De Norte a Sur Opinión

Huachicol: pobreza, corrupción y tragedia

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31 enero, 2019 @ 12:38 pm

Huachicol: pobreza, corrupción y tragedia

El espía de la #4T

La situación más compleja y polémica que ha tenido el nuevo gobierno en lo que va del año es, sin duda, la lucha contra el robo de combustibles. El huachicol se convirtió en el segundo negocio ilícito con más remuneración después del narco. Pero, ¿cuándo nace la ordeña masiva de gasolinas? ¿Cómo funcionan las redes de robo? ¿Qué lo provoca? ¿Cuál ha sido la estrategia del gobierno para detenerlo? Intentemos desmenuzar este primer gran reto que tuvo el gobierno federal.

La profunda pobreza y la desigualdad que ha traído este modelo económico, han orillado a comunidades enteras dedicarse a prácticas delincuenciales. Éstas son las causas de esta historia y se empezaron a desarrollar con el trabajo de los gobiernos neoliberales desde la década de los años 80 del siglo pasado, desde que forzó la privatización de la mayoría de las empresas del gobierno, principalmente de Petróleos Mexicanos (PEMEX). A esta compañía nacional la desangraron hasta la crisis de corrupción y deuda que vive ahora.

Vale la pena recordar como México, desde los gobiernos neoliberales, se ha convertido en un país importador de gasolinas, a pesar de contar con petróleo. La proporción de importaciones de gasolina ha pasado del 14%, al final del gobierno de Carlos Salinas de Gortari, al 73% hacia el final del gobierno de Enrique Peña Nieto. Aunado a esta premeditada crisis, desde 1979 no se abre una nueva refinería en nuestro país y llegamos, hoy en día, al extremo de importar petróleo crudo por la falta de operación en la extracción en nuestro territorio.

Con el afán de atracar PEMEX, desde el gobierno de Vicente Fox se permitió (directa e indirectamente) la ordeña de ductos. Así aumentaron las cifras oficiales de robo y se escondieron datos sobre la gravedad del tema. De hecho, el Presidente Andrés Manuel López Obrador acaba de dar a conocer que Fox, durante su gobierno, impidió que se marcara la gasolina para evitar el robo, mediante la presentación de una controversia constitucional para quitar el artículo transitorio del presupuesto.

Calderón, con su “guerra contra el narco”, permitió que el crimen organizado se metiera de lleno al robo de gasolina. Los resultados fueron que el huachicol se convirtiera en la segunda fuente de financiamiento del narco. Todo esto, obviamente, con complicidad de funcionarios de PEMEX. Es importante nombrar lo que dijo el Presidente en una conferencia de prensa hace algunas semanas, cuando mencionó que el 80% del desfalco de combustible venía desde el interior de PEMEX, con la confabulación de delincuentes de cuello blanco (políticos, empresarios transportistas, gasolineros e integrantes del sindicato); el otro 20% lo robaban en las tomas de las comunidades dedicadas al huachicol.

En el sexenio de Peña Nieto el robo llegó a niveles alarmantes. De 2 mil, el número se elevó a más de 12 mil tomas clandestinas durante su sexenio. El costo anual de este robo, sólo en 2018, fue de 65,000 millones de pesos. A diferencia de otros registros gubernamentales, como el de asesinatos o desaparecidos diarios que increíblemente no existían, el robo de combustible y daño a los ductos tiene reconocimientos en las instalaciones de PEMEX. En pocas palabras, al parecer existió la negligencia, complicidad y compadrazgo de los gobernantes con los huachicoleros. Fue eso o fue la mediocridad de los gobiernos.

Ahora, expliquemos los métodos para lograr el robo de la gasolina, según explica la periodista Ana Lilia Pérez, experta en el tema:

  • A través de tomas clandestinas o perforaciones improvisadas. Todo un sistema organizado donde participan bandas, grupos del narcotráfico, funcionarios de PEMEX y parte de la población de comunidades aledañas que deciden dedicarse a esta práctica por falta de oportunidades. Es obvia la participación de empleados del gobierno, ya que existen indicadores para estar al tanto cuando se altera un ducto. Además se tiene conocimiento de bodegas instaladas sobre o a unos metros de los ductos.
  • Con pipas o camiones cisterna. En este robo también se necesita la complicidad de los trabajadores de PEMEX, ya que para cargar estas pipas se necesitan facturas y se les coloca un sello de seguridad. Se permite que con una solo factura se obtengan tres cargas de combustible, o bien, se falsifican los documentos. En el caso de los sellos, al llenar la pipa se debe de cerrar con estos, y lo que se aplica, muchas veces, es la entrega del sello al conductor para que se lo ponga después de la ordeña.
  • Con barcos que traen el combustible. Estos piratas modernos, zarpan a otros estados para la entrega de las gasolinas, en coordinación con empleados y exempleados de las plataformas marinas.

La lucha contra el robo y el quiebre de este paradigma ha sido muy demandante, no obstante ya se empiezan a ver victorias para el nuevo gobierno. Primero, en legitimidad, ya que la mayoría de la población aceptó esta estrategia, aunque les moleste a buena parte de los opositores y medios de comunicación. Segundo, en números y ahorro, el gobierno registra en enero la cifra más baja de robo de combustible desde hace 40 años, y por supuesto se ha ahorrado 4 mil millones de pesos con la disminución del desfalco.

Sin embargo, hubo una terrible tragedia la semana pasada en Tlahuelilpa, Hidalgo, donde perdieron la vida más de 110 personas por una explosión en una toma clandestina. Es necesario que se enfrente la realidad de marginación y pobreza, lo que no hicieron gobiernos pasados, mediante la educación y la promoción del bienestar en las comunidades dependientes del robo de combustibles. Si no existen condiciones de empleo y desarrollo en estas zonas, no parará la ordeña de ductos o se dedicarán a otra actividad delincuencial.

Este conflicto de seguridad nacional, como otros, se pueden combatir con el apoyo a los más necesitados y a la inclusión de los pueblos, quienes, de manera vil e irresponsable, fueron abandonados. Espero, colega lector, que usted considere lo mismo.     

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