
La gente de Anenecuilco contaba que el despojo de tierras de Eufemio Zapata hizo que Emiliano se prometiera que él mismo lograría que le devolvieran todo lo que alguna vez les fue arrebatado. Por esta razón su semblante se mostraba tan serio, en sus ojos se reflejaban perfectamente gotas de agua apunto de derramarse, a pesar de que se podía dar cierto lujos, vestirse con clase y montar sus caballos preferidos, siempre fue el amigo de todos. (Womack, 1974:5)
La gente del pueblo lo estimaba, como necesitaban a un líder, elegirlo a él era fácil porque ya contaba con antecedentes familiares de buena reputación, participando en guerras pasadas, permitiendo ver a Zapata como un buen hombre. “En Anenecuilco, sentían que era uno de los suyos, y nunca les hizo sentirse mal por tratarlo como tal. Le llamaban Miliano y, cuando murió, “pobrecito”. (Womack, 1974: 5)
Mientras Zapata dirigía al pueblo de Anenecuilco, el dirigente de Morelos era Pablo Escandón, un títere para el presidente Porfirio Díaz, su gobierno era pésimo, necesitaban pronto un cambio y ya se aproximaban las elecciones. Surge el Partido Antirreeleccionista de Francisco I. Madero, apoyado del general Leyva y Patricio, que después se separaron, dejando a Madero solo y sin ningún respaldo, con su lema “Sufragio efectivo y no reelección”. (Womack, 1974: 54-55). Él venia del norte defendiendo a su nación y Díaz lo subestimó. Sin embargo, al final hubo un fraude por parte de Escandón, un capricho por no conquistar el corazón del pueblo, como Madero lo hacía.
“Los conflictos comenzaron a ser serios con los choques de campesinos y trabajadores de las haciendas contra los latifundistas, así era la vida rural de esa época” (Brom, 2007: 237), no sólo en el Sur, sino también en el Norte. Chihuahua estaba dominado mayormente por empresas extranjeras, olvidado por el gobierno al ubicarse lejos de los ojos de éste. Fue el primer estado de México que dio un paso al frente en la batalla.
Uno de los casos en los cuales Zapata intervino, se produjo a causa de la Hacienda del Hospital, debido a que querían adueñarse de una buena extensión de tierras que no les correspondían, a través de una nueva Ley de Bienes Raíces. En ese momento Zapata no se encontraba pues había sido reclutado para trabajar como el caballerizo mayor de sus establos en la Ciudad de México. (Womack, 1974: 62) Entonces, los campesinos se defendieron, sin embargo, la hacienda del Hospital les implantó miedo a través de amenazas. (Krauze, 1987: 29-31). Y fueron sujetos a pagar una amonestación, de la cual al regresar Zapata y enterarse de tremendo caos dijo que: “El mal tiempo había causado una mala cosecha y que no tenían ni especie, ni dinero con que pagar”. (Womack, 63-64).
Finalmente se llegó a un acuerdo con la hacienda del Hospital, que favorecía más a estos, de esta manera Zapata y sus hombres atacaron las haciendas para devolvérselas a los campesinos, dichos ataques fueron aumentando y Eduardo Flores el prefecto de dicha hacienda se enfrentó ante él. La preocupación que Flores tenía en particular era si Zapata apoyaba a los rebeldes maderistas, evidentemente no acertó pero le pidió su apoyo si estos se presentaban. Tomó su palabra y mencionó que su propósito era devolver tierras a sus respectivos dueños. Mientras tanto Madero ideo en diez meses un plan para quitar a Díaz del poder.
Después de un tiempo se hicieron reuniones en casa de Torres Burgo para seguir luchando por sus derechos, Zapata asistió y abordaron el tema de los maderistas, contrastando ideas similares sobre la devolución de tierras. “Zapata había visto una copia del plan de San Luis Potosí de Madero, y estaba estudiando una cláusula de su tercer artículo” (Womack, 1974: 68).
