A 35 años del guacarrock, ¡sigo bailando con este danzón!
Juan Herman Jiménez
Con la desaparición física de Armando Vega Gil, “el cucurrucucú”, bajista de Botellita de Jerez, acaecida el 1 de abril de 2019, me llevó a recordar la lucha que inició la banda en 1983, dentro de la escena del rock mexicano, aplicando llaves y contra llaves, repartiendo golpes, patadas y piquetes a los ojos. A pesar de la lona recorrida, la caída de uno sus miembros originales, obligó al grupo a anunciar su retiro definitivo de los costalazos. A partir de la noticia, clasifiqué en tres caídas -de acuerdo a mi experiencia personal-su andar artístico/luchístico en la farándula rockera nacional.
Primera caída: Botellita de Jerez lanzó en 1984 su primer disco homónimo. Mi hermano mayor llegó a casa con el LP, mencionando que se lo habían prestado. Al verlo, la portada me llamó la atención, presentaba a tres chavos, que, con sus playeras, formaban la bandera de México, y al escucharlo, me sorprendió aún más, porque las letras eran en español, irreverentes para ese tiempo, pero sobretodo, sobresalientes por su ingenio. Nos atrapó de inmediato “Alármala de tos”, así como otras rolas. Y quedó claro que al trio no le importó que, en ese momento, tanto el heavy metal y el pop, así como sus exponentes, dominaran la escena musical mundial. La banda empezaba a remar a contra corriente, pero para aligerar esa carga, y seguir demostrar su atrevimiento, en ese disco cantaron en inglés, muestra de ello fue la canción “¡¡Oh, Denny´s!!”. Los botellos iniciaban su carrera demostrando su rudeza, al entrarle sin temor al pancracio rockero nacional.
Segunda caída: después de grabar tres discos que ensalzaban que lo naco era chido, en 1990 el grupo lanzó “Busca amor”, material que mostró un estilo técnico, diferente al que nos tenían acostumbrados. La cumbia y el rap sobresalieron, dejando a muchos fans decepcionados, entre ellos, a quien escribe, y por la traición perpetrada, decidí abandonarles. A pesar de lo maltrecha que quedó la banda, replantearon la estrategia, y para 1994, destaparon “Forjando patria”. Disco que demostró que los botellos habían regresado a las rudezas, con un trabajo en relevos atómicos bien elaborado, y logrando que la producción fuera considerada no sólo la mejor de la banda, sino una de las relevantes del rock nacional en la década de los noventa. Esto me obligó a reconocer que el grupo todavía tenían mucho que ofrecer, y volví a las rudezas.
Tercera caída: cual si fuera sacado de la canción “Alármala de tos”, el deceso de Armando Vega Gil, nos sorprendió a todos. Los comentarios en las redes sociales invadieron internet, unos a favor y otros en contra, por la forma en la cual se había rendido. No pinches mames, la caída del gladiador “Cucurrucucú” era impensable. Sin embargo, tuve que asimilar la noticia, y, reconocer que, Armando Vega Gil, había quemado sus naves, y se nos había ido al cielo. Ante los acontecimientos presentados en el cuadrilátero de la vida, una vez más, la banda me volvió a sorprender, anunciando su separación, cuando acababa de cumplir 36 años de existencia. A pesar de haber perdido esta tercera caída, que los obligó a tomar esa decisión tan drástica, Botellita de Jerez, son sin duda, unos ganadores, por ser referentes del rock nacional. Ya sólo me resta decir, que a pesar de tener 35 años de escuchar guacarrock, seguiré bailando al ritmo de este danzón.