Madero les ofrecía la justica social, en la región de Ayala tenían ya motivos con sus actos para unírseles, sólo faltaba la confianza de Zapata en él, ya que no era fácil obtenerla. Mientras Zapata junto a Salazar, esperaban respuesta de Torres Burgos sobre Madero, cuando regresó llevaba consigo un documento que validaba está cuestión agraria, todos debían ya de actuar, leyéndose en Morelos el plan de San Luís Potosí, “la Revolución maderista, había iniciado en Morelos” (Womack, 1974: 74), tenían que iniciar conquistando a Cuautla pues era la base del estado. Burgos no supo controlar a los hombres de Gabriel Tepepa, que saqueaban y violaban a las mujeres, porque sólo estaban interesados en pelear y no estaba en sus prioridades el reparto de tierra, así que renunció.
Debido a esto Zapata fue nombrado “Jefe Supremo del Movimiento Revolucionario del Sur”, iniciando una disputa entre quien tomaría el poder cuando Díaz ya no estuviera. Surgieron otros jefes de estados, entre ellos se encontraba Figueroa que lideraba Guerrero y había hecho acuerdos con Madero que finalmente quebrantó.
Emiliano Zapata era muy inteligente para la política y actuaba cautelosamente cuando sabía que se trataba de una trampa, él depositó su confianza y le brindó su apoyo a Madero para que fuera presidente, cumpliendo su palabra. En cambio, Madero fue mal influenciado por un representante que le pusieron, haciendo que las ideas de Zapata ya no estuvieran relacionadas con las que él tenía, volviéndolo paulatinamente en contra de él, incluso El Imparcial llamó a Zapata “Atila del Sur”. (Womack, 1974:122)
Cuando vio el incumplimiento de la promesa de Madero proclamó el “Plan de Ayala” en 1911, buscando que la tierra fuera de sus dueños verdaderos, los campesinos. “No buscaba el poder para sus firmantes sino la obtención de lo que más interesaba a los campesinos: la tierra”. (Brom, 2007: 309) Madero le pidió que se entregase, él respondió: “Es un error que nosotros que te llevamos al poder nos pides que entreguemos las armas”. “Zapata vio traición en cada desacuerdo y Madero egoísmo en cualquier opinión que no fuese la suya…” (Womack, 1974: 125)
Finalmente Francisco Villa y Emiliano Zapata, los principales jefes de los campesinos revolucionarios, fueron importantes en la participación en la lucha contra Porfirio Díaz y sobre el derrocamiento de Victoria Huerta, hombre en que Madero depositó su confianza. Si no hubiera habido una Revolución en Chihuahua no hay un Zapata en el Sur, él nunca olvidó esa promesa de hacerle justicia a su pueblo. Él tenía principios y a las personas les incomoda eso, los hace ver sucios, buscamos la continua justificación a todo al ser ignorantes, al volvernos e implantarnos en nuestras mentes que no podemos aspirar para más, que no podemos pensar, que somos nosotros los que hacemos política, ya sea directamente o por representación de otros, (Savater, 1999:3). El gobierno seguirá siendo tan corrupto como se ha visto tan arraigado a lo largo de la historia de nuestro país. Desgraciadamente se enorgullecen en tal ignorancia, creyéndose capaces de elegir, de gobernar, de prometer y al final siempre fallar.
Emiliano Zapata murió el 10 de abril de 1919, asesinado en Chinameca, rescató tres principios de los franceses liberales: la fraternidad, la igualdad y la libertad, mediante la frase “Tierra y libertad”, su visión tenía un enfoque más socialista, que liberalista.
*Alumna del CCH Sur, UNAM
Bibliografía
-(Brom, Juan, (2007), Esbozo de historia de México, Grijalbo, México).
– (Savater, Fernando, (1999), Ética para Amador, Ariel, México).
-(Krauze Enrique, (1987), El amor a la tierra Emiliano Zapata, Fondo de cultura económica, México).
– (Womack John, (1974), Zapata y la revolución mexicana, Siglo XXI, México).